EnglishA finales de 2013 se calculaba que cerca de 1.200.000 venezolanos vivían en el extranjero, y se estima que esta cifra vaya en aumento. Luis Vicente León, director de Datanálisis, informó la semana pasada que al finalizar este año escolar (en unas pocas semanas) se espera la mayor oleada de emigración desde Venezuela en toda su historia.
Que la cifra alcance el millón es una revelación. El cálculo fue hecho por el investigador y sociólogo del Departamento de Ciencias Económicas y Administrativas de la Universidad Simón Bolívar (USB), Iván de la Vega, quien además indica que a mediados de la década de los 90 vivían en el extranjero aproximadamente 50.000 venezolanos, por tanto, el aumento a la actualidad ha sido de más del 2.000%.
Datanálisis también explicó que al menos 9% de la población venezolana ha pensado en emigrar, un porcentaje que según la consultora, es el más alto en la historia de Venezuela.
En este marco, el Centro de Capacitación Migratoria (CCM) ayuda a las familias a iniciar el ciclo migratorio desde el país de partida para que el proceso ocurra con éxito. El doctor Harry Czechowicz, fundador del CCM, explica que la finalidad de sus asesorías es el desarrollo de la “inteligencia migratoria”, “un grupo de habilidades y destrezas emocionales, psicológicas y sociales necesarias para facilitar conductas de adaptación a fin de lograr una inserción exitosa dentro de una nueva realidad social en un país diferente”, define el portal web del CCM.
Czechowicz, psiquiatra de profesión, ofreció a PanAm Post una entrevista exclusiva para analizar la situación migratoria del venezolano, cómo afecta este fenómeno a la sociedad y qué ofrece su equipo para superar con éxito el proceso de adaptación después de abandonar su país natal.
¿Qué servicios presta el Centro de Capacitación?
Con la asesoría migratoria queremos evitar que luego de la “luna de miel” en el país de llegada, la gente descubra que la realidad aparece, tarde o temprano, y que deben enfrentar un período de ajustes para adaptarse a su nuevo entorno. Esa serie de cambios personales deberían configurarse antes de que la persona deje su país.
El Centro de Capacitación ofrece talleres y módulos de consultas para que la gente comience a tomarse en serio la migración, no improvise de una forma muy “tropical”, y comience a migrar desde aquí. Tienen que saber que la sociedad huésped es distinta a la suya, que tiene un sistema de salud diferente, que tendrán que adaptarse a la distancia del propio país, entre otros temas.
Discutimos cómo elige la persona el destino, por qué ese destino, si tiene los recursos externos (como una hoja de vida, dinero, oportunidades de trabajo), y recursos internos (cualidades personales, resilencia, optimismo, psicología positiva).
¿Cómo surgió la idea de ayudar a los posibles emigrantes?
El duelo migratorio —que es otro término que usamos— lo experimenté en carne propia cuando viví un año en Canadá. Años más tarde, en Venezuela, el 70% de los pacientes que tenía venían a discutir temas migratorios, y ahora la migración es una conversación cotidiana en los espacios públicos.
A través de mi experiencia descubrí que las personas necesitaban asesoría para enfrentarse a ese conjunto de duelos denominado Transtorno Afectivo Migratorio (TAM), que es un cuadro combinado de transtorno de ansiedad generalizada.
Por lo general ya las personas sufren estos síntomas antes de irse, sobre todo con la situación de Venezuela, donde no se consiguen ni alimentos en los supermercados. Pero ellos creen que una vez logren sacar sus documentos en el nuevo país y se instalen, verán esos síntomas desaparecer, y no necesariamente es así. Muchas veces la gente cree que se va a un país sin problemas, y la verdad es que todos los países tienen sus problemas.
En su experiencia, ¿qué idea tiene el venezolano de la migración y cómo la vive?
Todos tenemos una dicotomía, porque mucha gente emigra de la República Bolivariana de Venezuela, pero mantiene el vínculo con lo que fue la República de Venezuela, que hoy no existe o está incompleta. Es que las dos realidades existen en la mente de las personas, y emigran pero viven pegados de las noticias de sus país para justificar por qué se fueron, con la esperanza de que vuelva a ser el país que extrañan.
Cuando uno migra tiene que migrar sin mirar atrás, entender que eso es una decisión seria. La “viveza criolla” del venezolano no tiene mucho valor al emigrar. La gente más bien tiene que pensar en sus habilidades, su capacidad para afrontar las cosas negativas, en su resilencia, y en inteligencia emocional.
Luis Vicente León, investigador de Datanálisis, asegura que la población más propensa a emigrar se encuentra entre los 18 y los 35 años, grupo en el cual la idea de emigrar se le ocurre a casi el 30% de las personas. Con ellos se van los talentos producidos por una infraestructura educativa que inició su expansión y modernización en los años cincuenta.
Por eso la emigración venezolana no es la típica emigración de América del Sur. El informe Panorama Migratorio de América del Sur 2012 de la Organización Internacional de las Migraciones (OIM), señala que entre los 30 países que aportan inmigrantes a España, los venezolanos tienen uno de los índices más altos de selectividad [preparación académica], ya que 60,1% de ellos son emigrantes calificados. En Estados Unidos la tasa alcanza el 48%.
Que un emigrante pueda prepararse tal y como ustedes lo ofrecen habla del grado de educación y de capacidad adquisitiva del venezolano. Otros colectivos migratorios no tienen la oportunidad de hacer este tipo de trabajo psicológico antes de emigrar, sobre todo en los estratos de bajos ingresos.
En efecto la migración venezolana ha sido de clase media y media alta, pero la preparación y el dinero no tienen que ver con la inteligencia emocional. Nos enfocamos en la inteligencia migratoria y qué es la zona de confort. Porque la profesión puede ser una fortaleza o una debilidad; no en todos los países la gente podrá hacer lo mismo que hacía en Venezuela.
A veces llegan al nuevo país sin poder trabajar en lo suyo, después de años de ejercicio profesional, por tanto, se quedan con algo que nunca revisaron, que es su relación consigo mismo y con la dificultad de enfrentar una nueva realidad.
¿Coincide con la idea de que este año habrá una explosión migratoria en Venezuela?
Creo que van a comenzar a migrar más personas de todos los estratos. Esto es un cambio histórico en nuestra sociedad y en nuestra economía. La transformación de nuestro país ha sido bárbara. Hoy recibí la llamada de un señor que trabaja en un supermercado que me avisa cuando llega la leche, el aceite, el papel de baño, la harina. Eso no pasa en un país normal. Y digo esto porque la extrema inseguridad jurídica que vivimos contribuye al cierre de las empresas, y el desempleo aumentará.
Próximo sábado 28 de junio, un nuevo Taller Inteligencia Migratoria en Caracas. Y el 5 de julio, ¡en Puerto La Cruz!! pic.twitter.com/s9Y55KSkTb
— InteligencMigratoria (@InteMig) June 24, 2014
El Centro de Capacitación Migratoria ofrece este sábado en Caracas el foro Inteligencia Migratoria ¿Me quedo o me voy?, el cual se llevará a cabo en espacios del diario El Nacional. Czechowicz explica que con estos encuentros esperan que las personas inicien su ciclo migratorio en casa y analicen sus posibilidades.
En Venezuela ya han hecho 15 talleres, y en las próximas semanas organizarán más encuentros en Puerto La Cruz, Barquisimeto y Margarita.
Para quienes estén pensando en emigrar de Venezuela, puede ser buena idea poner sus planes sobre la mesa y enfrentar con cabeza fría su realidad.
“No creo que todos los malos tiempos son tiempos que se pierden. Ahora mismo aquí ya vivimos en una lucha para encontrar leche o aceite. Venezuela es uns excelente escuela para aprender a perseverar a pesar de las dificultades”, asegura Czechowicz, como remedio ante la actualidad nacional.
A través del Twitter @intemig y del portal web del Centro de Capacitación se puede encontrar más información sobre sus eventos y servicios.