Para hacerse rico solo hace falta construir una necesidad, monopolizarla, y luego suplirla; si formas parte del Estado es mucho más sencillo, puedes aprovecharte de las necesidades esenciales del ser humano. Por ejemplo, el hambre, algo que ningún ser humano puede eludir. Entonces la explotas, conviertes la comida en un privilegio reservado para pocos, la transformas en tu arma de dominación social, y a su vez, sacas mucho dinero por ello. Negocio redondo, implantas una tiranía con ciudadanos famélicos y moribundos mientras te haces rico.
El director de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), José Graziano da Silva, señaló que al menos 21,2 millones de venezolanos pasan hambre bajo el mando del régimen socialista, lo cuál sería el equivalente a decir que toda la población de Chile pasa hambre, por citar un ejemplo. Este es apenas el prólogo de una destrucción anunciada, explica la migración masiva, el caos social, la desesperación y la muerte generalizada que azota a los venezolanos; pero este accidente no ha sido casual, ha sido diseñado, un plan ejecutado por las directrices cubanas para someter a un pueblo a la sumisión.
Desde principios de la década del 2000, Hugo Chávez comenzó a intervenir en los precios de ganadería y agricultura, empezó a establecer límites a los productores para “beneficiar al pueblo”. El tiro le salió al revés al destruir la capacidad de financiamiento de los mismos, sus empresas quebraron y dejaron de producir, la comida empezó a desaparecer, entonces aparecieron las famosas intervenciones de haciendas y empresas, pero el Estado seguía aplicando la misma lógica de producir a pérdida. Durante un tiempo lo pudieron maquillar gracias a los ingresos del petróleo. Al destruir la empresa nacional, fueron al mercado exterior a importar lo que antes se producía en Venezuela con dólares preferenciales, muchos se hicieron ricos con ello, vieron en el hambre de los venezolanos un negocio lucrativo: acabado el dinero del Estado, y habiendo sumido a PDVSA en una quiebra virtual, se acabó el negocio de los dólares preferenciales, y pasamos a una nueva etapa que evolucionó hasta degenerar en las famosas Cajas CLAP, una humillante caja de cartón con productos de baja calidad y sin controles sanitarios con la que deben conformarse miles de venezolanos.
La pobreza como política de Estado
El negocio del hambre en Venezuela ha involucrado a diferentes actores, desde miembros del Gobierno a empresarios nacionales y extranjeros. Recientemente, el Departamento de Estado de EEUU sancionó a los hijastros de Nicolás Maduro, Walter Gavidia Flores y sus hermanos Yosser Daniel y Yoswal Alexander. También aparecen en la lista José Gregorio Vielma Mora, exgobernador del Estado Táchira (una de las cabezas al mando en la represión de las protestas del año 2014, que dejó un saldo de 43 muertos), Alex Saab (empresario colombiano), Álvaro Enrique Pulido, Emmanuel Enrique Rubio, Isham Alí Saab Certain, Shadi Nain Saab Certain, y María Andrea Staudinger Lemoine. El Gobierno de México también ha iniciado investigaciones sobre los casos de corrupción de alimentos, pues la mayoría de los que aparecen en las cajas CLAP provienen de ese país. En ese sentido, investigadores acusan a unas 25 compañías de enviar alimentos de baja calidad a venezolanos hambrientos, con un aumento de precio del 100%.
En octubre, la división del crimen organizado de la Fiscalía General de México anunció una multa de 3 millones de dólares a las compañías que envían alimentos a Venezuela; las mismas habrían obtenido por parte del Gobierno venezolano contratos por 700 millones de dólares
Estos grupos no han sido los únicos que se han beneficiado del hambre de los venezolanos, en la lista aparecen diversos personajes con vínculos estrechos no solo con el régimen de Maduro sino también con miembros de la oposición venezolana.
Los empresarios del hambre y su vínculo con la oposición
El 13 de mayo del 2019 el Washington Post publicó un reportaje en el que advertía que quien había estado detrás de la liberación de Leopoldo López el 30 de abril, junto al hoy militar exiliado Cristopher Figuera, era César Omaña (médico de profesión), a quién llaman un “hombre de negocios”. Este César Omaña planeaba, con la aprobación de Leopoldo López, establecer un Gobierno donde la figura de Maikel Moreno y Vladimir Padrino siguiera en el poder junto a Juan Guaidó. El médico, además, sostiene una relación muy cercana con María Gabriela Chávez, la hija del difunto expresidente, según fuentes cercanas a su entorno, lo cual confirmó un artículo de Al Navío.
How a last-minute change of heart foiled a secret plot to oust Maduro as Venezuela’s leader https://t.co/NHfDWyL5Ia
— The Washington Post (@washingtonpost) May 14, 2019
A César Omaña el portal de investigación Armando.Info lo apodó el “doctorcito”, en una trama de corrupción develada el 1 de septiembre del 2018. Según el reportaje, en compañía de los Bonnie y Clyde de las importaciones agrícolas (Adolfo Navas y Mariela Pereira), crearon una maraña de casi 70 empresas entre Panamá, Estados Unidos y otros países, con las cuales importaban productos a Venezuela a través de Agropatria. En Estados Unidos los han acusado de “negocios de transmisión de dinero sin licencia”, de “infracciones federales y penales” y, además, varios de sus bienes inmuebles han estado bajo demanda de confiscación, siendo la empresa Techno Farm Corp una de las principales.
Toys for Boys, el negocio encubierto de César Omaña para legitimar capitales
El “doctorcito” también tiene vínculos con Rafael Gill, sobrino de Víctor Gill Ramírez, presidente de Banco Fondo Común, allegado a otras instituciones bancarias y a quién Estados Unidos le habría retirado la visa por implicación en actos de corrupción. Toys for Boys Miami, LLC es uno de los negocios encubiertos de César Omaña, quien se sumó al proyecto tras conocer a Gill en el 2017 en Venezuela. La empresa comenzó como una boutique de artículos de lujo que contaba con su propia publicación, lo que evolucionó en una revista con su nombre. La misma funciona en un local de Wynwood en Miami, con dirección 1924 North Miami Avenue, Miami, FL 33136, US, según reporta el perfil de LinkedIn de la empresa. En el lugar también se pueden observar carros de lujo con placas de la revista como parte de la decoración, piezas de diseñador y obras de arte.
De acuerdo con los registros que tiene la compañía China de datos comerciales, 52wmb, César Omaña habría realizado una importación a nombre de Toys for Boys en el mes de octubre del 2018, con destino a Miami, lo que coincide con la fecha de ingreso a la compañía dada por las fuentes, tras conocerse con Gill en el año 2017, entrar al negocio en el 2018 y ampliar el local de Wynwood. El tipo de negocio resulta perfecto para legítimar capitales, pues las obras de arte, artículos de lujo y joyas, pueden marcar precios estratosféricos sin levantar sospechas a nivel contable.
El socio de Cesar Omaña, Rafael Gill, tiene un perfil más elevado, allegados lo tildan como la cara visible del negocio. Al segundo es común verlo aparecer y desfilar en eventos donde son organizadores, patrocinantes o asistentes, junto a celebridades como: Luis Fonsi, Canelo Álvarez, Amanda Cerny, Alec Monopoly, Sean Kingston, Caroline Daur, Gloria Estefan, Gianluca Vacchi, Nicky Jam, entre otros. La empresa cuenta apenas con 4 empleados, lo cual no les ha impedido organizar eventos de gran envergadura que se pueden observar en su cuenta de Instagram @toysforboysofficial, o en su página oficial www.toysforboysmagazine.com.
César Omaña, en cambio, es un hombre reservado y astuto, su mención en los Panamá Papers del 2016 lo habría llevado a ser más cuidadoso. En aquel año contactó al bufete panameño Mossack Fonseca para constituir fideicomisos en las Islas Vírgenes Británicas. Esto lo hicieron a través de Olga Santini, según dio a conocer también el portal de investigación Armando.Info. A pesar de que han salido importantes reportajes donde se menciona su nombre en medios como el Washington Post, Armando Info, ABC, entre otros, hasta el día de hoy no han sido publicadas fotografías suyas, y no se consigue rastro de él en las redes sociales. El diario ABC reportaba sobre Omaña y su vínculo con Leopoldo López lo siguiente: “Otro empresario crucial fue César Omaña, empresario en el sector de las importaciones agrícolas en Venezuela que también tanteó personalmente al juez Moreno y al general Figuera. De hecho, la inteligencia norteamericana cree que fue Omaña quien sacó, con ayuda de Figuera, al opositor Leopoldo López de su arresto domiciliario…”.
Un modelo fallido
El director de Econométrica, Henkel García, publicó una reciente estadística según la cual más del 80% de las importaciones venezolanas son públicas; esto explica el modelo económico llevado a cabo por el chavismo, sobre el cual se desprecia la producción y la estimulación de la misma y se protege y privilegia la importación. Un modelo de subsistencia insostenible para cualquier país. Todo esto lo único que hace es confirmar que el hambre no solo ha sido propiciada por el chavismo sino que ha sido planeada y aprovechada para engrandecer las cuentas bancarias de funcionarios y personajes corruptos, los cuáles haciendo uso de sus “beneficios económicos” conseguidos con el sufrimiento de los venezolanos, manejan los hilos de la política dentro del oficialismo y la oposición.
Algunos hechos sobre las importaciones venezolanas:
1) Importamos mucho menos que antes.
2) Más del 80% de las importaciones son públicas.
3) Cerca del 60% de las importaciones de bienes son petroleras. pic.twitter.com/RVbMceGLIO— Henkel Garcia U. (@HenkelGarcia) July 30, 2019
Todo esto nos ilustra con detalles cómo la comida y el hambre han sido utilizadas como un arma política, nos muestra que las cajas CLAP tienen más influencia en la esfera política de lo que muchos piensan y que, contrario a lo que muchos establecen como un fracaso del chavismo (más de 20 millones de venezolanos aguantando hambre), esto dentro de las filas de la revolución se considera todo un éxito.
Ya decía Nicolás Maquiavelo en su obra magistral, El Príncipe: “Cuando los estados que se conquistan están acostumbrados a vivir en libertad, hay tres formas de conservarlos: destruirlos, vivir allí personalmente o dejar que sigan viviendo con sus leyes…”. “Porque, en verdad, no hay otro medio más seguro de posesión que la ruina…”.