EnglishNunca me deja de sorprender cómo la industria cinematográfica estadounidense es capaz de exponer las más grandes violaciones a la ley que su mismo Gobierno comete, y Sicario es un triste ejemplo de ello.
Sicario es un film que se desarrolla en la zona fronteriza de Estados Unidos y México, área que como el mismo título de la película en español destaca, es “Tierra de Nadie”. Durante la trama se evidencia como los carteles del narcotráfico operan a sus anchas en el norte de México, pero también como las fuerzas de seguridad estadounidenses cometen abusos en aras de combatir el tráfico de drogas.
Kate, personaje que protagoniza Emily Blunt, es una idealista agente del FBI que es reclutada por un oficial de una fuerza especial de élite gubernamental para ayudar en la creciente guerra contra el narcotráfico. Su misión es erradicar un cartel de la droga responsable de los asesinatos de varios miembros de su equipo.
En esta misión, Kate se encontrará con un modus operandi que nada tiene que ver con su accionar profesional, lo cual le crea un conflicto ético y emocional al reconocer que todas las acciones de su equipo están al margen de la ley.
Sus nuevos compañeros, Ted (Jon Bernthal), Matt (Josh Brolin) y Alejandro (Benicio del Toro), un enigmático asesor de cuestionable pasado, le muestran cómo hacen para abordar la situación con la que se enfrentan.
El equipo se embarca en un viaje clandestino en el que cruza la frontera con México para lograr atrapar a un importante capo de la droga. Una vez en el país vecino, las cosas se complican, al darse cuenta de que todo es más peligroso de lo que creían y cuando la mujer se ve obligada a cuestionarse todo en lo que creía con el fin de sobrevivir.
Esta trama, de movimientos rápidos y diálogos cortos, refleja el lado oscuro de la lucha contra las drogas, que tiene un submundo al margen de la ley, y que se puede volver igual o más violento que la guerra que se da entre los mismos traficantes de drogas a los que persiguen las autoridades.
[adrotate group=”7″]El nombre “sicario” tiene una connotación ambigua en esta película, y en él radica el delito de ambos bandos involucrados, ya que al crear un sistema de erradicación clandestino que usa como fachada a instituciones como el FBI y la DEA, se convierten en viles asesinos a sueldo que no ven más allá de exterminar, porque como ellos mismos dicen, “procesando judicialmente no ha cambiado nada en las calles”.
El personaje de Kate ejemplifica los sentimientos y pensamientos que muchos como espectadores tenemos al mirar el despojo y hasta cinismo con el que los creadores de Sicario exponen una realidad que a todas luces supera la ficción, al ver la impunidad con que la ley de un país se impone sobre el otro.
La guerra contra las drogas, lejos de dejar resultados, provoca más y más víctimas y una estela de muertes que parece cada vez más grande; y que parece que, más que querer ser detenida, beneficia a ambos bandos que pelean por el poder político, el territorio y el dinero.
En esta ocasión la trama se desarrolla en la zona fronteriza mexicana, pero, es un escenario que podemos ver replicarse en Colombia, Honduras, Guatemala o cualquier país que esté en el llamado “corredor de la muerte” que desemboca en Estados Unidos, país que, paradójicamente, es el mayor consumidor de sustancias ilegales, y a la vez actúa de redentor de los países que sufren las consecuencias para que estas sustancias lleguen a su suelo.