Hoy un amigo me despertó con una llamada bien temprano por la mañana. Me llamo para recordarme que hace cuatro años, el mismo me despertara para comunicarme que en Honduras habíamos amanecido sin presidente. Amanecido así porque el Estamento Jurídico había funcionado como nunca antes, aplicándo la ley a un funcionario público que se había deslegitimado con sus propias acciones hacía ya muchos meses.
Hoy, cuatro años después, estamos en un escenario más difícil aún, frente a un gobierno abusivo, corrupto, violador de la ley, y cínico que sólo se ha encargado de violentar, las leyes para beneficiar a sus círculos de políticos y empresarios afines. Pero hoy más que hace cuatro años, la solución está en las manos de los hondureños, ya que estamos a poco menos de cinco meses para que se lleven a cabo las elecciones generales, en las que acudiremos a las urnas para elegir a un nuevo presidente, y un nuevo parlamento.
El escenario político no es fácil. Son nueve partidos políticos quienes están en esta pugna; el escenario económico no es más alentador, ya que en un país de 8 millones de habitantes, solo 1.4 millones tienen un empleo, y 2 millones viven con menos de US$1.00 diario. Y cuando pasamos al escenario social, nos encontramos con un país en llamas debido al crimen organizado, el narcotráfico, y la violencia en general que se incrementa día a día debido a la ineficiencia de las autoridades y la pobreza, desempleo y necesidad en que han sumido al país.
Con esto no quiero hilar la situación actual con los eventos del 28 de Junio del 2009. La crisis actual es un hecho aislado de aquel tiempo debido a que el gobierno en turno lejos de buscar una solución al embrollo que esa crisis generó — se ha dedicado a agudizarlo, alimentando la burocracia, el aparato estatal, el despilfarro, y todo aquello que vaya en detrimento del país en todos sus aspectos.
Pero no todo es negativo, ni desesperanza, porque los hondureños tenemos una solución a la vista, y haremos uso de ella para regalarle a nuestro país un mejor destino, un futuro lleno de paz, prosperidad y calma.
El mundo debe saber que Honduras no tiene un panorama fácil, pero también debe saber que tiene hijos e hijas valientes y que lucharán para que el sistema democrático se mantenga. Acudiremos a las urnas para acabar con votos junto a esta pesadilla que comenzó hace cuatro años, y haremos que tenga fin en las próximas elecciones generales.