Desde el inicio de la proliferación del coronavirus originado en Wuhan, con el posterior anuncio de pandemia, el régimen de China no ha parado de mover sus fichas diplomáticas para lavar su imagen tras ser el principal culpable de esta tragedia. La administración de Xi Jinping se ha encargado de donar (y también vender) mascarillas —defectuosas y dañadas—, insumos médicos en general y, por último, ahora prestará dinero a la región para “comprar dosis de vacunas contra la COVID-19”.
Algunos dirán que este es “un buen detalle por parte de China”, pero la realidad es que los préstamos chinos traen consigo un interés oscuro que va más allá de lavar su imagen por su pésima gestión en el primer brote del virus.
Un artículo de Emmanuel Rincón publicado en este medio, titulado “China «compra» media África y expande su territorio para conquistar el mundo”, revela cómo el régimen ha comprado las conciencias de los gobiernos africanos para crecer en influencia en el continente africano y en los organismos multilaterales. ¿Qué hace China? Presta plata, en grandes cantidades, y es tanto así que el régimen ya ha prestado más dinero a los países en desarrollo —especialmente en África— que las grandes entidades financieras del mundo: el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional y todos los demás gobiernos del mundo.
Estos préstamos chinos tienen una fachada atractiva, pero internamente traen muchísimos problemas para sus deudores, porque si bien el 60 % tiene menos garantías para otorgarse, la mayoría tiene tasas de interés más altas y plazos de vencimiento más cortos. ¿Qué provoca esto? Que los países no tengan la capacidad de saldar sus deudas con el régimen chino a partir de sus ingresos por distintas razones: pobreza, necesidades básicas por cubrir o la misma corrupción. Entonces, a las naciones no les queda de otra que entregar sus recursos naturales o económicos a los intereses de China. Además de, por supuesto, ser votos seguros para el Partido Comunista Chino (PCCh) en cada votación multilateral que sea de interés para la administración Xi Jinping.
Fue lo que ocurrió el año pasado en la votación por el dominio de La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), donde Qu Dongyu, exviceministro de finanzas del PCCh y miembro del Comité de Política Monetaria el Banco Popular de China, logró la dirección general del organismo. El voto de los países africanos jugó un rol preponderante.
La elección de Qu como director de la FAO significó un golpe durísimo para la Unión Europea y EE. UU., porque desnudó la pérdida de influencia en las Naciones Unidas por parte de Occidente y confirmó que la ONU es hoy un brazo más del Partido Comunista Chino por su gran influencia. Esto se evidenció notoriamente en los últimos meses con la relación OMS-China en medio de la pandemia por el coronavirus.
¿Qué planea China con América Latina?
Con los organismos multilaterales y las principales financieras del mundo prácticamente en el bolsillo, sumado a la injerencia en el continente africano, China pretende seguir comprando conciencias en la región con este préstamo para comprar vacunas y la promesa de que sus tratamientos serán de “acceso universal”.
El marco del anuncio fue una reunión que copresidieron los Gobiernos de China y México en el que participaron países de América Latina y El Caribe. El objetivo era discutir la cooperación internacional contra la COVID-19 y sus retos derivados de la emergencia sanitaria mundial.
En la videoconferencia estuvieron el secretario de Relaciones Exteriores de México, Marcelo Ebrard y el ministro de Relaciones Exteriores de China, Wang Yi. Los demás países —Argentina, Barbados, Chile, Colombia, Costa Rica, Cuba, República Dominicana, Ecuador, Panamá, Perú, Trinidad y Tobago y Uruguay— participaron con representación diplomática.
El canciller mexicano anunció en una conferencia desde el Palacio Nacional que México está analizando y participando en varios proyectos que permitan el aceleramiento de desarrollo, producción y acceso a dosis de vacunas contra el coronavirus. El canciller aseguró, además, que uno de los objetivos del acceso al patógeno es distribuir 2 000 millones de vacunas entre 77 países y que en su país llegará a tiempo la vacuna.
Por su parte, Wang Yi avisó que la vacuna desarrollada en China “será un bien público de acceso universal y que se destinará un préstamo de mil millones de dólares para apoyar el acceso de las naciones de la región al antídoto”.
Al final, todo es cuestión de perspectivas, hay quiénes señalarán que este préstamo de China será algo positivo para América Latina y el Caribe; pero a este acuerdo hay que leerle la letra pequeña y comparar con los antecedentes que están a disposición: ¿qué pasó con los países que tomaron préstamos del régimen de China como Venezuela y los países africanos? Terminaron a merced del país asiático. Este puede ser el primer paso de América Latina para que la influencia del PCCh sea marcada y clara.