Por Emmanuel Alejandro Rondón
El 14 de noviembre, dos días antes del llamado a las calles desde el interinato; se publicó una entrevista en la revista Clímax al presidente encargado de Venezuela, Juan Guaidó. Sus declaraciones particularmente me dejaron bastante inquieto y estoy seguro que no dejó indiferente a nadie.
Vale aclarar que soy una persona que convive a diario con dos cosas: el fútbol y la política. De ambas opino por igual e intento mantener cierto punto de equilibrio entre ambos. En el deporte rey trabajo comentándolo de forma escrita y radial y, debo admitir que mis opiniones e ideas en cada materia son inversamente proporcionales.
En el fútbol me gusta lo complejo. Admiro el juego de posición. Estoy investigando y leyendo constantemente sobre el legado de Cruyff. El Barça de Pep me parece el mejor equipo de la historia. Eso como pantallazo general. A otras personas, por ejemplo, les gusta más el pragmatismo. Un fútbol mucho más directo, clásico y, podría decirse incluso, efectivo. Cada quién a lo suyo, no me desagrada lo último tampoco.
Pero, en política –y traslado esta crítica directamente al arte de la retórica–, me molesta excesivamente los políticos y figuras públicas que buscan la complejidad sobre lo simple, certero y contundente. Me enojan aquellos que buscan dar mil y una vueltas para responder una pregunta clara y sencilla. Esos que te marean con sus respuestas para quedar bien con Dios y el diablo. Pues, ya no más: no debe permitirse eso en el caso Venezuela.
La situación del país debe tratarse sin medias tintas. No pueden existir los complejos para tomar postura, y los tibios –que se hacen llamar «objetivos»– deberían abstenerse a participar activamente (hablo de la vida política). Esos son los que terminan propiciando falsos diálogos y «salidas» de nula efectividad. ¿Ejemplo de objetivos? Los noruegos.
En la mencionada entrevista, Guaidó asume una postura ideológica de «centrista, pero con su corazoncito» Intentando evitar así el debate y las preguntas incómodas. Ese término, lejos de generar empatía, provoca una incomodidad suprema. Es decir, el presidente encargado, el que debería ser el pilar fundamental para salir de este régimen y romper con el sistema, no es radical contra la ideología que la narcotiranía profesa (en el contexto ideológico).
¿Qué quiere decir esto? Abiertamente admite, de una u otra forma, que no está enteramente distante de las ideas del sistema. Y, además, que no está en sintonía con sus aliados más allegados. Es bastante grave que una gran parte del país y los aliados principales (Estados Unidos, Brasil y Colombia) tengan posturas distantes en algo tan delicado.
La respuesta inicial de Guaidó fue contraproducente, buscó no generar polémica, pero las preguntas incómodas llovieron de todos lados y dejaron en una postura bastante desorientada al presidente (e) que se vio en la obligación de emplear la estrategia «camaleón» para intentar no dañar a ninguno de sus intereses.
Claramente su idea no sirvió, pero ojo, que si la intención de Guaidó después de esta entrevista era generar aún mayor desconfianza hacia su figura, lo logró con creces.
Admitir que, para él, el chavismo no tiene en sus entrañas ideología socialista porque «no hay rasgos de igualdad» y, por ende, decir que la crisis no fue propiciada por el socialismo, agregando además una frase gravísima «una cosa es lo que ellos dicen ser, que son de izquierda, socialistas, pero en la práctica son muy distintas» significa dos cosas: torpeza política comunicacional y responder a la agenda de su partido inscrito en la Internacional Socialista. ¿Guaidó no ha leído/investigado sobre lo que las prácticas de estas ideologías han causado en otros países a lo largo de la historia?, ¿O solo lo obvió?
Los constantes giros que Guaidó tuvo en sus declaraciones, marearon. Confundió conceptos básicos, como cuando le preguntaron sobre cómo podía alejar los conceptos del comunismo y el socialismo en el caso de Venezuela y el presidente (e) respondió: «No hay Estado en Venezuela, es una sociedad bien atípica» ¿Acaso que Venezuela sea un caso atípico y particular implica alejar los conceptos del socialismo y el comunismo?
Por cierto, aquí Guaidó se contradice, porque en la anterior cuestión, le preguntaron por Trump (su principal aliado, que sí habla de Venezuela como un país socialista) y entonces el presidente (e) espetó: «Es una dictadura y en dado caso podríamos hablar de un comunismo. O sea, con el discurso de que las libertades fundamentales están conculcadas en Venezuela». El nivel de contracción de una respuesta a otra es increíble.
Una cita más que quedó para el análisis fue la siguiente «Mira, como sabes yo soy ingeniero, entonces de lo que más hemos leído ha sido sobre socialdemocracia, porque Venezuela es un país socialdemócrata por la relación petróleo-Estado-sociedad». A ver, la respuesta es tan superficial que da para explayarse un buen rato para rebatirla, pero prefiero decir algo más concreto: esto lo único que denota es que en la clase política opositora al régimen, el crecer dentro de un partido se paga mejor que la formación intelectual/académica y la capacidad adquirida mediante la experiencia positiva. No es algo que sorprenda, ni es una novedad, pero siempre es bueno recalcarlo cada vez que sea necesario.
La entrevista del presidente fue aberrante, no hay otro término para calificarla. Es indefendible desde todo punto de vista. La falta de timing, la poca coherencia para sostener ideas, el rodeo, su notoria incultura sobre filosofía política (le preguntaron sobre los autores que leyó, y para excusarse habló de análisis de las situaciones y lecturas de papers), sus deficiencias en los conceptos, y lo que es peor, su negación a que el socialismo forma parte del ideal chavista que destruyó Venezuela, además de su poca contundencia para calificarse mostrando transparencia sobre su postura ideológica. Huyó para adelante y por el centro.
Al no ser claro buscando el camino de la ambigüedad, no nos queda otra que leer entre líneas e interpretar. Nuestro caso, el venezolano, no puede permitirse líderes camaleónicos que te pasan del “No vamos al dialogar con el régimen” al diálogo; que te pasan del “No habrá elecciones sin el cese de usurpación” a pactar comicios, que te cambian respuestas de una pregunta para otra, que te cambian la ruta planteada y que solo buscan a la ciudadanía cuando la necesitan, y nunca cuando la ciudadanía necesita de ellos.
Emmanuel Alejandro Rondón es estudiante de periodismo. Redactor y coordinador de fútbol internacional en VAVEL, España, radio y televisión. Twitter: emma_rondn26