El conflicto armado en Guatemala sigue creando mucha polémica a lo interno de este país, así como confrontación entre la ciudadanía. Para tener un panorama amplio de lo que sucede y lo que podría pasar a raíz de las últimas medidas tomadas por la Comisión Internacional Contra la Impunidad (Cicig), PanAm Post entrevistó a Ricardo Méndez Ruíz, presidente de la Fundación contra el Terrorismo, y quien fuera víctima de secuestro por parte de la guerrilla durante el Gobierno del expresidente Efraín Ríos Montt, en la década de 1980.
¿Cómo interpreta usted las capturas de los militares supuestamente involucrados en el denominado genocidio, durante el conflicto armado interno?
Antes que nada es importante señalar el fin primordial que se persigue con esas capturas. Al principio nosotros veíamos una venganza ideológica o incluso solamente una venganza en contra de quienes los derrotaron a ellos (la extrema izquierda guatemalteca) en el enfrentamiento armado interno. Conforme pasó el tiempo, nos dimos cuenta de cuál es el verdadero interés de esta gente, y es un interés de lucro manifiesto que tiene por objeto obtener millones de dólares que están detrás de los resarcimientos, y que se consiguen principalmente con las condenas de la CIDH.
Hasta el día de hoy se ha pagado en Guatemala una cantidad cercana a US$120 millones en concepto de resarcimientos, recursos que van a supuestas víctimas del conflicto armado interno, luego esto cambió a los parientes de estas víctimas; pero lo peor de todo es que este dinero no queda en manos de quienes debería o debió haber quedado, que son en su gran mayoría campesinos de muy escasos recursos, sino de intermediarios inescrupulosos.
Esto es parte de un entramado sumamente complicado, de activistas de derechos humanos que son descendientes en muchas oportunidades de terroristas del conflicto armado o personas que surgieron de manera espontánea cuando vieron lo interesante del negocio que representa el negocio de los resarcimientos.
¿Cómo valora el actuar de la Cicig?
La Cicig es un órgano creado a la sombra de la sombra de las Naciones Unidas, y digo a la sombra porqué existe cierta informalidad en la manera en que esta funciona; no es supervisada por la ONU, no puede ser supervisada por Guatemala, no la supervisa ni fiscaliza la OEA, es supraconstitucional y goza de una total inmunidad que se traduce en impunidad. Esta organización, cuyo marco de acción está perfectamente definido, es la que se ha encargado de las últimas capturas a estos miembros del ejercito.
De la subversión mutaron a la “oenegización”, es decir que pasaron a ser ONG de extrema izquierda que manipulan la aplicación de la justicia
Esas capturas significan una grave violación al Principio de Legalidad, porque se ha extralimitado en sus funciones y ha intervenido en temas relacionados con la guerra, tema que fue motivo de una de las principales discusiones durante la conformación de la Cicig hace ya una década, cuando se discutía qué venía a hacer a Guatemala, y al final el tema del conflicto armado quedó fuera; sin embargo ahora está interviniendo en ese tema, tirando por la borda cuales son sus límites en cuanto al estado de Legalidad, y detrás de esto sigue estando un vil negocio sucio, de corrupción, es plata lo que hay detrás de esto.
Y si nos vamos al génesis de todo esto, ¿cree que hubo o no genocidio?
Su sola pregunta denota una condición histórica muy importante en cuanto al supuesto genocidio en nuestro país. El hecho de que se esté cuestionando de que si hubo o no genocidio denota que no lo hubo. No puede ser que un delito tan terrible, tan notorio como este, que sería lo mismo que un terremoto, sea objeto de cuestionamiento.
No ocurrió tal cosa en nuestro país, la guerra que se dio en Guatemala fue sumamente fuerte, duró 36 años, con su pico de violencia más alto entre 1979 y 1984; y sí, hubo excesos de ambas partes, hay masacres registradas y perfectamente documentadas del ejército marxista con víctimas numerosísimas, pero eso no constituyó un genocidio.
Una pieza fundamental en todo este andamiaje es la exfiscal Claudia Paz y Paz, y digo es porqué a pesar de que ya no es parte formal del Ministerio Público, sigue siéndolo de modo informal porque muchas de las personas de su confianza siguen trabajando allí y otras migraron hacia la Cicig y ahora fueron colocadas en puestos de mucha importancia en el Ministerio del Interior.
Ahora que menciona a la exfiscal Claudia Paz y Paz, ¿cree que pueda estar implementando este mismo modelo que usted menciona al caso de Ayotzinapa?
No lo creo, estoy absolutamente seguro de que es así. La especialidad de Paz y Paz es precisamente fabricar culpables y no encontrar responsables, eso fue lo que hizo en Guatemala. Y si de por medio está el tema ideológico como creo está en el tema Ayotzinapa, pues ella se encuentra en México haciendo lo que ella mejor sabe hacer, fabricar culpables.
¿Ha mutado de alguna manera el accionar de la guerrilla en Guatemala?
[adrotate group=”7″]Ellos mismos han expresado que de la subversión mutaron a la “oenegización”, es decir que pasaron a ser una gran cantidad de ONG de la extrema izquierda que manipulan la aplicación de la justicia, el tema de los resarcimientos, que se lucran con la confrontación de los guatemaltecos y esto tiene como consecuencia que la inversión extranjera se vaya a otros países, ya que la subversión sigue minando el desarrollo en Guatemala.
¿Cómo podría comparar el tema de la guerrilla en Guatemala con el proceso que está viviendo actualmente Colombia con el proceso de paz?
En Guatemala hace un par de años hubo personal de las Fuerzas Armadas colombianas asesorándose sobre los errores que se cometieron aquí con el proceso de paz, desafortunadamente recurrieron a las personas equivocadas y me puedo referir a miembros del Ejército, como el General Balconi Turcios, una persona que demostró una abierta simpatía hacia la guerrilla.
Yo veo a Colombia muy próxima a una crisis como la que padece Guatemala, luego de que se firme la paz, veo a un presidente colombiano que está precipitando el acuerdo de esa firma, eso dejará en indefensión a las Fuerzas Armadas colombianas después de que concluya ese proceso, e indudablemente comenzarán juicios en contra de militares.
Los colombianos deben tener muy presente que quienes están llevando ahora las riendas de la confrontación en Guatemala no son, en su gran mayoría, personas que participaron en el conflicto armado interno; algunos sí, pero no la mayoría. Estos son un grupo de oportunistas que vieron una mina de oro en los procesos en contra de los militares.