Luego de dos semanas del paso del huracán Matthew por Cuba, que dejó afectada la región oriental de la isla, la ayuda internacional comienza a llegar, sin embargo esta no está al alcance de todos los afectados, siendo la distribución de alimentos uno de los puntos más críticos.
El padre Mateo Costinobi declaró que los alimentos no están siendo suficientes y que por una semana estuvo detenida su distribución. El párroco dijo que la organización católica Cáritas, ubicada en Guantánamo, fue la primera en socorrer con alimentos a los pueblos cercanos a esa localidad y durante esta semana esperan repartir ropa que han recolectado en La Habana, pero por el momento no tienen información de ayuda que provenga de Miami,
El gobierno cubano autorizó la entrada de aviones con ayuda de Japón, vía Miami, sin embargo se ha negado a autorizar donaciones cuyo origen sea directamente de Estados Unidos.
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“El problema es que el gobierno de Cuba no está permitiendo que entre al país ayuda de emergencia proveniente de Estados Unidos” confirmó José Espino, sacerdote de Hialeah, Florida.
Espino está colaborando en coordinar la ayuda con las diócesis de Guantánamo y Baracoa y aseguró que hay intención de ayudar a la isla, pero la iglesia en Cuba no ha podido obtener el permiso para que esta ayuda ingrese al país, dentro de la que se encuentra un avión con alimentos.
Mientras se consiguen los permisos, la Iglesia Católica de Miami ha enviado donaciones monetarias a la Iglesia en Cuba para que se compren los alimentos y demás insumos que se necesiten para ayudar a los damnificados.
Otras instituciones afines a la institución religiosa como Catholic Relief Services usará esta misma estrategia y enviará dinero a Cáritas Cuba para que de igual forma compren víveres dentro de la isla.
“El problema de comprar en el mercado local en Cuba es que no hay ventas al por mayor y comprar grandes cantidades significa que habrá menos para otras personas en Cuba, así que la Iglesia está comprando víveres en pequeñas cantidades” explicó el sacerdote Espino.
Fuente: El Nuevo Herald