Moscú, 17 ago (EFE).- El presidente de Bielorrusia, Alexandr Lukashenko, y la oposición han entrado en una guerra de nervios en la que nadie cede un ápice. Lukashenko ofreció una reforma constitucional para acabar con las protestas, mientras la oposición se plantea negociar una amnistía si él abandona voluntariamente el poder.
“Mientras no me maten, no habrá otras elecciones”, dijo Lukashenko al reunirse con los trabajadores de la planta de tractores VOLAT en Minsk. Imitando las palabras del tirano de América, Nicolás Maduro, quien en marzo del presente año declaró “de aquí me sacan muerto“, refiriéndose al poder en Venezuela.
Después de que la oposición congregara el domingo a más de 200.000 personas en la calle en la mayor manifestación de la historia de Bielorrusia, Lukashenko apeló desesperadamente a su antaño granero electoral, las fábricas estatales.
LOS OBREROS CONTRA LUKASHENKO
Intentó minimizar las informaciones de que las principales empresas y fábricas del país se han declarado en huelga -“en general, las fábricas están trabajando”, dijo-, pero la operación de propaganda se topó con la ira de muchos trabajadores.
“¡Vete! ¡Vete! ¡Vete!”, gritaban los trabajadores ante la atónita mirada de Lukashenko y de los funcionarios que le acompañaban.
En un caso sin precedentes, la televisión pública emitió en directo la reunión en la que Lukashenko respondió que los trabajadores “siempre apoyaron al presidente” y que “no hay cosa peor en la vida que la traición”.
“Yo nunca los he traicionado y nunca lo haré”, aseguró, al tiempo que advirtió de que al que quiere declararse en huelga para protestar contra el fraude electoral y la represión de las protestas, tiene “la puerta abierta”.
Justo después de la reunión se supo que todas las minas de Belaruskalia, una de las mayores compañías de fertilizantes del mundo, habían dejado de operar, al igual que la Fábrica Metalúrgica Bielorrusa.
REFORMA CONSTITUCIONAL
Lukashenko insistió en que las elecciones presidenciales del 9 de agosto transcurrieron “civilizadamente”, aunque no ha presentado evidencias y todo demuestra lo contrario.
Insistió en que “el poder nunca caerá”, llamó a los bielorrusos a “armarse de paciencia” y advirtió contra una nueva ola de protestas antigubernamentales.
“Sí, no soy ningún santo. Ustedes saben que puedo ser duro. Si inundan las calles, lo soportaremos. Pero si deciden salir a hacer el vándalo, responderán por ello. Esa ya será una conversación entre hombres”, advirtió.
POSIBLE AMINISTÍA PARA LUKASHENKO
En respuesta, la oposición bielorrusa, que había demandado a Lukashenko que dejara el poder de manera incondicional, mencionó hoy la posibilidad de que el considerado durante muchos años como el último dictador de Europa no sea finalmente procesado.
“Si Lukashenko se marcha ahora y si entrega voluntariamente el poder, creo que no será perseguido (…), es cuestión de negociarlo”, dijo Valeri Tsepkalo, aspirante a la presidencia exiliado, a la agencia rusa Sputnik.
Tsepkalo, exembajador bielorruso en EEUU, adelantó que mañana martes mantendrá consultas con congresistas y senadores estadounidenses para abordar la situación en la antigua república soviética.
El traspaso de poder pacífico al que aspiran los opositores y que daría pie a la convocatoria de nuevas elecciones presidenciales sería dirigido por la líder de la oposición unificada, Svetlana Tijanóvskaya, en el exilio en Lituania.
“Estoy dispuesta a asumir responsabilidades y a actuar en este período en calidad de líder nacional, para que el país se calme, recobre su ritmo normal”, dijo hoy en un mensaje de vídeo.
Tijanóvskaya subrayó que el objetivo de la transición es liberar a todos los presos políticos y aprobar la legislación necesaria para la convocatoria de nuevos comicios.
“Auténticos, limpios y transparentes, que sean reconocidos sin cortapisas por la comunidad internacional. Todos queremos salir de este círculo infinito en el que nos encontramos atrapados desde hace 26 años”, agregó.