Durante el último siglo la izquierda a nivel mundial ha secuestrado el monopolio de la verdad y el sufrimiento, han pasado de tiranos a víctimas, son ellos quienes manejan la metanarrativa de la humanidad en la que el planeta se divide entre opresores (empresarios) y oprimidos (clase obrera), esto, sin duda alguna se debe a Karl Marx, quien logró potenciar esta falacia en la que la pobreza de unos se debía a la riqueza de otros y convirtió la teoría económica en un asunto de redistribución de parcelas, lucha de clases; en vez de potenciar el aspecto más noble de la economía y la riqueza: que siempre puede crecer, que siempre puede multiplicarse, que siempre admite más producción y todos pueden llegar a construir su propia prosperidad.
La izquierda no solo ha sido sumamente astuta en adherirse al monopolio de la victimización y convertirse en la profeta salvadora de una clase social que ella misma utiliza para aplastar a la disidencia, sino que ha logrado transformar a movimientos de izquierda, socialistas, colectivistas y estatistas, como el nazismo y el fascismo, en “movimientos de derecha” para endosar sus crímenes y aberraciones al “enemigo”, y continuar extendiendo el monopolio de la “verdad”, en la que ellos siempre han sido víctimas de esa “derecha” diabólica y asesina.
En los últimos cien años, lejos de haber presenciado una batalla entre vertientes ideológicas, lo que ha ocurrido ha sido una continua batalla entre diferentes bastiones de la izquierda mundial (esto por supuesto, con contadas excepciones). De hecho, hasta el ingreso de los Estados Unidos en la Segunda Guerra Mundial, todo inició y se propagó debido a conspiraciones entre la izquierda (la toma de Polonia de mutuo acuerdo entre nazis y bolcheviques, gracias al Pacto Ribbentrop-Mólotov), y la posterior batalla que se dio debido al expansionismo que pretendía implementar Hitler. Fuera de ello, durante el último siglo el mundo ha sido dominado casi exclusivamente por movimientos de izquierda, desde la China comunista a la extinta Unión Soviética, hoy Rusia, el país más imperialista del último siglo.
La izquierda gobernó en Asia, África y Europa del Este durante décadas de forma autoritaria. Asesinaron por hambrunas, represión y guerras armadas a millones de seres humanos, y conspiraron para financiar y continuar expandiendo su hegemonía ideológica en el resto del mundo, hasta llegar a América Latina.
Estas luchas entre las diferentes izquierdas han cercenado el panorama político e ideológico a nivel mundial, mostrando siempre a la población solo un espectro de la lucha por las ideas, y obligándolos a elegir entre una izquierda extrema y una izquierda “moderada”, sacando de toda ecuación a los actores políticos que representan una verdadera doctrina liberal o de derecha.
Cuba es otro gran ejemplo de este asunto. En la actualidad muchos toman a la revolución de Fidel como una “insurrección contra la derecha”, cuando lo cierto es que Fulgencio Batista, el dictador derrocado por Castro y el Che Guevara, surge en un principio de la “Coalición Socialista Democrática”, la cual contaba en su grupo de apoyo con el Partido Comunista cubano.
Curiosamente si usted en la actualidad intenta buscar información sobre tal coalición socialista, en español no encontrará nada en Internet, la única información disponible está en inglés, pues como siempre, la izquierda ha sido sumamente astuta en reescribir la historia a su favor. Así como han intentado eliminar los rastros socialistas del nazismo, así como intentaron borrar del mapa de la historia a Giovanni Gentile, el filósofo de izquierda detrás de la ideología del fascismo, igual intentaron borrar el pasado de Batista, quien en ese entonces fue apoyado en sus aspiraciones presidenciales por el Partido Comunista, e incluso llegó a nombrar a Juan Marinello Vidaurreta, líder de dicho partido, como ministro sin cartera de su Gobierno. Esta información está recogida en el libro de escuchas The Theory and Practice of Communism in 1971 Part 1, pág. 5.437, texto que se encuentra en la librería de la CIA, y también se puede ver en la publicación del diario español El País, del 29 de marzo del 1977 cuando se reporta la muerte del comunista.
Si en la actualidad usted busca la historia de Marinello, Wikipedia le dirá que fue un líder comunista apresado por Batista en numerosas ocasiones. Por más que intente, no encontrará en la enciclopedia virtual, ni tampoco en idioma español, información sobre los nexos entre Batista y Marinello, ni mucho menos que formó parte del gabinete de ministros del primero.
Sin embargo, tal como ha ocurrido en numerosas ocasiones a lo largo de la historia, políticos formados en la izquierda o con vínculos a los partidos socialistas y comunistas, tras asumir el poder tuercen sus políticas económicas con el fin de preservar el poder, pues evidentemente, el socialismo es una doctrina económica que en la práctica es insostenible, por lo que modifican parte de sus principios, instaurando capitalismos de Estados y ensanchando las nóminas públicas para mantener un control férreo de la población, tal como hizo la Alemania de Hitler, la Italia de Mussolini, la propia China comunista de Deng Xiaoping, la Cuba de Batista y ahora lo intenta hacer la Venezuela de Nicolás Maduro.
La realpolitik internacional de los Estados Unidos ha ocasionado en muchas ocasiones más daño que beneficios, con excepción a la alianza con la Rusia comunista de Stalin para derrotar a Hitler (un gran acierto). Los norteamericanos en diversas oportunidades han accedido a apoyar a socialistas “más moderados”, para derrocar a socialistas más extremistas, lo cual ha tergiversado y contaminado la lucha por la libertad; ese fue el caso de Batista, quien recibió el apoyo de los Estados Unidos y contó con un representante diplomático de Washington corrupto para afianzarse en el poder, lo cual desencadenó numerosos malestares sociales en Cuba, razón por la cual el mismo Fidel Castro recibiría apoyo estadounidense años después para derrocar al dictador que antes ellos habían apoyado, lo que consolidaría la más grande piedra en el zapato de Washington durante los próximos 60 años, y que hoy continúa en pie.
De hecho, en abril de 1959 Fidel viajó a Washington, concedió un par de entrevistas; almorzó con el secretario de Estado Christian A. Herter; tuvo una reunión con el entonces vicepresidente Richard Nixon y brindó un discurso en el Central Park de New York ante unas 30 000 personas según reportó el New York Times. Todo eso ocurrió antes de que el tirano de La Habana comenzara a expropiar grandes haciendas en nombre de la “revolución”.
Esta dinámica perversa en la que los ciudadanos de países latinoamericanos se ven obligados a escoger entre un socialista carnívoro y uno vegetariano se ha hecho recurrente y casi ineludible, fomentando luchas entre diversas izquierdas que en conjunto se brindan todo el spotlight político, marginando a cualquier movimiento que se extienda desde el centro a la derecha a un rol de observador pasivo.
En Venezuela, Hugo Chávez intentó en el año 1992 derrocar por un golpe de Estado a Carlos Andrés Pérez, presidente electo por el partido Acción Democrática, inscrito en la Internacional Socialista. Dicho golpe estaba sustentado en el discurso de la lucha de clases revolucionario de la izquierda. Años después Chávez llegaría al poder a través de elecciones y tras aliarse con Cuba instauró un modelo socialista autoritario en el país. Al morir debido a un cáncer, asume el poder Maduro.
En la actualidad, el chavismo lleva más de dos décadas en el poder, y hoy (año 2020) quien le disputa el poder al chavismo, es Juan Guaidó, proveniente del partido Voluntad Popular, también inscrito en la Internacional Socialista. Antes de Guaidó, fue Henrique Capriles, adorador del socialista brasileño Lula da Silva (quién además fue uno de los mayores socios de Chávez), quién ejerció como candidato presidencial contra Maduro; a estos últimos, las bases del chavismo, y los propios jerarcas del chavismo, les han llamado en numerosas ocasiones: fascistas, escuálidos, agentes de la ultraderecha, miembros de la derecha diabólica y otros términos peyorativos para intentar plasmar que se trata de una batalla de la derecha contra la izquierda, cuando todos, insisto, todos los actores políticos relevantes de oposición venezolana durante el chavismo se definen ideológicamente como socialistas, a excepción de uno: María Corina Machado, a quién tanto esa oposición de izquierda y el propio régimen han marginado de la lucha política; la “oposición” excluyéndola de la toma de decisiones para combatir al régimen, y el oficialismo optando por silenciarle y quitarle todo tipo de spotlight. Los mandamás del chavismo casi ni la mencionan, pues lo que haría esto sería brindarle foco, que es precisamente lo que ambas facciones de izquierda evitan.
En ese sentido, durante las últimas décadas los venezolanos han sido obligados a elegir entre extrema izquierda e izquierda, anulando por completo el resto del panorama político, y lamentablemente en ese sentido la realpolitik de Estados Unidos ha fallado, pues ahora se repite el mismo ciclo en el que apoyan a un socialista “moderado” como Guaidó para derrocar a un socialista radical como Maduro, haciendo gala del pragmatismo, repitiendo los mismos errores del pasado.
Esta lucha política limitada y dirigida a centralizar el conflicto en opuestos de izquierda, parte no solo desde los espacios políticos, sino también desde los espacios culturales, donde han logrado posicionarse pensadores, maestros y artistas que son abiertamente socialistas y pregonan desde sus posiciones privilegiadas con un discurso de oprimido.
Basta con intentar ubicar en la actualidad artistas, músicos de impacto masivo identificados con la derecha o con las doctrinas liberales, y usted se podrá percatar que difícilmente encontrará a alguien relevante, pero si gira a la izquierda, encontrará a cientos de artistas latinoamericanos y de otras partes que abiertamente en sus canciones, obras o declaraciones, hacen o hicieron apología al discurso de izquierda: Calle 13, Alí Primera, Los prisioneros, Silvio Rodríguez, Café Tacvba, Gondwana, Facundo Cabral, Bersuit Vergarabat, Mark Ruffalo, Gabriel García Marquez, Mario Benedetti, Sean Penn, Oliver Stone, Pablo Neruda, Rage Against The Machine (estos últimos, norteamericanos, que aparecen en sus videos y presentaciones con franelas del Che Guevara, Fidel Castro y compañía) son apenas unos pocos ejemplos de la hegemonía cultural que sostiene la izquierda sobre la derecha, nada más en el continente americano, y que se extiende a otras fronteras con pensadores, artistas e intelectuales muy influyentes y destacados del pasado o la actualidad, como es el caso de Albert Camus, Pablo Picasso, Roger Waters (exfundador de Pink Floyd), Jean Paul Sartre, Jack London, José Saramago, entre otros. Muchos de ellos incluso recibieron premios Nobel, siendo reconocidos a nivel mundial, al igual que economistas de tendencia progresista y de izquierda, como es el caso de Thomas Piketty y Paul Krugman, Nobel de Economía del 2008, quien se opone abiertamente al liberalismo económico, y recientemente incluso se atrevió a decir que el problema en Venezuela no era el socialismo, afirmando que Chávez había redirigido dinero del petróleo para “favorecer” a las clases laborales, pero que al morir, Maduro no supo cuándo parar, y el derrumbe de los precios del petróleo llevó al sustituto de Chávez a imprimir billetes para soportar el gasto público y conducir a la economía a la hiperinflación.
En definitiva, para el Premio Nobel de Economía no fue el socialismo lo que arruinó Venezuela, sino la caída del precio del petróleo y una mala decisión de Maduro. Así Krugman omite todos los desaciertos, expropiaciones, subsidios, controles de precio, nacionalizaciones, control de divisas, proteccionismo, despilfarro, corrupción y demás medidas absurdas realizadas durante 21 años en nombre del socialismo.
Este tipo de hegemonía cultural y patrones metanarrativos se multiplican en las cátedras universitarias. Yo por ejemplo, estudié derecho en la Universidad Católica del Táchira, recuerdo que durante mis años universitarios el pensador económico en el que más profundizaba el pensum académico era Keynes, por supuesto, también estudiamos a Marx, Engels, Hegel, Webber y Smith, pero la teoría económica universitaria terminaba en Keynes. No me fueron presentadas las teorías económicas de pensadores como Ludwing von Mises, Friedrich Hayek, Milton Friedman, Carl Menger, Walter Eucken; continuando así con la propagación de una mirada monotemática del mundo, en la cual debemos debatirnos entre izquierdas estatistas, y se omite de forma sistémica las doctrinas liberales y capitalistas. A estas alturas realmente desconozco si era que en aquel momento la catedra no lo contemplaba o si conté con la mala suerte de tener una mayoría de profesores inclinados voluntariamente a la izquierda. Lo cierto es que vine a saber que existía Hayek años después, y Keynes durante aquellos años fue siempre un superhéroe.
Además de contar con la hegemonía cultural y la intromisión en los pensum académicos, la izquierda también cuenta con la venia de los medios de comunicación. Las mayores agencias de cable en español, que a su vez son usadas para reproducir noticias en América Latina, son abiertamente de izquierda, EFE, AFP y Reuters son ejemplo de esto, a lo que hoy podemos sumar varios de los diarios y estaciones de radio más importantes del mundo, como el New York Times, Deustche Welle, El País de España, la BBC, entre otros que contienen una línea editorial progresista.
No se trata de conspiraciones, de agendas ocultas o pactos satánicos. Se trata de organización, análisis, inversión y estudios consensuados de la naturaleza humana para favorecer una matriz de pensamiento. Todos estos condicionamientos y realidades que han emergido en los últimos cien años de batalla ideológica, donde ha existido una predominio claro de la izquierda a nivel mundial, con excepción claro está de los Estados Unidos, debe llamarnos a la reflexión para reorganizar ideas y volver a dar la lucha en todos los campos culturales, sociales y políticos, basándonos en una interpretación realista del mundo actual, donde sinceramente todos los ideales liberales, todos los ideales capitalistas, han sido vencidos por la manipulación y victimización de los socialistas, quienes han logrado dominar la metanarrativa del último siglo para poner todas las piezas del tablero ideológico a su favor, empezando por haber convertido a los empresarios, a esas personas que deben lidiar con planificar inversiones, vender un producto, generar empleos, pagar impuestos y también nómina, en básicamente criminales que se aprovechan del ser humano, y al Estado en un pater familias que lo da todo sin esperar nada a cambio (salvo obediencia); así justifican las expropiaciones, el robo a los ciudadanos y la acumulación de riquezas del ala gobernante, transformando la envidia en “justicia social”.
Debemos aceptarlo con absoluta humildad: hemos sido vencidos, ese es el primer paso para convocar y planificar estrategias que nos permitan repensar el mundo y derrotar las ideas esclavistas del socialismo en América Latina y el resto de latitudes.
Este escrito forma parte del libro de Emmanuel Rincón “La reinveción ideológica de América Latina“.