Hace unos días Juan Guaidó salió de manera incógnita de Venezuela para asistir a Bogotá a un foro contra el terrorismo. Allí se encontró con el presidente Iván Duque, el secretario de Estado de los Estados Unidos, Mike Pompeo, entre otras figuras de peso en la región, para tratar un tema complejo: el terrorismo, específicamente, ese que ha sido promovido por el chavismo en el continente.
Luego de esto el presidente del Parlamento salió a una gira europea. Allí en Davos, finalmente pronunció unas palabras que parecían cambiar su narrativa frente al conflicto venezolano. Dejó de lado tanto populismo electoral y anunció que en Venezuela había un conglomerado criminal y que necesitábamos ayuda para combatirlo, porque claramente “solos no podemos”. Esas palabras las pronunció Guaidó justo un año después de haberse juramentado como presidente interino de Venezuela y luego de haber perdido gran parte del respaldo popular gracias a sus negociaciones con el chavismo. Hasta ese momento, parecía que finalmente, luego de tanta ignominia, burlas y chantajes, Guaidó había entendido que este conflicto no está basado en asuntos políticos o ideológicos, sino en un sistema criminal que tiene secuestrado a un país para saquear sus recursos.
Pues resulta que no. Tan solo debieron pasar un par de días más para que el mismo Guaidó, que catalogó al chavismo como un conglomerado criminal, cuyo tutor es el castrismo cubano, manifestara en Canadá, junto al canciller François-Philippe Champagne, que desea que la isla sea parte de la “solución”, mientras que desde el Parlamento que él preside hacen llamamientos a comicios electorales para enfrentar a la mafia criminal que anteriormente denunciaba. En síntesis: un completo despropósito, un derroche de incongruencia.
#Guaidó quiere que #Cuba sea parte de la solución a la crisis en #Venezuela https://t.co/VqJJmck4OB [ct] pic.twitter.com/JzFMHhD8HY
— DW Español (@dw_espanol) January 27, 2020
Para los extranjeros que me leen y no comprenden el porqué de la división en la oposición venezolana, se trata básicamente de esto, la “oposición oficial”, esa que está en la Asamblea, a pesar de llevar 21 años siendo aplastada por el chavismo, sigue considerando al chavismo como una fuerza política y no como una fuerza criminal. A partir de allí se han dedicado a complacerlos en comicios, en diálogos, en negociaciones, en “lucha de espacios”, y todo eso que se hace cuando se está en democracia, pero estando bajo un sistema criminal. Es esa la razón principal por la que muchos se preguntan, ¿y entonces?, ¿dónde está la coherencia?
No hace falta profundizar mucho en el tema, tampoco ser un experto en resolución de conflictos o tener un doctorado en ciencias políticas para comprender que unos sujetos cuyas vidas dependen de mantenerse en el poder, no van a entregarlo por las buenas. Si usted fuera un delincuente cuya única salvación es mantener a sus cautivos secuestrados, ¿usted los liberaría por las buenas? Entonces no, a pesar de que esa “oposición”, de la cual por cierto ha salido más de un impostor con contratos y dinero del chavismo, pague a “politólogos” para elucubrar teorías electorales y encontrar papers que fundamenten una resolución del conflicto “pacífica” con un régimen con vínculos con distintas organizaciones terroristas. Esa “solución” es realmente inexistente, e insisto una vez más, no hace falta mucho estudio ni citas académicas para determinarlo, por lo que no voy a profundizar en ello.
Durante las últimas semanas han sido constantes los contactos por parte de diputados, funcionarios y allegados de Guaidó a mi persona para “bajar la crítica”, “unir a la oposición” y ese montón de falacias. Yo debo agregar que desde hace mucho no creo en Guaidó, pero traté de medir un poco mis comentarios durante unos días, siempre con la condición de que el discurso y las acciones escalaran según lo que indica la lógica: buscar agrupar una coalición militar para acabar con el grupo terrorista y criminal que representa el chavismo.
Sin embargo, Guaidó volvió a hacer de las suyas, declarando públicamente que espera que Cuba, el país que nos ha sometido, robado y extorsionado durante más de dos décadas, forme parte de la solución. Esto se suma a los constantes llamados al “chavismo disidente”, como a ellos les gusta llamar a los chavistas que han recibido en la oposición, para “hacerle frente” a Maduro. Entonces, naturalmente a una gran parte del país le surgen dudas: si Guaidó es socialista, cree que Cuba es parte de la solución, cree que hay que sumar al chavismo “disidente” y a eso se le agrega aquel lamentable tuit en el que declaraba que seguramente Chávez no avalaría el comportamiento de Maduro, entonces ¿de cuál lado está Juan Guaidó?
3/3 Luego de tanta destruccion me pregunto: Aprobaría esto quienes creyeron en Chávez? Lo aprobaría su hija María Gabriela?
— Juan Guaidó (@jguaido) February 24, 2019
Que una gran parte del país los llame colaboracionistas no es de gratis. Sinceramente uno se agota de tanta canallada, de tanta calamidad y tanta burla. Indiscutiblemente Cuba no podrá ser nunca parte de una solución, ni el chavismo peleado con Maduro tampoco, y no quedan dudas de que la mayoría del país no quiere nada que tenga que ver con socialismo ligero, chavismo verde, socialdemocracia, madurismo reciclado, chavismo gris o cualquier etiqueta pendeja cazabobos.
Mientras desfilamos sobre el mar de la miseria que se ha convertido Venezuela, camino a cumplir el sueño de Chávez (que la “revolución” llegue al 2021), tenemos como líder “opositor” a un sujeto que lejos de combatir frontalmente al régimen que nos aplasta, vive para arrullarlo con frases trilladas de autoayuda soñando con una épica electoral que solo existe en su cabeza.
Nada bueno le depara el destino a los venezolanos si Guaidó y la “oposición oficial” no cambia, o si dadas las circunstancias no cambiamos a Guaidó y la comitiva de incompetentes cohabitantes con la tiranía.