Maracaibo, la segunda urbe de Venezuela e histórica zona petrolera, es una de las ciudades que más ha sufrido la desgracia chavista. Además de la crisis económica, energética y social, la capital del estado Zulia, ubicada al noreste del país, debe afrontar la dura realidad de tener un sistema de salud completamente destruido.
Parece que el Hospital Universitario de Maracaibo estuviera en el centro de una zona de guerra. Su aspecto no es el de una instalación deteriorada, sino más bien devastada. Es común ver a pacientes en el piso por la escasez de camas, también es normal ver a las ratas y cucarachas pasearse por los pasillos como si fuera una alcantarilla, también hay manchas de sangre por doquier. Una centena de casos positivos por COVID-19 fueron suficientes para colapsar —y por mucho— todo el sistema de salud. En el centro hospitalario apenas cuentan con ocho camas en la unidad de terapia intensiva, más de cien personas esperan atención.
Blomberg publicó un artículo basado en el testimonio de enfermeros, médicos y funcionarios públicos de la capital zuliana. El panorama que dibujaron es desolador: los pacientes están sin camas, los médicos trabajan sin insumos médicos arriesgando sus vidas estoicamente y muchos por temor a la enfermedad no quieren presentarse a trabajar. A todo esto hay que sumarle la persecución de las fuerzas del régimen contra el personal de blanco para que las denuncias no salgan a la luz.
“La mayoría de los muertos de Maracaibo nunca llegan a la cuenta oficial de la nación porque las pruebas deben enviarse a Caracas para su procesamiento, y los resultados pueden demorar entre 15 días y un mes”, señala Blomberg según el testimonio de un médico. Desde el inicio la tiranía de Maduro ha ocultado información sobre la pandemia.
La intención del régimen es ocultar todo y dar la imagen de que la situación está bajo control, pero la información, de alguna u otra forma, siempre se filtra. Maracaibo es el reflejo de todo el país, absolutamente todas las ciudades de Venezuela están en peligro inminente de correr con la misma suerte. En Venezuela todos los hospitales están desabastecidos, tienen problemas de agua corriente y energía eléctrica, no se encuentran medicinas y no se cumplen los requisitos mínimos sanitarios.
Médicos y hospitales sin equipos
Ante la escasez, los médicos se ven en la necesidad de reciclar mascarillas. El régimen no abastece y la situación del país no les permite comprar sus propios suministros para cuidarse. Este es un punto clave, porque ha provocado la deserción de varios profesionales de la salud causando que los pacientes pasen de dos a tres días sin ser atendidos. Muchos de ellos en el piso del hospital de Maracaibo, algunos muriendo antes de tener atención.
Las denuncias sobre el déficit de los equipos y el mantenimiento del centro de salud son múltiples. Van desde aparatos de rayos x que no funcionan adecuadamente hasta apagones frecuentes y baños sin agua corriente. Los médicos ven a personas morir con síntomas de coronavirus sin siquiera recibir un diagnóstico. Muchos de los que presentan síntomas ni siquiera se animan a ir al hospital porque saben que, muy probablemente, no recibirán una atención mínima, así que optan por quedarse en sus casas resignadamente esperando un milagro.
#4Jun Vean #Venezuela
Por segundo día consecutivo, pacientes del piso 5 del Hospital Universitario de #Maracaibo denuncian q no tienen atención médica, ni medicinas,dicen: “Nos están dejando morir uno por uno”.
El personal no tienen protección #Covid_19
pic.twitter.com/SbB4mWrrIn— 👑Dulce Maria👑💫 (@PrincDulceMaria) June 4, 2020
Mientras más grande sea la crisis, más se beneficia el régimen
Los venezolanos en plena pandemia han servido, una vez más, como una suerte de conejillo de indias para la tiranía de Maduro. Con la excusa del contagio masivo y el “evitar muertes” a causa de la COVID-19, el tirano ha implementado una de las cuarentenas más extremas de todo el continente. Las personas en Maracaibo tienen prohibido trasladarse entre municipios, no hay conectividad y persiste un toque de queda.
Las fuerzas de seguridad del régimen no han dudado en implementar un uso excesivo de la fuerza para retener personas que “incumplen” la extrema cuarentena. Un caso fue lo que sucedió en el estado Lara, en el marco del día de los abogados específicamente, donde una jurista fue retenida por violar el confinamiento cuando se dirigía del trabajo a su hogar. Para aprehenderla, una de las funcionarias de la Guardia Nacional Bolivariana (GNB) utilizó un método muy similar al aplicado por el agente Derek Chauvin en el asesinato contra George Floyd. En este caso, la abogada no terminó asfixiada, pero sí con el rostro completamente destrozado porque se habría negado a pagarles a los funcionarios un soborno.
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La historia no es muy distinta en Maracaibo ni en el resto de los hospitales del país. El personal sufre de persecución por parte de sus propios directores afines al chavismo y de las fuerzas de seguridad e inteligencia de la dictadura. “Es difícil para nosotros hacer declaraciones y mucho menos formalizar denuncias por temor a represalias”, explicó, en calidad de anonimato, para PanAm Post una médica que se encuentra en Maracaibo.
Es lógico que el trabajador de salud no quiera denunciar al ver que varios colegas fueron detenidos y acusados incluso como “traidores de la patria” por denunciar la falta de insumos para combatir al coronavirus.
Hubo casos kafkianos, como el de una médica que fue detenida por simplemente poner una imagen contra Maduro en su estado de WhastApp. El portal Espacio Público realizó un amplio trabajo sobre este tema. Según su contabilización, 26 personas han sido detenidas por criticar a la dictadura en redes sociales o manifestarse en contra de las autoridades. La cuarentena ha servido para aumentar el control e infundir miedo.
👉A Darío Salcedo lo detuvieron el #5may por denunciar a través de su cuenta en Twitter y en un grupo de WhatsApp, su inconformidad sobre beneficios laborales
El Tribunal 35° de Control ordenó su reclusión en la cárcel “26 de Julio”, estado #Guárico https://t.co/QArr4FpMSz
— Espacio Público (@espaciopublico) June 11, 2020
Un exenfermero del Hospital Universitario de Maracaibo, que actualmente se encuentra en el exilio, contó para el PanAm Post cómo sus excompañeros enfrentan la falta de insumos hospitalarios. Los funcionarios del hospital no cuentan con guantes, batas, ni mucho menos mascarillas. Ni siquiera con lo más básico: agua y jabón para lavarse las manos y prevenir la enfermedad que azota al mundo. El exenfermero relata que una amiga suya, también enfermera, falleció diagnosticada con COVID-19; un médico del mismo hospital catalogado como “centinela” para combatir al virus, corrió con el mismo infortunio.
La ayuda internacional de 94 toneladas de insumos sanitarios para combatir a la COVID-19, en el marco del acuerdo entre la dictadura y el Gobierno interino de Juan Guaidó a través de la Organización Panamericana de la Salud, es un maquillaje para un sistema completamente colapsado. Estas ayudas no estarían siendo manejadas directamente por la tiranía, sino por las agencias especializadas de la Organización de las Naciones Unidas, esa fue una de las condiciones de los países donantes. De igual forma, la realidad es contundente y se cumple el presagio de los especialistas: Venezuela es uno de los países que más sufriría un brote fuerte de contagio, aunque el régimen lo quiera negar.
Los médicos que aún se mantienen al pie del cañón no solo luchan contra el coronavirus y cualquier otra enfermedad, también batallan internamente contra una tiranía que desprecia la vida y hace todo lo posible por perjudicar e imposibilitar su tarea de salvar vidas. Maracaibo es hoy la ciudad más afectada, un serio aviso para el resto de Venezuela.