José María Hernández
Asunción, 8 ago (EFE).- El presidente electo de Paraguay, el conservador Mario Abdo Benítez, asume dentro de una semana la Presidencia en medio de una protesta ciudadana contra la corrupción política, que ha logrado que uno de sus aliados renuncie a su escaño de diputado.
La ceremonia de investidura, el 15 de agosto, marcará el fin de mandato de Horacio Cartes y el relevo de Abdo Benítez, también del Partido Colorado, quien desde el comienzo de su campaña electoral se comprometió a combatir la corrupción que afecta a la clase política y al estamento público.
En vísperas de su toma de mando, quien ha personificado el hartazgo ciudadano contra esa corrupción es el diputado José María Ibáñez, que repetía escaño tras las elecciones de abril y pertenece a Colorado Añetete, la corriente del partido que lidera Abdo Benítez.
Unas 2.000 personas se reunieron este lunes frente al Congreso para celebrar la renuncia de Ibáñez, que se vivió como una victoria ciudadana frente al corporativismo de la clase política, que días antes impidió que prosperara la pérdida de investidura del diputado.
De hecho, la protesta, impulsada por organizaciones estudiantiles, había sido organizada para repudiar al parlamentario y también a esa votación en la Cámara Baja, aunque el anuncio horas antes de Ibáñez convirtió la convocatoria en un triunfo ciudadano y a su vez en un mensaje al Gobierno entrante.
Y es que la renuncia se produjo tras una campaña de rechazo a Ibáñez acompañada de escraches frente a su domicilio y el boicot de varios establecimientos y restaurantes de Asunción, que prohibieron el ingreso del diputado en base al derecho de admisión.
Ese señalamiento público, y la factura política que podía pasar a Abdo Benítez, fue la que motivó la renuncia de Ibáñez a su escaño.
Ello días después de que se defendiera en la Cámara Baja, donde salvó el cargo debido a las abstenciones de 42 diputados, que con ello evitaron su perdida de investidura.
En términos cuantitativos el caso Ibáñez no hace historia en cuanto a corrupción política en Paraguay.
Pero sí en el aspecto ético, ante un diputado que había reconocido su delito y, sin embargo, no observaba conflicto alguno en repetir escaño.
El asunto se destapó en 2013, cuando la prensa forzó al Poder Legislativo a publicar los nombres y sueldos de sus funcionarios, lo que reveló la contratación por parte de parlamentarios de familiares y allegados.
Los datos sirvieron para conocer que Ibáñez pagaba a cada uno de los tres cuidadores de una propiedad suya 2,5 millones de guaraníes (435 dólares actuales) a través del Congreso.
El congresista reconoció los hechos y propuso una donación de 200 millones de guaraníes (34.800 dólares) a varios hospitales públicos a modo de reparación.
La Justicia aprobó esa oferta y la Fiscalía no puso obstáculos, por lo que Ibáñez, acusado de estafa, quedó impune y se libró de una pena de entre cinco y siete años de cárcel.
A partir de ahí se reforzó el frente en las redes sociales contra Ibáñez y por extensión contra la corrupción, y también con el punto de mira en la Justicia, que en Paraguay no la logrado eludir una imagen de funcional al poder político.
Ese descontento ciudadano fue también recogido durante su campaña electoral por Abdo Benítez, que ha blandido la espada contra la impunidad como el principal mal derivado de la corrupción.
Si bien Abdo Benítez ha visto, a días de su investidura, cerrado el caso Ibáñez, grupos de ciudadanos ya han anunciado escraches y mas acciones contra otros legisladores que están imputados, entre ellos algunos del Partido Colorado.
Uno de los casos más mediáticos es el del senado Óscar González Daher, que fue despojado a finales de la legislatura pasada por un presunto tráfico de influencias como miembro del Jurado de Enjuiciamiento de Magistrados.
No obstante, González Daher fue electo en abril, aunque como aliado de Cartes, que preside la oposición interna a Abdo Benítez en el Partido Colorado.
Desde el entorno de Abdo Benítez ya han señalado que toman nota de ese malestar de parte de la ciudadanía, y a la espera de si estudiantes y otros sectores dan un tiempo de confianza para que el nuevo Gobierno traduzca sus promesas en hechos.