EnglishPara comprender el proceso que ha vivido Guatemala antes, durante y después de la renuncia, y el inicio del proceso de juicio de Otto Pérez Molina, es inminente buscar la opinión de expertos que descifren los cambios sociales que se han dado en este país centroamericano.
Para ello, PanAm Post buscó al doctor Pedro Trujillo, director del Instituto de Estudios Políticos y Relaciones Internacionales (EPRI) de la Universidad Francisco Marroquín, quien con expresiones aterrizadas y contundentes explica este histórico proceso.
¿Qué ha cambiado en Guatemala a raíz de la renuncia de Otto Pérez Molina?
Ha cambiado el país, ha cambiado todo, porque hasta que Pérez Molina no renunciara, la dinámica de este país se podría decir que era la de un electroencefalograma plano, este país no se movía por nada; aquí había 15 asesinatos diarios, sino más; 200 muertes de pilotos al año, cuando no más; secuestros, violencia de maras, crisis económica, y nada se movía. Desde abril hasta ayer —jueves— que cambia el Presidente, cambió el país y su vida por venir.
¿Qué hizo que el guatemalteco cambiara su actitud?
Esto es una revolución, esto es como la revolución rusa, como la mexicana, como la francesa pero en el siglo XXI, que no han habido revoluciones en el mundo occidental, y como tal, una revolución requiere la concurrencia de varios factores: el número uno, la juventud. Aquí los viejos que estaban en un estatus quo, que habíamos hecho un cambio de dictaduras a democracias en todo el mundo, pero lo que no supimos hacer fue cambiar las democracias por democracias efectivas, y eso es lo que ha hecho esta juventud.
Lo segundo, las redes sociales o las nuevas tecnologías; hacen todo a una velocidad que no entendemos quienes no somos millenials; y lo tercero, es una nueva Comisión Internacional contra la Impunidad en Guatemala (Cicig), porque lleva nueve años en el país, pero no había pasado nada hasta que no tuvo un nuevo comisionado que atacó el problema de fondo, sin distraerse en otros problemas, como el crimen organizado y el narcotráfico, que no eran problemas de este país, aquí era la corrupción.
¿Cómo logra Guatemala dar un ejemplo de paz como el que ha dado durante todo este proceso, cuando no es el escenario que estamos acostumbrados a ver en América Latina?
Esa es la pregunta del diamante. Sí la revolución francesa guillotinó, la rusa mató a 20 millones de rusos y la mexicana fue por las armas, esta revolución es otra dimensión, porque mientras el presidente estaba siendo trasladado para ser juzgado, el ciudadano estaba almorzando; a mi se me eriza la piel.
La ciudadanía llegó anestesiada, y respiró diciendo “por fin” y se sentó almorzar en lugar de irse a matar, porque el tiempo de manifestación había relajado el alma y el espíritu, y ya se había pasado del corazón a la razón. Por otro, lado esta no es una sociedad violenta, sino que hay mucha violencia en la sociedad, que viene de un conflicto armado, y creo que la mejor catarsis que se puede hacer es pasar del conflicto a la paz. Todo esto es digno de una tesis doctoral.
¿Cómo lo que sucedió coloca a Guatemala en el plano internacional?
Guatemala, siendo un país pequeño, con muchos retos sociales y económicos, le ha dado un ejemplo al mundo, especialmente al occidental no tan desarrollado como América Latina, ya que tenemos corrupción, autoritarismo, poder desmesurado, falta de justicia; factores que no son específicos de este país, y de pronto, estos 15 millones de ciudadanos tan dispares se ponen de acuerdo, sin saber cómo, haciendo las cosas en paz, de forma racional y sin linchamientos.
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¿Qué podemos esperar para los comicios?
Antes de ayer habían dos posturas únicas, ir a votar y no ir a votar, pero luego de que el presidente renuncia, es capturado y enjuiciado la gente se inclina más por el “hay que ir a votar”, porque es esa paz, ese “por fin vencimos la corrupción”; se transforma en “tenemos que seguir venciendo lo que sigue”, porque el futuro pasa por votar y cambiar.
Para el domingo podríamos hacer historia nacional en el incremento de la participación, fundamentalmente en núcleos urbanos, porque hay una concienciación social de que hay que ir a votar para derrumbar el régimen de corruptos y elegir a los que uno cree que lo pueden hacer mejor.
¿A qué se puede enfrentar el nuevo presidente de Guatemala?
Se tiene que enfrentar a retos internos, como que en este país llevamos un año que no hablamos de economía ni finanzas, así que hay que arreglar este tema si queremos seguir avanzando. Por otro lado es la seguridad, aquí sigue habiendo problemas en ese tema, y el tema social, porque aquí hay buena parte de la población todavía precaria.
El que venga no la va a tener fácil, pero creo que se viene un pacto social donde el que entre, deberá ser muy honesto, dejando ver lo que puede hacer con metas alcanzables posibles.
¿Cuál es el papel de la sociedad guatemalteca de aquí en adelante?
El ciudadano debe estar interesado en la política, porque esta no es exclusiva de los políticos, ya que en el destino mío, que al final es el destino del grupo en donde yo vivo, solo hay una persona que lo puede marcar: yo. Para ello hay que ser ciudadano de tiempo completo. Si el político va a subir los impuestos, yo tengo que entenderlo y saber como fiscalizarlo; si el político va a cambiar los jueces, yo debo entender qué, cómo y cuándo, y si no protestar.
Lo que no puedo es decir: “yo voto y que lo hagan”, porque eso hemos hecho, y ha habido un divorcio que ha entendido la democracia como una participación formal, no como una participación activa que entienda su responsabilidad, en donde el político se sienta fiscalizado y el ciudadano empoderado.