Sao Paulo, 31 oct (EFE).- El presidente electo de Brasil, Jair Bolsonaro, ha rebajado su discurso en las últimas semanas al matizar algunas declaraciones de corte machista y homofóbico y retractarse de otras, como dejar el Acuerdo de París sobre cambio climático o abandonar la ONU.
Bolsonaro, quien ganó la segunda vuelta presidencial del domingo pasado con un 55 % de los votos, ha ofrecido a lo largo de la campaña electoral un abanico de propuestas ambiguas que ha ido esclareciendo o rectificando con el paso de las semanas.
El hasta ahora diputado dijo y desdijo en los últimos días sobre la fusión de los ministerios durante su futura gestión y ayer aclaró cómo será la estructura de su Gobierno a partir del 1 de enero, el cual tendrá “15 o 16 ministerios”, de los 29 actuales.
Bolsonaro decidió crear un gran Ministerio de Economía, que asumirá las responsabilidades que ahora se dividen entre Hacienda, Planificación e Industria y Comercio Exterior, y unificará los despachos de Agricultura y Medio Ambiente.
Ambas propuestas fueron barajadas inicialmente, pero la presión de diversos sectores durante la campaña llevó al capitán de la reserva del Ejército a prometer su revisión. Finalmente y tras una reunión con su equipo de confianza, Bolsonaro dio el visto bueno y aprobó la fusión de los ministerios.
Todavía no aclaró quién será el ministro de Justicia, aunque ya ha avisado que quiere al juez Sergio Moro, responsable de la operación Lava Jato, como titular de la cartera o futuro magistrado del Tribunal Supremo cuando se abra la próxima vacante, en 2020.
Moro, quien condenó al expresidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva a prisión por corrupción, dijo que se sintió “honrado” y se comprometió a evaluar una posible invitación por parte de Bolsonaro.
Uno de los puntos más polémicos de su campaña llegó cuando avisó que, en caso de victoria, dejaría el Acuerdo de París, firmado por 195 países para limitar el calentamiento global.
Su propuesta generó la reacción de diversas organizaciones a nivel nacional e internacional y, en medio de la presión, garantizó que continuará en dicho acuerdo siempre y cuando se asegure la soberanía de Brasil.
Contrario a las organizaciones de derechos humanos, Bolsonaro llegó a afirmar que el país suramericano abandonaría la Organización de Naciones Unidas (ONU) al considerarla “una institución que no sirve de nada” y es “una reunión de comunistas”.
“Jamás pensaría en salir de la ONU. Es salir del Consejo de los Derechos Humanos de la ONU”, aclaró posteriormente.
Bolsonaro captó la atención nacional e internacional por sus polémicas declaraciones y se ha visto obligado a suavizar sus palabras y retractarse a medida que las encuestas preveían su triunfo en las elecciones.
Se disculpó por las frases explícitamente homofóbicas pronunciadas a lo largo de su carrera como diputado, en la que llegó a decir que prefería un hijo muerto a que fuera gay, y atribuyó otras polémicas a “discursos inflamados”.
Días antes de ganar las elecciones, Bolsonaro se dirigió a sus seguidores de Sao Paulo a través de una videoconferencia, en la que advirtió que los “rojos”, en referencia a la izquierda”, serán “prohibidos de nuestra patria”.
En una entrevista realizada esta semana, tras ser elegido presidente, aseguró que fue un “momento de desahogo” y un “discurso acalorado”, en el que “no ofendió la honra de nadie” y apostó por la unión de todos los brasileños.
A pesar de equilibrar y dar marcha atrás en algunos comentarios, Bolsonaro continúa siendo condescendiente con la última dictadura militar en Brasil (1964-1985) y se mantiene ambiguo cuando es cuestionado sobre algunas declaraciones, como cuando ante las cámaras de televisión le dijo a una diputada que no la violaría porque “no lo merecía”.
“Fue un acto reflejo, las disculpas que yo pido son para la sociedad, que fue desinformada sobre la verdad de los hechos”, resaltó recientemente el futuro presidente de Brasil.
En el ámbito económico, Bolsonaro ha dado un giro liberal a su agenda, guiado por su consejero Paulo Guedes, y afirmó que iba a “privatizar” y “extinguir gran parte de las estatales”
Más tarde, precisó su promesa y advirtió que no se tocaría el “núcleo duro” de la petrolera estatal, Petrobras. También se mostró contrario a la venta de activos del sector de generación de energía y declaró que es posible “conversar” sobre la privatización de la parte de distribución.