*Por Francisco Nunes
Ya hay más de 350 muertos a manos de la dictadura de Daniel Ortega, el eterno presidente de Nicaragua. Una cifra asombrosa, sin duda, pero no una novedad en América Latina. Venezuela, Cuba, y otros países que viven día a día la miseria a causa del socialismo siguen su curso hasta su destrucción total, el único final que puede tener un país con tan desastroso sistema.
Mientras los líderes de la izquierda callan, centenares de jóvenes son asesinados por rebelarse legítimamente contra sus saqueadores, como cualquiera se defiende ante un ladrón que entra a robar a su casa. La única diferencia es que no les roban dinero o joyas, sino la libertad. Y dentro de la libertad está la vida.
Demasiado repetidas son las bondades del socialismo y demasiado secretas, ya que nadie parece verlas en práctica. El sistema de planificación central impuesto en tantos países latinoamericanos tiene errores teóricos tan graves que es imposible aplicarlo con una pizca de éxito. El socialismo no es una buena idea mal aplicada, sino una mala idea que, como cualquier mala idea, es horrorosa tanto en la teoría como en la práctica.
Cuando uno elige lo que compra, lo hace porque el producto por el que desembolsa su dinero satisface sus necesidades. Compramos voluntariamente, y lo mismo debería pasar con las ideas. Al imponer una idea, estamos admitiendo que es tan nefasta que nadie la elegiría de forma voluntaria, sin coacción alguna. El socialismo, en cualquier país que lo sufre, es impuesto por la fuerza. Como ejemplo no solo tenemos a Nicaragua, sino también a Cuba, Venezuela, la Unión Soviética y un largo etcétera.
Cualquier idea impuesta, ya sea mediante amenazas o violencia, tiene altas probabilidades de ser perjudicial para su víctima y beneficiosa para quien la aplica. Los dictadores de América Latina viven como reyes, y los ciudadanos que sufren sus “grandes políticas sociales”, los enormes avances hacia el “progreso social”, se hunden en la miseria y se ven obligados a dejar el país en el que nacieron, se criaron y en el que se desarrollaron para no perder la vida.
Algo así no debe volver a suceder, pero no veo motivos para pensar que no lo hará en el corto plazo. El ser humano es el único animal que comete el mismo error dos veces. Los movimientos populistas están a la orden del día, y si buscamos el fin de los mismos, debemos tener claro que si el poder corrompe, el poder absoluto corrompe absolutamente y, por tanto, debemos dar el menor poder posible al Estado, asegurando la libertad de los ciudadanos.
Tenemos que tomar una decisión: Libertad o socialismo.
* Francisco Nunes es creador y director de Apolo Post