La búsqueda de la reelección presidencial en 2009 fue lo que llevó a Honduras a una profunda crisis institucional, al punto de terminar destituido el mandatario Manuel Zelaya Rosales y dejar como secuela una sociedad polarizada. Pero esto parece haber sido olvidado por el actual partido de Gobierno, el Partido Nacional (PN), quien alza la voz a favor de este mismo mecanismo.
Con alto grado de asombro vimos este lunes en los noticieros el anuncio de que un grupo de diputados del PN había introducido a la Sala de lo Constitucional de la Corte Suprema de Justicia un recurso de inconstitucionalidad contra el primer párrafo del artículo 239… de la Constitución.
El mismo texto que antes fuera visto como una salvaguarda de la democracia, ahora se ve como un obstáculo para la reelección del actual presidente Juan Orlando Hernández, quien en varias ocasiones ha manifestado sus intenciones de quedarse 50 años en el poder.
¿Cómo puede ser que algo que está en la Constitución sea inconstitucional? El juego de palabras lo responde, pero en general es la pregunta que prevalece en el sin sentido que estamos presenciando en Honduras. Los constituyentes de 1982 inscribieron este artículo para frenar los deseos de presidentes de eternizarse en el cargo, como había ocurrido en el pasado, con saldos de varios cruentos golpes de Estado que dejaron grandes lesiones a Honduras.
Lo que mas allá del tema político sorprende en esta movida es que lo que antes era malo en otro Gobierno, ahora es bueno; y cómo con argumentos absurdos quienes en 2009 sacaron a Zelaya hoy son los que allanan el camino a una reelección continua para instaurar una dictadura, tal vez no de presidente, pero sí de partido.
Es importante dar a conocer que el gobernante PN ha hecho un trabajo muy fino y sistemático enfocado en dos vías.
Primero, desarticularon sistemáticamente a todos los frentes que hubieran sido una oposición fuerte en este momento: desde la sociedad civil organizada coyunturalmente en 2009, hasta las instituciones políticas que serían opositores naturales ante este claro acto de autoritarismo.
Y en segundo lugar se apropiaron de todas las instituciones y órganos vitales del Estado, como el Tribunal Supremo Electoral y el Comisionado Nacional de los Derechos Humanos, que en esta ocasión no tendrán voz propia debido a su alta politización y dependencia del PN.
Honduras atraviesa un momento difícil en su economía, seguridad, sistema de salud y en muchos otros aspectos, por lo que la continuidad o no de un presidente no debería ser un tema de agenda nacional. Primero podría ocuparse de los temas que mantienen al país aún con dudas acerca de su buen desempeño como gobernante.
En Honduras no queremos hablar de reelección, no queremos discutir si es continua o alterna y muchos menos que el exprimer ciudadano de la nación regrese al poder. Queremos hablar de desarrollo, apoyo al agro, mejoras en la red vial, generación de empleo, de la celeridad en eliminar la mora judicial y modernización de la educación, porque esos sí son temas que preocupan a la población en su vida cotidiana.
Editado por Daniel Duarte