Por Diego Arria*
El 11 de enero, Juan Guaidó, Presidente de la Asamblea Nacional en proceso de asumir interinamente la presidencia de Venezuela, fue detenido violentamente por agentes enmascarados y armados con armas largas de la temible y criminal policía secreta del régimen de Nicolás Maduro, SEBIN. El impacto de este incidente en los medios internacionales obligó al régimen a liberarlo poco después.
Al ser preguntado por los medios sobre este hecho el portavoz de la ONU, Stephane Dujarric, declaró que “resalta la polarización que estamos viendo en Venezuela” y llamó luego “a todos los actores a abstenerse de cualquier retórica o acción que pueda aumentar las tensiones ya existentes y a buscar una solución pacífica negociada que refuerce la gobernanza democrática, los derechos humanos y el estado de derecho en Venezuela”.
Me resulta imposible no pronunciarme sobre tan disparatada y peligrosa declaración, teniendo siempre presente las palabras de Kofi Annan en su informe a la Asamblea General con las que destacaba los errores de las Naciones Unidas en la tragedia de Bosnia. Más que un informe, fue una confesión pública sin precedente de cómo la organización le había fallado a cientos de miles de víctimas. Una de las consideraciones que hacía el entonces Secretario General, era el mal uso intencional de la semántica para evadir pronunciamientos y responsabilidades tratando como iguales a víctimas y victimarios. Annan calificó esto como “la amoralidad de las partes” que tuvo consecuencias realmente espantosas. Fue la época de llamar “limpieza étnica” a lo que realmente era genocidio, como años después se encargó de confirmarlo la Corte Penal Internacional en La Haya.
Ahora el portavoz de la ONU califica la tragedia venezolana como un “estado de polarización” donde solo se requiere una “solución pacifica negociada que refuerce la gobernanza democrática, los derechos humanos y el estado de derecho en Venezuela”.
El vocero sugiere que existe gobernanza democrática en Venezuela y que existe Estado de derecho, al igual que respeto a los derechos humanos. De ahí que sostenga que solo es necesario “reforzar”.
Semejante declaración permite a la narcotiranía de Nicolás Maduro evadir la condena de muchos países que no conocen la dimensión de la tragedia venezolana. Esta peligrosa y acomodaticia declaración compromete la posición del mismo Secretario General, António Guterres, del cual solo señala que “está preocupado por la situación”
El portavoz de la ONU sabe perfectamente que la organización regional más importante del continente americano, la Organización de Estados Americanos, se ha pronunciado con toda claridad denunciando el régimen venezolano como un gobierno ilegítimo y que, por lo tanto, no es reconocido.
Conoce igualmente que Luis Almagro, Secretario General de la OEA, presentó ante la Fiscal de la Corte Penal Internacional una documentada denuncia de los crímenes de lesa humanidad cometidos por el régimen de Maduro. Esta denuncia no solo fue avalada por un grupo de países de la región, sino tambien por Canada, Francia, Suiza y Alemania.
Estos antecedentes obligaban al portavoz de la ONU a traer dentro del contexto de su declaración el carácter delictivo del régimen como elemento esencial para entender la detención de Juan Guaidó.
En los últimos cinco años, Venezuela ha perdido más del 10% de su población (unos cuatro millones de personas que huyen del hambre, de la inseguridad, de la falta de medicamentos y asistencia hospitalaria) y que cuenta con cientos de presos políticos y víctimas torturadas (con la asistencia del régimen cubano que controla con miles de agentes a las fuerzas policiales, militares y de inteligencia en Venezuela). Los venezolanos huyen de una hiperinflación que, de acuerdo con el Fondo Monetario Internacional, puede llegar este año a 14 millones por ciento. Estas cifras no tienen precedentes en la historia latinoamericana. Estos hechos no pueden ser reducidos a una mera “polarización”.
Del mismo modo,el mencionado portavoz sabe que el Programa Mundial de Alimentos (PMA) de las Naciones Unidas ya ha advertido sobre el alto riesgo de malnutrición que sufren muchos de los millones de venezolanos que han dejado su país; y que el régimen de Maduro, cruel y criminalmente, se niega a aceptar la asistencia humanitaria para los que sufren estas carencias en Venezuela.
No es aceptable que en representación del Secretario General de las Naciones Unidas se evada la responsabilidad de denunciar circunstancias como las que sufre mi país y que afectan profundamente no solo a Venezuela sino a toda la región.
*Diego Arria es una consagrada personalidad venezolana en la política y la diplomacia. Escritor, político y diplomático. Fue presidente del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas y secretario general asistente y consejero del entonces secretario general de las Naciones Unidas, Kofi Annan.