Por Ángel Manuel García Carmona
El pasado jueves día 24 de octubre el Frente Popular contemporáneo consiguió completar una de las tareas pendientes, dentro de la hoja de ruta de la mal llamada “memoria histórica” (proceso de revisionismo que por medio de la censura, la intimidación y la ingeniería social, pretende blanquear a las izquierdas).
La administración gobernada por el socialista Pedro Sánchez incurrió en lo que se ha de considerar como una profanación de cadáveres en toda regla (una inmoralidad aberrante para cualquier católico y enemigo del materialismo, independientemente de quien sea el afectado).
Por medio de un espectáculo propagandístico, cuya principal baza fue la radiotelevisión estatal española (nadie niega la colaboración “informativa” de otros medios izquierdistas del mainstream), que abonamos todos los sufridos contribuyentes españoles, se profanó el cadáver de Francisco Franco.
Con las excusas de la “dictadura” y el hecho del fallo favorable del Tribunal Supremo (coincidió con la precampaña electoral a propósito; y la separación de poderes es aquí prácticamente inexistente), se sacaron los restos del general de la Basílica del Valle de los Caídos, ubicada en la provincia de Madrid.
Este es un espectáculo que supone una plena falta de respeto a los muertos (precedido de una invasión en toda regla a la propiedad de la Iglesia, al restringirse los accesos a la Basílica ubicada en el Monte Abantos y alterarse parte de su actividad rutinaria, por mera decisión del “poder ejecutivo”).
Rencorosos por haber perdido en la Cruzada del 36
No cabe el mayor género de duda del ansia por ganar una guerra perdida en su momento (bueno, en realidad, fueron derrotados en una Cruzada de Liberación en la que la implicación de los requetés, buena parte de ellos navarros, fue trascendental).
Si bien Francisco Franco practicó cierto asistencialismo político (por ejemplo, estableciendo “pagas extraordinarias” y desarrollando el entramado centralista-bismarckiano de la Seguridad Social), durante su periodo, España experimentó un gran crecimiento económico y la presión fiscal era mucho más liviana.
De hecho, la victoria del bando nacional fue trascendental. Podemos decir que Franco libró a España de convertirse en un satélite de la Unión Soviética, de someterse al yugo del comunismo. Esto supuso incluso un beneficio para el resto del área mediterránea, que, en parte, baña nuestro territorio ibérico.
Con sus aciertos y sus errores, Francisco Franco reivindicaba la catolicidad de España, algo sin lo cual no se podría entender ninguna cuestión relacionada con esa gran empresa social, cultural, moral, histórica y de tradición que hemos de conocer como Hispanidad.
Así que no se extrañen de nada cuando afirmemos (lo digo de nuevo) cuestiones de catolicidad hispánica. De hecho, a todo este cuento, lo que viene a preocuparles en mayor medida es la existencia de simbología católica (recordemos que el laicismo es un principio frentepopulista).
Se pretende acabar derribando la cruz de la cima del Monte Abantos
El símbolo más característico del Valle de los Caídos es la cruz de su basílica, que está en la cima del Monte Abantos y tiene unos ciento cincuenta metros de altura (viene a ser una de las más destacadas, arquitectónica y visualmente, junto a la figura del Cristo del Otero de Palencia, una pequeña urbe castellana).
Y sabido es que toda simbología católica es algo a erosionar para las hordas izquerdistas (recordemos con qué partidos políticos han guardado mayor relación los ataques a la libertad religiosa a lo largo de las sucesivas décadas, de los tiempos).
No obstante, nada de esto es especulación de una mera persona que se preocupa por la cristianofobia imperante. Si bien, en tiempos, Unidas Podemos, principal socio del gobierno de Pedro Sánchez, le planteaba la consideración de la destrucción de la basílica, ya indagan sobre ello en RTVE.
En uno de los programas que presenta el exministro de Cultura Máximo Huerta, se invitó a una docente universitaria izquierdista para abordar un informe en el que se plantea la demolición de la Basílica. Mientras, “expertos” afines a la causa “progre” debaten ya sobre el futuro de la misma, según informa el diario EL PAÍS.
Eso sí, si aprovecharan el terreno, sería, precisamente, para establecer un memoria basado en la versión de la historia que las hordas izquierdistas pretenden oficializar (incluso, según planean, proponiendo reformas legales que persigan penalmente a quienes les den la razón respecto a la Cruzada y la II República).
A su vez, cabe destacar que insinúan ya desde Moncloa una profanación sutil de José Antonio Primo de Rivera, fundador del movimiento falangista y otra víctima más de las hordas marxistas durante la oficialmente llamada Guerra Civil (le acusaban de conspiración contra el régimen republicano del 31).
Intolerancia religiosa (cristianófoba) en toda regla
Concluyendo, igual que la Desmemoria Histórica puede servir para que no se conozca la verdad sobre la atrocidad de persecución religiosa de la izquierda (recordemos la masacre de Paracuellos y las quemas de conventos e iglesias), se busca profanar cadáveres de nuevo y acabar con lugares de culto católico.
Ángel Manuel García Carmona es editor de Ahora Información e ingeniero de software.