Distintos análisis han intentado definir las características centrales del régimen que Evo Morales encabezó durante 14 años. La mayoría de estas opiniones ponen seriamente en entredicho la vocación democrática del evismo.
Régimen híbrido: la publicación británica The Economist publica un índice anual donde ubica a los países en cuatro categorías: “democracias plenas”, “democracias imperfectas”, “regímenes híbridos” y “dictaduras”. En el periodo 2006-2019, Bolivia fue clasificada reiteradamente entre los híbridos, combinando formas democráticas y autoritarias.
Proyecto de Estado fallido: para el periodista Humberto Vacaflor, Bolivia bajo Evo Morales se encaminaba a ser un “Estado fallido”, donde el gobierno no controlaba la totalidad del territorio nacional como fruto de una decisión estratégica, orientada a favorecer a ciertos sectores de la economía ilícita como el narcotráfico.
Narco-Estado: coincidentemente, el analista norteamericano Douglas Farah dijo que Bolivia bajo Evo se contaba entre los “Estados criminalizados” de América Latina o “narco-Estados”, donde las organizaciones del narcotráfico habían penetrado altas esferas de gobierno.
Democracia aparente: Por su parte, el sociólogo José Mirtenbaum definía al régimen evista como una “democracia aparente”, es decir, un gobierno autoritario que mantenía una fachada democrática.
Decisionismo presidencial: Para el politólogo Fernando Mayorga, el sistema de gobierno del Estado Plurinacional estaba centrado en “una concentración de poder terminada en una cúspide, el decisionismo presidencial, sometiendo (voluntariamente o no) los demás espacios de la política institucional”.
País parcialmente libre: la organización internacional Freedom House calificó a Bolivia como un país “parcialmente libre”, donde se combinaban la hostilidad hacia la prensa, las detenciones indebidas y la crisis en el sistema judicial.
Régimen totalitario: una de las definiciones más duras fue la del diario paraguayo ABC Color, que adjudicó al evismo el carácter de “régimen totalitario” que convirtió a Bolivia en un “país cárcel”, en alusión a los prisioneros políticos.
Democracia comunitaria: Por último, tenemos la autocalificación hecha por el régimen por boca de su principal ideólogo, el ex vicepresidente Álvaro García Linera, quien habló de una “democracia comunitaria” contrapuesta a la democracia liberal.
Incluso en la edulcorada autodefinición, queda en evidencia que la Bolivia evista se aventuró en una zona borrosa más allá de los límites del Estado de Derecho y de las libertades republicanas, aproximándose peligrosamente al hegemonismo dictatorial.
Es bueno recordar, siguiendo la conocida máxima de George Santayana sobre los pueblos que olvidan su historia y acaban condenados a repetirla.