El coronavirus llegó y pasará a la historia como una de las pandemias más agresivas de todos los tiempos. En algún momento se superará, quizás más pronto de lo que todos creen, pero sin dudas se saldrá de esta. Cambió la vida tal y como la conocemos y la rutina pasó de ser un objeto de reproches, a una figura que echamos de menos.
A miles de kilómetros de distancia el escritor, político, economista y director de Maestrías en la Universidad Sergio Arboleda de Bogotá, Pedro Carmona Estanga, tuvo la gentileza de atendernos para conversar sobre los temas que más inquietan en la furiosa actualidad: la salud y cómo las administraciones redoblan esfuerzos para mejorar sus sistemas; la economía y cómo los gobiernos analizan la forma de reactivarla; y lo que debemos esperar de la crisis que se agiganta.
- Pedro Francisco Carmona Estanga, es un economista y político venezolano que fue presidente de la patronal Fedecámaras y opositor al gobierno del difunto Chávez. Fue presidente de Venezuela por 72 horas durante los eventos relacionados con el asesinato de manifestantes opositores por órdenes de Hugo Chávez el 11 de abril de 2002. El “Carmonazo” o “Decreto de Carmona” es uno de los debates más polémicos en la sociedad venezolana.
La realidad es dura y debe afrontarse como tal. El economista nos deja una enseñanza de arranque: “No hay edad para estudiar”. Él relata como en Colombia ha podido crecer en su formación académica: “Doctorado, maestrías, especializaciones; alta gerencia; de todo un poco”.
Carmona explica conceptos sin adornos, más bien con la simpleza de conocer su área y tener la capacidad y lucidez de manifestarlos de la forma más clara y comprensible posible. No dudo que sus alumnos salen enriquecidos de su formación y me es imposible preguntarme: ¿qué hubiera pasado si a Carmona no lo sacaban del Ejecutivo en 2002? ¿Será que eso hubiera anulado el retorno del castrochavismo al poder, o eso era imposible más allá de cualquier factor? Pero eso es harina de otro costal, lo importante es la conclusión que nos planteó: “El socialismo devastó a Venezuela”.
Sobre la inminente crisis económica que se avecina, Carmona es enfático y contundente: “Esta crisis es de una dimensión sin precedentes, mucho más profunda, por ejemplo, que la crisis financiera del 2008. Porque en aquel año el problema de la burbuja inmobiliaria y de los llamados bonos subprime, es decir el empaquetamiento mediante ingeniería financiera para convertir bonos tóxicos en bonos AAA; afectó mucho al sistema financiero de los EE.UU. y se contagió hasta Europa, pero no se paralizó la economía mundial como sí lo está logrando el coronavirus”.
“El mundo está cerrado, prácticamente detenido”. Carmona Estanga señala que esta crisis no tiene precedentes y, en base a ello, debemos evaluar a las administraciones.
Un dato inquietante que ofreció el economista venezolano, fue el de las proyecciones realizadas por varios analistas e instituciones: “Para la economía mundial, es decir los países emergentes y el mundo desarrollado, la proyección de la contracción del Producto Interno Bruto (PIB) es de 3,3%. Para América Latina, en 2020 la caída estimada se ubica entre el 1,2 y 2,7 según la fuente; es decir que el promedio estaría rondando los 2 puntos porcentuales de contracción para la región”. Carmona recuerda que toda proyección claramente depende de la fuente, y está sujeta a múltiples variables. Lo que sí se puede asegurar es que la recesión es inevitable y que la magnitud depende del avance y permanencia de la enfermedad.
Sobre Colombia destacó el comportamiento positivo del país en el año 2019 en contraste con lo que será este 2020: “A pesar de que no son cifras excepcionales, Colombia tuvo crecimiento en su PIB del 3,3%, que, para el promedio latinoamericano, más cercano al 1%, fue verdaderamente bueno. Ahora, en el 2020, Colombia afronta el riesgo de su primera contracción económica desde el año 1999. En la historia contemporánea, Colombia solo ha tenido dos oportunidades en las que ha acusado decrecimiento”. Un dato que plasma la realidad del impacto del coronavirus de Wuhan.
En base a todo el contexto, el ex presidente de la Federación de Cámaras Venezolanas, que ejerció brevemente la presidencia de Venezuela en abril del 2002, rescató la sensatez del presidente Iván Duque para “tomar medidas drásticas, las cuales deben ser acompañadas por toda la nación”. Pero también señaló que “el gran dilema que tiene Colombia —al igual que muchos países— es el del difícil equilibrio entre la preservación de la vida, y evitar el colapso de la economía”.
“El equilibrio entre la salud y la economía es difícil y complejo”
“Todas las medidas que se han tomado, por drásticas que parezcan, han apuntado a evitar la proliferación del virus, que implicaría un colapso del sistema de salud y un desplome aún peor”. Esto es importante, porque un colapso del sistema de salud, afectaría más gravemente al sector económico y prolongaría las medidas de contención para derrotar el virus.
“La administración Duque también adoptó una serie de medidas para paliar el efecto sobre los sectores más vulnerables; por ejemplo, la extensión del programa Familias en Acción, de subsidios a los grupos más vulnerables, sobre todo, a aquellos que viven del día a día. El país tiene 1,2 millones de personas que trabajan en la calle. La informalidad de la economía en Colombia es bastante alta; se estima que, del total de la fuerza laboral, el 48% está empleado al sector informal de la economía”.
Además de las ayudas a los grupos más necesitados, en Colombia también se está tratando de apoyar al sector privado. Algo clave es defender el empleo. Destacó la reducción de las tasas de interés por parte del Banco de la República, la postergación de pagos de impuestos, la exhortación que se ha hecho a todo el sistema financiero de aliviar el pago de créditos y las tasas de interés.
“El Banco de la República, al reducir las tasas de interés en 0,5%, está abaratando el costo del dinero, lo cual también contribuye a que se modere la carga de las deudas”.
Sobre el problema del gasto público, un debate latente en toda la región, el economista señaló una realidad que no contribuye a combatir la crisis del COVID-19: “En toda América Latina existen problemas fiscales y Colombia no es la excepción”.
“Este problema fiscal no puede resolverse con el cobro de más impuestos, pues la presión tributaria es ya elevada, sino con eficiencia y racionalidad en el gasto público, y una reforma estructural que reduzca exenciones y amplíe la base tributaria. Colombia va a necesitar echar mano de algunos fondos y reservas del Estado, como son las regalías petroleras y mineras, que estaban destinadas para otros propósitos, pero que en esta emergencia pueden ayudar a evitar el colapso del aparato productivo”.
El rol del petróleo
Colombia, en un alto porcentaje, es un país dependiente de la exportación del petróleo y la minería. Aproximadamente un 60% de las exportaciones provienen del sector minero energético. “La drástica caída del precio del petróleo origina un problema de ingreso de divisas y del tema fiscal muy relevante”, señala Carmona.
“Con la contracción de la demanda que la crisis mundial ha generado, a nivel global existe una sobreoferta de alrededor de 10 a 15 millones de barriles diarios de petróleo. En Colombia, por ejemplo, a finales de marzo, ya se estimó que la demanda interna de energía se contrajo un 13%. Para que haya una tonificación del mercado, es vital que se concrete un pronto entendimiento entre Rusia y Arabia Saudita”.
Para poner en contexto la problemática: “El mundo produce cerca de 99 millones de barriles diarios, ahora sobran entre 10 y 15 millones de barriles, un porcentaje considerable que hay que reducir para que haya un equilibrio entre oferta y demanda en el mercado. Lo deseable es que al menos vuelva pronto a un precio superior a 40 dólares por barril. Para esto es necesario el mencionado acuerdo entre Arabia Saudita y Rusia, sobre el cual existen fundadas expectativas. Esto resultaría beneficioso para países productores y exportadores. Para Colombia sería un gran alivio desde el punto fiscal y de ingreso de divisas”.
Endeudamiento
Carmona señala que Colombia tiene una deuda externa equivalente a aproximadamente al 42% del PIB, es decir de unos USD 138.000 millones sobre los USD 320.000 millones que representó el PIB colombiano en 2019. El elevar el endeudamiento es una de las opciones que maneja el gobierno. De hecho, ya ha anunciado la solicitud de una línea de liquidez al Fondo Monetario Internacional por US$ 11.000 millones, y otros US$ 3.000 millones a la banca multilateral.
¿Qué debe hacer el gobierno colombiano para defender el empleo y al sector privado?
“Existen diferentes medidas para evitar el colapso del sistema productivo y preservar el empleo, que es un tema fundamental. Va en torno a lo comentado: flexibilización en el cobro de impuestos, la reducción de las tasas de interés, o el alivio en el pago de arriendos. Yo soy partidario de que, además de las medidas que se están tomando, pensar en que, siendo la prioridad número uno la defensa del empleo, otorgar créditos blandos, para que las empresas puedan pagar su nómina en este lapso en que han estado detenidas, y que se honren al iniciarse la recuperación. La mayoría de las empresas, especialmente medianas y pequeñas han estado inactivas, salvo aquellas productoras de bienes de primera necesidad como alimentos. La peor opción es el incremento del desempleo, o licenciar a sus empleados sin pago”. Esta medida tendría efectos mejores que la exclusiva aprobación de subsidios por parte del Estado, recursos que no retornarían al país, explicó Carmona.
Las líneas de créditos pueden ser una gran solución, ya que pueden ser pagadas en plazos flexibles con intereses bajos y después de que inicie la recuperación.
La pobreza crítica aumentará de forma considerable según estudios
“En América Latina los temas sociales no se pueden dejar de lado al momento de las decisiones». Según refiere el economista, las estimaciones de la CEPAL muestran que la pobreza crítica podría llegar este año al 34%. Es decir, 24 millones de personas más que entrarían a la condición de pobreza. Y la pobreza crítica ascendería a 83 millones de habitantes que no tendrían cómo suplir sus necesidades básicas. A raíz de ello, la defensa del empleo cobra una relevancia aún mayor”.
Es necesario acotar que, si la crisis económica es calamitosa, hay que evitar más semillas de descontento social o de generación de protestas y violencia como la que se vivió en varios países de la región el año pasado (Chile, Colombia y Ecuador, por citar algunos). “Debe evitarse que, a raíz de la crisis, suba el descontento, y para ello se requieren buenas políticas. Además, no hay que olvidar que el descontento muchas veces es capitalizado por movimientos ideológicos que hacen aún más peligrosos los efectos de la crisis que se avecina”.
Polarización del debate salud y economía
Hace unos días, el argentino Ivan Cachanosky conversaba con el PanAm Post y señaló la polarización del debate entre la preservación de la salud y mantener el equilibrio económico. Básicamente, el sector salud iba por su lado y el económico por el suyo en vez de trabajar juntos para así intentar salvar la mayor cantidad de vidas. Hay buenos ejemplos, quizás más difíciles de comparar con América Latina por temas culturales y antropológicos, como Taiwán o Japón que han logrado ese equilibrio. ¿A qué se debe esto?
“Los latinoamericanos tenemos fuerte tendencia a la polarización; sin embargo, diría que la preservación de la salud y la vida no son incompatibles con la necesidad de evitar el colapso del aparato productivo y el agravamiento de la crisis social. Lo primero es evitar los efectos catastróficos que produciría un colapso del sistema de salud y un aumento del número de muertos y contagios, lo cual implicaría prolongar la vigencia de las medidas tan drásticas, con un costo mayor para la economía y el descontento social”.
La extrema vulnerabilidad de Venezuela tiene un solo causante: el socialismo
“El sistema productivo en Venezuela está destruido por políticas de corte socialista radical, con las que trataron de crear un Estado omnipotente y omnipresente, que ha fracasado estruendosamente. Si tomamos en cuenta que el PIB de Venezuela se ha contraído en los últimos cinco años en un 70%, y que el coronavirus va a afectar un 3% de la economía mundial, las proyecciones para Venezuela indican que la crisis petrolera y del COVID-19 podría generar una caída adicional del 20%. Solo queda decir que el país está destruido. Las cifras son inconcebibles. Que Venezuela esté ya por debajo de las economías más débiles de la región cuando antes era una de las más fuertes… Ahora el coronavirus amenaza con dejarla más expuesta a la situación de miseria y ruina a la cual se le ha llevado”.
Hay un dato que es poco tomado en cuenta y creo que es clave: millones de venezolanos viven de las remesas que sus familiares desde el exterior envían, y esta recesión y crisis mundial obviamente va a mermar el flujo de remesas. Los venezolanos no solo estarán afectados por el fuerte golpe a lo interno, sino a lo externo.
“Sí. Otro ejemplo claro es el deterioro del signo monetario, que se ha devaluado de manera indetenible desde Chávez hasta Maduro. El renombramiento de la moneda y la eliminación de ocho ceros para simplificar, más la hiperinflación provocada por las emisiones inorgánicas del Banco Central, han llevado a la pulverización del poder adquisitivo del salario, y a una dolarización de facto de la economía. Pese a que hay prestadores de servicios que cobran en dólares; la realidad es que el acceso a los dólares es potestativo de una minoría, que puede adquirir bienes en los comercios llamados bodegones, muy lucrativos, administrados por personas allegadas al régimen. Se trata de una burbuja exclusivista e inequitativa”.
Igualdad… para abajo
“Lo peor es que la clase media se ha pauperizado y que los que tenían empresas exitosas dejaron de generar riqueza, y se han limitado a sobrevivir, a resistir el impacto o a cerrar. Se logró una nivelación hacia abajo: que todos sean pobres”.
La situación en Venezuela es sencillamente catastrófica. Y la solución no pasa solo por acciones políticas internas.
Carmona comentó el manejo de EE.UU. del caso Venezuela y, como millones de venezolanos, está expectante de la presión de la comunidad internacional, en especial Estados Unidos, sobre el régimen.
El caso de que los Estados Unidos haya escalado en la presión al régimen en plena pandemia y plena crisis mundial, es una clara demostración de intereses con respecto a Venezuela y la importancia del mismo ¿O no?
“Aquí en Colombia hay un dicho: ‘Se sienten pasos de animal grande’. Las cosas están tomando otra dimensión. Entramos en una fase superior y un nivel progresivo de presión internacional y de juicios por narcotráfico y aprovechamiento del terrorismo, nunca antes visto”.
Las lecciones y la salida de la crisis
Esta crisis que está siendo devastadora para América Latina y el mundo, deja muchas lecciones: “La primera es que, frente a la prepotencia de los seres humanos, del poderío tecnológico, del paso de ‘animales a dioses’, como diría Harari, debemos ser más humildes y admitir que somos vulnerables, que debemos cuidar más a nuestro planeta, y que no demos olvidarnos de Dios”.
“Pero la otra lección, que yo diría que es importante, es que al final de la pandemia y de la crisis, nos encontraremos con un mundo diferente. La visión deberá ser distinta, de responsabilidad social y sostenibilidad del planeta. Suelo decir que estamos en la tercera guerra mundial, pero con un enemigo invisible que ha colocado al mundo en vilo. Así, las salidas a la crisis tendrán que ser creativas, novedosas, con mucha solidaridad y responsabilidad social; sin que tenga validez el criterio de algunos de que estamos al final del capitalismo, y que deben surgir Estados fuertes, omnipotentes, intervencionistas y controladores, ni mucho menos más expresiones de populismo ineficaz y fracasado”.