Una investigación de la agencia The Associated Press reveló cómo China decidió no proporcionar información clave con respecto al brote inicial del coronavirus. La Organización Mundial de la Salud (OMS) insistió —de forma privada, nunca pública— en que China facilitara los datos concretos que tenían, pero no hubo éxito en el pedido.
Todo inició en esa primera semana de enero, cuando muchos –—por no decir la mayoría de las personas— pensaba que la COVID-19 no era nada de gravedad. Una simple gripe. Aunque existían reportes informales y extra oficiales desde Wuhan que advertían de una nueva y agresiva enfermedad que atacaba fuertemente las vías respiratorias entre seres humanos.
Las autoridades sanitarias chinas fueron rápidas, al contrario de lo que se cree, detectaron el virus y logrando descifrar el cuadro genético en tiempo récord. Se cree que las experiencias previas con otras enfermedades similares (síndrome respiratorio agudo grave en 2002) sirvieron para ello.
China tenía todo para alertar e informar al mundo sobre una nueva enfermedad, solo había que tener transparencia, pedir colaboración y dejar a la OMS hacer su trabajo. Pues, como ahora bien se sabe, ocurrió todo lo contrario, China ocultó y restringió información vital sobre el coronavirus y la OMS, sabiendo eso, decidió hacerse de la vista gorda.
La falta de transparencia del régimen chino y la complicidad de la OMS
Según la agencia AP, docenas de entrevistas, fuentes y documentos de su investigación determinaron que el régimen de China retuvo la publicación del cuadro genético o genoma del virus durante más de una semana. Esto debido a los fuertes controles y medidas restrictivas que ejerce el Partido Comunista sobre la información y la competencia dentro sistema de salud.
La publicación del genoma llegó el 11 de enero, una semana después de que los laboratorios gubernamentales ya lo habían descifrado por completo. Solo se difundió luego de que se filtrara el cuadro en un portal web de virólogos. Mientras eso ocurría, la OMS se dedicó a destacar la “gran respuesta” del régimen chino para determinar el peligro real del virus, sabiendo que ocultaban datos y resultados.
Los funcionarios de la misma Organización Mundial de la Salud comentaban en reuniones privadas estrategias para presionar a China “sin generar molestias en las autoridades”. La investigación de AP arroja que el principal temor era que, si la OMS hacía pública la forma de actuar del régimen y pedía la información de manera frontal, las autoridades de ese país podrían tomar represalias y ocultar lo que sabían. Algo que de igual forma hicieron durante la mayor parte de todo el mes de enero.
Así que, la OMS no solo no logró conseguir información rápida y precisa, sino que ahora cargará con el mote (sobrenombre) de irresponsable y cómplice.
El propio informe de AP revela que, después del problema de transparencia con el genoma, China tardó hasta dos semanas en entregar datos e informes detallados a la OMS sobre casos y pacientes con la enfermedad. Aun así, los elogios de la organización para China continuaban. Esta situación cayó muy mal en la administración de Donald Trump, que acusó a la Organización Mundial de la Salud de fungir como un portavoz del Partido Comunista chino. La acusación, en realidad, fue mucho más fuerte: “Marioneta de China”.
Un caso contundente es el suscitado el 3 de enero. Según el diario chino Caixin, la Comisión Nacional de Salud de China difundió un aviso confidencial a los laboratorios ordenándoles destruir las muestras del virus o —en su defecto— dirigirlas a institutos autorizados para su custodia. La orden prohibía publicar la secuencia genética o advertir sobre el peligro potencial de la enfermedad.
Lo cierto es que la tardía publicación del cuadro genético obstaculizó precisar el alcance real de propagación a otros países, junto con el desarrollo a escala global de pruebas, medicamentos o vacunas. La escasez de data precisa con relación a los pacientes también puso cuesta arriba determinar la rapidez de proliferación del virus, algo fundamental para detener el avance.
La OMS frustrada y con la imagen manchada
“Estamos recibiendo información muy mínima”, dijo la epidemióloga Maria Van Kerkhove, que es directora técnica de la OMS para la COVID-19. “La información nos la están dando 15 minutos antes de que aparezca en CCTV (la cadena pública china)”, espetó en otra reunión el doctor Gauden Galea, quién es el máximo funcionario de la OMS en China.
Esta nueva polémica no sería la primera en torno a China y a la OMS, simplemente sería una confirmación de un hecho puntual y revelador que explicaría muchas dudas sobre el manejo del brote inicial de la pandemia.
Algunas de las irregularidades entre China y la OMS que salieron a la luz en todo este tiempo son: 1. El correo de Taiwán a la OMS advirtiendo sobre una nueva enfermedad respiratoria –—el coronavirus— que procedía de Wuhan. 2. La petición revelada por la revista alemana Der Spiegel de Xi Jinping al director de la OMS, Tedros Adhanom, de prolongar la advertencia de la amenaza que representaba la COVID-19. Esto sucedió el 21 de enero, según un informe de inteligencia alemana al que tuvo acceso el medio alemán, la OMS desmintió esta acusación. 3. Las denuncias de altos funcionarios de la OMS sobre el torpedeo de China a las investigaciones de la organización. 4. Las amenazas-acciones que tomó China contra Australia por pedir una investigación independiente sobre el manejo inicial de la enfermedad. Jugada que, recuerden, le salió mal al régimen porque posteriormente más de 116 países se unieron al pedido australiano.
Hay que recordar que fue la Organización Mundial de la Salud la que cayó en constantes contradicciones con respecto a las recomendaciones sanitarias. Mientras Taiwán sabía que el uso de mascarillas es algo fundamental, la OMS dijo que no había que usarlas. De igual forma, la misma organización pidió que no se exagerará con “medidas extremas” como el cierre de fronteras o la restricción o prohibición de vuelos provenientes de China. Fue el mismo organismo el que publicó que “no había pruebas” para determinar que el virus se transmitía entre seres humanos según “investigaciones preliminares de autoridades chinas”.
Preliminary investigations conducted by the Chinese authorities have found no clear evidence of human-to-human transmission of the novel #coronavirus (2019-nCoV) identified in #Wuhan, #China🇨🇳. pic.twitter.com/Fnl5P877VG
— World Health Organization (WHO) (@WHO) January 14, 2020
AP recolectó el testimonio de Ali Mokdad, profesor del Instituto de Métrica y Evaluación de la Salud de la Universidad de Washington: “Es obvio que podríamos haber salvado más vidas y evitado muchas, muchas muertes si China y la OMS hubieran actuado más rápidamente”. Sin embargo, hay que rescatar que el profesor Mokdad señaló que una postura más agresiva de la OMS pudo desencadenar una actitud más a la defensiva de China y una colaboración mucho menor.
La falta de transparencia provocó muertes
Todos esos días de ocultamiento y secretismo con respecto al coronavirus hicieron que la enfermedad se expandiera por el mundo. El tiempo perdido se tradujo en proliferación, contagio masivo, sistemas de salud colapsados, economías detenidas y, por supuesto, muertes. China pudo alertar al mundo, pero no quiso. La OMS pudo denunciar al régimen y pedir el apoyo de la gran mayoría de los países, pero prefirió el silencio. Después de tantas revelaciones, no queda dudas: El Partido Comunista chino con sus mentiras y la Organización Mundial de la Salud con su complicidad, son responsables directos de la muerte de miles.