Por Emmanuel Rondón
Cada cierto tiempo, los venezolanos, sufrimos una especie de círculo vicioso que termina por sentenciar cada vez más a un país que padece una enfermedad terrible.
Este círculo vicioso, o, serie de eventos que se repiten cada tanto, lleva la intención de repartir más dolor y miseria. Todo mediante nuestro eterno calvario bajo este macabro sistema socialista impuesto por el chavismo.
El ciclo es muy simple de detectar: empieza con un rayo de esperanza –usualmente protagonizado en una figura única– luego comienzan las movilizaciones; después, cuando creemos que al fin estamos logrando algo significativo, empiezan la ralentización de las mismas y el apaciguamiento, inician el proceso de oxigenación, y, finalmente, todo termina en diálogos o en unas elecciones pactadas. Esto para resumir.
Porque es así, lastimosamente, en Venezuela se forjó un sistema criminal donde mucha gente sin escrúpulos se ha beneficiado. No solo del lado del régimen, sino también de las esquinas supuestamente opositoras. Es por eso que, a los que promovemos el uso legítimo de la fuerza para romper con el statu quo y deponer a las mafias criminales que operan en Venezuela, somos vistos desde cierto sector como radicales –extremistas con poco sentido común o, en contraparte, como G2 cubanos–. Nada más falso que ello.
Dejando de lado las susceptibilidades, Venezuela, después de estar más de veinte años secuestrada por una red delincuencial (que tiene como norte implementar su modelo e ideología no solo en donde domina territorialmente, sino exportarlo por todo el hemisferio) necesita mucho más que un interlocutor que quiere solucionar un problema complejo, de naturaleza criminal, con salidas políticas tradicionales. como serían las elecciones.
Dolorosamente, Juan Guaidó y la clase política opositora no lo ven así. Pues, el presidente interino, en entrevista con El Economista, ante la pregunta “Maduro prometió a los rusos arrebatarles el control de la Asamblea Nacional. El 5 de enero lo intentó, pero no pudo. ¿Existen condiciones para unas elecciones legislativas?” respondió”
“No existen condiciones en Venezuela para un proceso electoral auténticamente libre. No con partidos y candidatos inhabilitados, con diputados perseguidos, exiliados y detenidos sin proceso judicial alguno y en medio de una represión generalizada. Estamos luchando precisamente para que se efectúen elecciones presidenciales libres, justas y transparentes con supervisión internacional calificada”.
Primero dice una verdad, en Venezuela no existen condiciones para un proceso electoral libre. Pero cierra con una incoherencia: “estamos luchando precisamente para que se efectúen elecciones presidenciales libres, justas y transparentes”. ¿Cómo logras esto sin cesar de la usurpación? ¿Por qué se habla de elecciones presidenciales con Maduro en Miraflores? Pésima señal. Pero eso no fue todo. La entrevista, publicada este 1 de marzo, también cuenta con el siguiente pasaje. “Si España, México y Argentina presentaran un nuevo plan de diálogo entre ustedes y Maduro, ¿lo aceptarían?” preguntó a Guaidó el periodista.
“Las fuerzas democráticas venezolanas hemos participado en esfuerzos de diálogo, negociación y acuerdo en varias oportunidades con el régimen de Maduro. Lo hemos hecho dentro y fuera del país, de manera privada, y también públicamente. Solos y con acompañamiento internacional. La consecuencia invariablemente en todos esos procesos ha sido la misma: el incremento de la represión. Al final de cada proceso de diálogo hay más presos políticos y menos derechos para los ciudadanos venezolanos. Es decir, una situación en la cual Maduro no solo no cede nunca en nada, sino que además aprovecha esa circunstancia para blindar aún más la dictadura. Como se comprenderá, nosotros no podemos prestarnos a una nueva maniobra de ese tipo. Sin embargo, nosotros no nos cerramos nunca a una salida política. En este momento es para presionar por elecciones presidenciales libres”, respondió Guaidó.
Toda la respuesta está bien, porque lo que dice es cierto. La “oposición” se ha prestado a falsos diálogos que no han servido para la causa de la libertad. Amén a un poco de autocrítica, bienvenida sea. Pero, al prestarle particularmente atención, no se cierra a una salida política para un conflicto netamente criminal. Insisto, además, ¿cómo puede hablar de elecciones cuando no se ha cumplido absolutamente nada del mantra? Saque sus conclusiones pertinentes.
Es ridículo y absurdo pensar que, unos sujetos que han asesinado, torturado, que forman parte de organizaciones criminales, que están siendo buscados para apresarlos y que su única forma de mantener lo que les queda de libertad es perpetrarse en el poder, vayan a dejar el trono por unos comicios. Tal cosa es inverosímil, nadie es tan tonto, por eso la ciudadanía –en la que me incluyo– tilda de cómplices y colaboracionistas a la clase política opositora. Porque están empeñados en cometer los mismos errores que generan el círculo vicioso, otorgándole más tiempo al régimen en el poder. Siempre hay que recalcar, cada día que pase Maduro en Miraflores y se mantenga este sistema putrefacto imponiendo condiciones en el país; miles de venezolanos pierden su vida. El tiempo perdido sin mover los mecanismos necesarios para convencer a los aliados de formar una coalición militar para liberar al país, se traduce en muerte.
Dos años con marcadas similitudes
Este 2020 arrancó de una forma similar a la del 2019: con Guaidó acaparando las portadas del mundo y dejando momentos para la historia. El año pasado fue por su juramentación y en esta ocasión fue por su exitosa gira internacional, que terminó con broche de oro: el congreso estadounidense aplaudiéndole unánimemente y la reunión con Donald Trump. ¿Qué pasó después? Se impuso el círculo kafkiano, ese que, en vez de sortear las piedras, vuelve torpemente a tropezarse para caerse de la misma forma.
Así como nos dijeron que no asistirían a falsos diálogos el año pasado y no cumplieron, así ya están formando y creando una ruta electoral incumpliendo con sus promesas de que no habría elecciones con el régimen, violentando contra su mismo mantra que el país apoyó: cese de usurpación, gobierno de transición y elecciones libres. Repitiendo así, el ciclo del fracaso.
Es ilógico buscar salidas políticas a nuestro conflicto, en especial, porque ya se probaron y los resultados fueron catastróficos. Por eso es kafkiano: la necedad con la que la “oposición” insiste en evadir sus responsabilidades es simplemente absurda y solo se explica desde la complicidad.
No hay otra razón para que, colaboracionistas abiertos de la dictadura, estén dentro de la oposición y cerca del presidente Guaidó y, mientras tanto, políticos que, con sus aciertos y fallos han demostrado estar firmes con la causa libertaria –como María Corina o Diego Arria– estén alejados del interinato. Esas señales se deben leer y no pueden tolerarse, si dejamos pasar los vicios de la oposición, lamentablemente, no solo no saldremos del chavismo, sino que vamos a terminar por convertirnos en fieles serviles del sistema que ha destrozado los valores de la sociedad, fomentado su decadencia y pérdida.
Hace no mucho tiempo escribía el artículo No queremos líderes camaleónicos, que vino a raíz de la entrevista del presidente Guaidó a la revista Clímax. En ella, leímos a un Juan Guaidó incoherente, tanto en materia política como ideológica, y esto fue por cometer el error de intentar quedar bien con Dios y el diablo. En el caso venezolano, la ciudadanía, no puede permitir ningún tipo de falsa neutralidad que está desafinada con la situación que vive el país, ¿cuál es el miedo de afrontar de que el régimen no saldrá pacíficamente ni por la vía política? Hay que saltarse de una vez por todas esta etapa de negación, porque el país tiene una enfermedad que necesita de un tratamiento severo para poder corregirse antes que sea demasiado tarde, si no lo es ya.
Llama poderosamente la atención que, mientras el régimen arremete contra la integridad de familiares y allegados de Guaidó, aún no se estén movilizando para generar lobbies necesarios con los aliados para buscar una salida de esta índole. Por contrario, se reúnen chavistas y colaboradores para formar un CNE con nuevos nombres, pero con la inexistente reserva moral de siempre.
Hoy el presidente de Colombia, Iván Duque, envió un mensaje contundente: “”América Latina necesita ver rápidamente una transición en Venezuela (…) en Colombia hay 1,7 millones de migrantes y necesitamos entre todos los países acelerar esa transición”. Un mensaje que deja claro la necesidad de despojar al régimen del poder, ¿cómo se llega a ello? Pienso que el primer paso es romper definitivamente con toda la red cohabitadora que le sigue el juego. Porque hay que ser francos y sinceros, la clase política opositora cada vez que pudo, proporcionó oxígeno a Maduro y compañía.
El mensaje del mandatario Iván Duque, además, tiene una razón por la cual Colombia podría ayudar en una coalición, así mismo, varios aliados de la región pueden tener razones para convencerlos de unirse. Lo lógico sería empezar a explotar esas necesidades, para llegar a acuerdos mediante unas negociaciones. El beneficio puede ser muy grande para todos.
La ciudadanía juega el rol clave de no dejarse malabarear, de no caer en las trampas, debe demostrar que no está dispuesta a seguir inmersa en el círculo vicioso que el régimen y sus cómplices han implementado y perfeccionado durante estos años. Si bien los venezolanos nos encontramos en un estado de suma vulnerabilidad, con unos verdugos implacables dispuestos a cometer las peores atrocidades con tal de mantener su poder, y con unos supuestos justicieros – que no son más que buenos oportunistas en su mayoría – intentando llegar a Miraflores pero sin romper con el podrido sistema.
Que quede claro: es kafkiano, porque la repetición del ciclo electoral se sostiene sobre bases inexistentes, puro realismo mágico. “No perder los espacios” es algo que alegan como respuesta a todo, como si eso en realidad sirviera, lo repiten mil veces a ver si se transforma en verdad.
No lo olviden: la justicia le llegará no solo al régimen chavista de Maduro, sino a todos aquellos que gozaron de beneficios personales y utilizaron la crisis para subir de status político y/o económico. El país los marcará y recordará, ¿acaso piensan que las ollas no se destapan? ¡Se equivocan! Dentro de un tiempo, cuando el círculo al fin este roto, los venezolanos no olvidarán quién no quiso ver la verdadera naturaleza de la bestia que enfrenta Venezuela. No será rencor ni odio o resentimiento, será la justicia poniendo en su lugar merecido a los traidores del país y cómplices de las muertes de miles. Van por ese camino.
Emmanuel Alejandro Rondón es estudiante de periodismo. Redactor y coordinador de fútbol internacional en VAVEL, España, radio y televisión. Twitter: emma_rondn26