Cadenas de Whatsapp, artículos con información falsa. Videos, montajes, innumerables tuits, todos achacando la culpa de la permanencia de Maduro en los hombros de 5 — 7 ciudadanos venezolanos; y no, no se trata de Juan Guaidó y su pandilla política, sino de quienes le critican.
Resulta que un grupo de diputados de la Asamblea Nacional, profesores universitarios, periodistas, medios de comunicación, nos tildan a mí, y a otros ciudadanos venezolanos como Orlando Avendaño, Nitu Pérez, entre otros, de haber dañado la última oportunidad para “liberar a Venezuela”, porque claro, los culpables de los dólares robados en Cúcuta, del fiasco del 30 de abril, de los diálogos apaciguadores en Noruega, de los negocios de la familia Allup con el chavismo, de las sandeces con las investigaciones de los CLAP, somos nosotros, a quienes nos asquea la falta de valores; y no de los sucios, cobardes y corruptos que se aprovechan de la situación del país para enriquecerse, mientras los venezolanos seguimos rotos por dentro.
Para el presidente interino, para este grupo diputados, de operadores políticos, y para sus seguidores (cada vez más reducidos), se les hace más factible tirar puentes al chavismo que a la oposición ubicada a la derecha del espectro ideológico. Porque claro está, se sienten más identificados con el modelo de Gobierno chavista, que con lo que ciudadanos como nosotros queremos para Venezuela. Es por eso que ellos anuncian por sus redes con bombos y platillos que conforman un frente amplio con chavistas; es por eso que Primero Justicia y Voluntad Popular reciben en sus filas a exmiembros del PSUV; es por eso que van por allí abrazándose con Luisa Ortega, brindando charlas y conversatorios con el presidente interino junto al exministro de Finanzas de Chávez, Rodrigo Cabezas, mientras que atacan a mansalva a Diego Arria, María Corina Machado, Calderón Berti, otros líderes políticos, a ciudadanos como nosotros, y a todo el que se oponga a que continúe la fiesta socialista en Venezuela para llenar de impunidad a los corruptos que destrozaron al país.
Es fantástico como redactan artículos (en inglés y español para extender la difamación hablando de conspiraciones), “informes”, cadenas de WhatsApp, como insisten en acusarnos de “haber destruido a Guaidó”, por sencillamente hacer uso del sentido común y de plataformas como Twitter, mientras ellos van a reunirse con miembros del PSUV para intercambiar contratos comerciales, a reír en cenas privadas y ofrecer amnistías a las más grandes basuras del chavismo.
Aquí el único responsable de la muerte política de Guaidó, es el propio Guaidó. El hombre es mayor de edad, tiene, o en teoría debería tener, la capacidad para tomar sus propias decisiones y no ser un títere de Leopoldo, Henry, Rosales y compañía. A Guaidó nadie lo obligó a estar haciendo negocios transicionales con Padrino y Moreno; nadie lo obligó a mandar a Stalin a Noruega a pactar con la tiranía; nadie lo obligó a retratarse con Allup luego de que salieran a flote los negocios de su familia con el chavismo; nadie le puso una pistola en la cabeza para andar defendiendo la corrupción. Él mismo se metió en la cabeza del lobo, él mismo prefirió perder la decencia para ir cooptando puestos públicos y espacios políticos, en vez de decididamente dar la lucha para recuperar la libertad de Venezuela. ¡Lo decidió él!, nadie más.
El problema más grande que tenemos en Venezuela, la razón por la que estamos en esta penosa situación, es porque los venezolanos hemos ido eligiendo por años, décadas, no a las personas más preparadas, sino a los más gritones y a los más populistas. La única virtud que tiene el grupo de Guevara, Guaidó, Goicoechea, Stalin y compañía, fue haberse parado con un cartel afuera de RCTV en el 2007 para reclamarle a Chávez por su cierre. Y el hecho de haber estado en Caracas los mediatizó y catapultó a la política. Desde entonces no han hecho absolutamente nada para prepararse y comprender cómo funciona el mundo y la economía. Tienen conocimientos nulos de teoría política y cuestiones básicas de economía. Lo demostró recientemente el presidente interino cuando fue incapaz de nombrar un autor político que lo influyera en una entrevista y confundía con facilidad la izquierda de la derecha. Y esto no es un simple lapsus. Hace un par de meses tuve un cruce en Twitter con Freddy Guevara. El sujeto fue capaz de afirmarme que la tiranía de Maduro era de derecha, y cuándo le pedí que me nombrara una sola medida económica de derecha, me respondió que CADIVI era un ejemplo de eso, porque mucha gente se había enriquecido con la medida.
A ver, no me refiero a la corrupción en sí misma, que existe en cualquier espectro, si al diseño de la política que la genera (habiendo corrupción o no). Por ejemplo, cadivi y todo ese sistema de subsidios.
— Freddy Guevara (@FreddyGuevaraC) July 9, 2019
A ver señor Guevara, usted que fue vicepresidente de la Asamblea Nacional y pudo llegar a ser el presidente encargado, por eso me aterra tanto que no sea capaz de comprender nociones tan básicas de economía. Le explico, CADIVI fue un vil y vulgar subsidio a los viajes, fue una medida que además se implementó con la finalidad de restringir el acceso a divisas y cerrar la economía. Eso ni en Saturno es una medida de derecha, así que no estaría de más que antes de afirmar tales exabruptos y pretender seguir ejerciendo la política, se pase por unos cuantos libros. Aproveche ese tiempo libre que tiene en la embajada para ponerse a leer y salga de Twitter un rato.
A los que se la pasan inventando cualquier absurdo y conspiraciones para intentar tapar las suciedades cometidas por el grupo de Guaidó, y endosarle las responsabilidades a los ciudadanos críticos, simplemente les digo, en cuanto a mí: investiguen lo que quieran, busquen, debajo de las piedras si quieren. Vayan a San Cristóbal, mi ciudad natal, pregúntenle a la gente que me conoce y a la que no, por mí, mis ideales desde que era adolescente, vayan a la Universidad Católica del Táchira, y pregúntele a quienes fueron mis profesores por mí. Las únicas peleas que tuve en la universidad fue con un par de profesores chavistas con los que siempre discutía en clase por tratar de adoctrinar a mis compañeros con Chávez y el socialismo. Uno de ellos me hizo reparar su materia por eso, no me importó.
Si todavía siguen teniendo dudas, y necesitan más material conspirativo, les cuento que a los 16 años, motivado por mi desprecio al chavismo, comencé a escribir mi primera novela, porque sentía que era la mejor manera de explicarle a los venezolanos y al mundo la razones por las que mi país se había ido a la quiebra gracias al socialismo. Esa larga novela tuve que volverla a empezar un par de años después, y finalmente fue publicada cuando tenía 21 años, su nombre es Las tierras de Contacoté, la publicación final es de 667 páginas. Acoto, la novela no es ninguna obra maestra, no es digna del Nobel de Literatura, pero fue la creación de un niño de 17-18 años, que comprendió que lo que había jodido a su país era el facilismo, la regaladera de plata y el socialismo, y se inventó una historia de 200 años en un país ficticio para explicar con peras y manzanas qué había pasado en Venezuela.
A diferencia de muchos, sobre todo, de la mayoría de los hoy diputados de la Asamblea Nacional y el propio presidente interino, desde mi adolescencia siempre tuve claro que el socialismo había sido el responsable de destrozar a Venezuela, para mí siempre fue el enemigo principal, y he dedicado mis últimos años a derrumbar ese mito absurdo y populista que lo único que busca es establecer una oligarquía política mientras mata de hambre al resto de ciudadanos. Para eso he estudiado, he leído, he escrito, he viajado gracias a mis trabajos y mis libros, me he preparado, a diferencia de los que tienen como único mérito gritar fuerte, pertenecer a un partido, lanzar consignas políticas, ir a mítines, negociar espacios políticos, “sumar y no restar”, y prestarse al jueguito de la supuesta democracia en Venezuela. Quizás es por eso que los diputados me desprecian a mí y a los venezolanos mencionados anteriormente, pero no pueden ver a un chavista porque salen corriendo a abrazarlos y a ofrecerles tratos de cohabitación.
Pero no me importa. Recibo con gratitud ese desprecio de los que no han hecho sino solidificar el poder del chavismo. Afortunadamente los venezolanos siguen abriendo los ojos, y ustedes cada vez son más despreciados. Y no, esto no tiene nada que ver conmigo, ya quisiera yo tener el poder de quitar y poner funcionarios, créanme que ninguno de ustedes estaría allí después de lo que han hecho. La única razón por las que hoy los rechazan y por la que una gran parte del país los aborrece, es por haber pactado con el chavismo, por haber jugado con las necesidades de los venezolanos y por haber hecho de la corrupción un sitio en común con la tiranía. Y eso, muy difícilmente se los van a perdonar.
Ahora resulta que Guaidó, 11 meses después de su juramentación, a pocos días de que se deban elegir de nuevo las autoridades en el Parlamento, tras la guerra interna, y haber desperdiciado la más grande oportunidad de liberar a Venezuela, se enteró de que había que usar la “fuerza”. El individuo y sus asesores creían que podía engañar eternamente a los venezolanos y chocaron con la realidad. Ahora intentan dar patadas de ahogado, luego de haber dilapidado todo el año 2019.
Pues les cuento, adefesios políticos, la fuerza no es algo que aparece y desaparece, eso se construye y se negocia, y no en un día o dos. Fueron ustedes mismos los que rechazaron esta opción, los que se encargaron de construir la narrativa en Washington de que no era necesaria “la fuerza” para salir de Maduro, que podían pactar con Padrino y Moreno y armarían un gobierno cohabitante con el chavismo, no se vengan ahora a hacer las víctimas.
¿Ahora que lo arruinaron todo, sí necesitan la fuerza? Pues adivinen: le dieron la razón a la “secta radical”. Después de tantos ataques y blasfemias, el propio Guaidó nos da la razón, siempre fue necesaria la fuerza, no hay otra opción para salir de los malandros de Miraflores. Sin embargo, está más que claro que sus palabras son demagogia barata. Si usted, presidente interino, hubiese estado realmente interesado en hacer algo por sacar a Maduro, lo hubiese hecho en febrero, no unos días antes de terminar el 2019, cuando ya está a un empujón de que lo lancen al cementerio político de una vez y para siempre.
La muerte política de Guaidó y sus acólitos no la decreté yo, la decretaron ustedes mismos con sus mentiras y traiciones. Nosotros, los venezolanos honestos, los que realmente queremos una Venezuela diferente, debemos trazar nuevas formas de lucha contra la tiranía de Maduro y todo el putrefacto sistema socialista. Y nos llevaremos por delante, de ser necesario, a todo el que sea un muro de contención para la caída del chavismo.