Por Yamile Saleh
Fueron más de 20 años destruyendo la nación tomados de las manos con los peores criminales. Acabaron con el Ministerio Público, la Defensoría del Pueblo y la Seguridad Nacional. En realidad, acabaron con todo. Hablo de Luisa Ortega Díaz, Gabriela Ramírez y Miguel Rodríguez Torres, cabezas de todas las violaciones de derechos humanos, los ingenieros de toda la maquinaria de represión, persecución, tortura y todas sus crueles herramientas, como la Tumba. Hicieron del Helicoide el centro de tortura y muerte de venezolanos honestos.
Son personas que durante años nos demostraron que enseñaron a usar la justicia para perseguir y torturar a inocentes que luchan por la libertad y la democracia, torturando y aterrorizando impunemente a nuestra juventud por querer un país mejor. Se burlaron de todas las madres que vieron cómo los círculos bolivarianos y los colectivos mataban a sus hijos años tras años, se burlaron de la familia de Franklin Brito y de los policías metropolitanos que tienen más de 14 años secuestrados injustamente, metieron terroristas y narcotraficantes de todo el mundo a nuestro país y los protegieron.
Nunca han pedido perdón al país ni reconocido el daño causado a todas las madres que se quedaron sin sus hijos. Estos personajes, como muchos otros, participaron en esta destrucción que hoy vivimos, y ahora con cinismo quieren hacernos creer que eran “buenos” y que siempre hicieron lo correcto. Hoy quieren darnos discursos de democracia y respeto a los derechos humanos.
Por todo esto, no puedo entender que la dirigencia política de mi país, que busca un cambio, no solo los acepte y confíe en ellos, sino que prefieran protegerlos que escuchar a los cientos de defensores de derechos humanos y víctimas que durante décadas se han dedicado a luchar por la justicia y la libertad.
Como venezolana, no aceptaré que ninguno de ellos pretenda estar dirigiendo la transición hacia la democracia y mucho menos que formen parte de un gobierno democrático en el futuro. No me prestaré para esto y lo menos que debemos hacer, si queremos un cambio, es apartar a quienes crearon la crisis y destruyeron al país, es un asunto de coherencia. Diciendo esto no divido, pues ellos no hacen falta para recuperar el país. Ellos tienen que enfrentar la justicia y pagar por todos los crímenes que cometieron.
No tengo odio en mi corazón, ni lo tendré, pero no aceptaré nunca que criminales como Luisa Ortega Díaz, Miguel Rodríguez Torres y Gabriela Ramírez dirijan mi país. Por todo esto le hago un llamado a la dirigencia política de mi país, y especialmente a los diputados de la Asamblea Nacional, a quienes he defendido y apoyado durante años, pero que muchas veces prefieren estar del lado de los victimarios que de las víctimas, para que investiguen las responsabilidades de estas personas en los crímenes cometidos durante años contra los venezolanos y que así enfrenten la justicia de una buena vez.
Estos exfuncionarios que ahora pasean por el mundo restregándonos en la cara la impunidad y burlándose de todos nosotros, deben ser juzgados por la justicia internacional, y desde ahí demostrar si quieren realmente colaborar con la democracia y la libertad de Venezuela.
Yamile Saleh es una ciudadana venezolana que sin querer se ha convertido en una de las voces en defensa de los derechos humanos que más lejos ha llegado. Nacida en Táchira y de origen palestino, decidió acompañar a su hijo Lorent Saleh —uno de los presos políticos más reconocidos que tuvo Nicolás Maduro— en la lucha por la libertad de los presos políticos y la defensa de la democracia desde el 2007 cuando nace el movimiento estudiantil. Síguela en @yamisaleh