Venezuela, a lo largo de estos años, ha carecido de liderazgos confiables y decididos. El país ha tenido “líderes” con poco sentido de trascendencia que, en la mayoría de los casos, han velado por sus intereses particulares o partidistas en detrimento de las necesidades del país.
El 2020 viene siendo un año durísimo, quizás el más fuerte que se recuerde a nivel global, pero en Venezuela es aún peor: se perdió la oportunidad de salir de Maduro en 2019 —el juego de las expectativas encestó al país un golpe de gracia—, y ahora se ve cómo en el 2020 la agenda mundial —incluyendo la de los acérrimos aliados de los venezolanos– giró en torno a la del COVID-19 por razones claras. Quedamos en un plano secundario para todos, con Maduro más atornillado y la “oposición” en su habitual lugar de intrascendencia. En medio de esta coyuntura nace una propuesta, una diferente a lo que se venía implementado: el desafío ineludible para Occidente, presentada por María Corina Machado. La pregunta que muchos se hacen es: ¿inviable o factible?
Qué plantea
Machado propone la creación de una coalición internacional que despliegue una Operación de Paz y Estabilización en Venezuela (OPE).
La propuesta se base en seis aspectos: el control del territorio, seguridad y desarme; la asistencia humanitaria primaria; la reconstrucción de la infraestructura de emergencia y de los servicios públicos; la restauración de la ley y el orden; la promoción del Estado de Derecho; y la reinstitucionalización democrática del país.
Pero pueden simplificarse en tres pasos fundamentales y perfectamente entendibles para todos, tal y como explicó el profesor Luis Emilio Bruni al PanAm Post: “La recuperación de la soberanía”, léase independizar y desocupar a Venezuela de las fuerzas foráneas que hoy imponen “su ley” en el territorio; después de atender la urgente crisis humanitaria viene el paso de “retomar el Estado de Derecho, —hoy Venezuela es un Estado fallido, todos los indicadores internacionales lo señalan, incluso Siria tiene mejores indicadores que Venezuela”— y, finalmente, logrado estos dos pasos, que llegue la “redemocratización del país”, léase recuperar la institucionalidad por completo. Bruni, además de ser profesor, es Ingeniero ambiental egresado de la Penn State University y tiene una maestría en relaciones internacionales de la Universidad Central de Venezuela y PhD.
Esta propuesta tiene un punto clave que jamás tuvo el Cese de Usurpación, el primer paso del mantra que todo el país aprobó en el 2019, y es que se presenta al caso Venezuela como un entramado geopolítico que atenta contra la seguridad hemisférica y regional. Una jugada hábil para poder persuadir y negociar con nuestros aliados la necesidad de una coalición internacional de Paz y Estabilización que, ciertamente, pocos quieren costear, por eso toca convencer.
En cierta forma, el argumento es irrefutable, hoy Venezuela no es independiente, está llena de grupos guerrilleros marxistas (FARC, ELN), de grupos terroristas (Hizbulá, Hamas), de fuerzas militares extranjeras (militares cubanos), de potencias con intereses económicos-políticos (China, Rusia e Irán); ahora hay que preguntarse: ¿Venezuela es un peligro para la región? La respuesta no debería tener dudas: sí. Y, en base a esta realidad, la necesidad de una acción multifacética va en aumento.
Bruni explica que, “Lo que hizo nacer el concepto de la responsabilidad de proteger, es precesicamente que la soberanía no es absoluta cuando el Estado está violando las leyes de Derechos Humanos Internacionales, es decir, no se considera una violación a la soberanía si tú estás defendiendo a los DDHH. El caso de Venezuela es particular porque es todo lo contrario, en Venezuela se violó la soberanía para abusar de los Derechos Humanos, o sea que es incluso peor”. El master en relaciones internacionales menciona, además, “que por menos de lo que pasa en Venezuela, se han realizado misiones de paz y estabilización en otros países, en Haití, por ejemplo, se hizo una acción para pacificar un barrio”, señala que el problema es que hemos fallado en elaborar un caso internacional.
Los malos entendidos con la propuesta: imposibilidad y pasividad
“Hay quiénes creen que presentar una ruta que incluya una operación de esta dimensión significa poner en manos de otros los problemas venezolanos. Nada más alejado de eso”, espeta Bruni. Una propuesta de este tipo necesita visibilidad, y eso es tarea obligatoria de todos los venezolanos, lograr imponer la narrativa de que en Venezuela no podemos solos, que necesitamos ayuda y que si no se nos ayuda este problema va a extenderse por toda la región y el hemisferio. La labor es encomiable, en especial cuando los medios de comunicación globales le tienen pavor a la palabra “intervención”.
Uno de los puntos de la “imposibilidad” de esta propuesta de María Corina Machado es que supuestamente la mayoría de los gobiernos aliados no están dispuestos a pagar el costo político de esta acción multilateral. Y eso pudiera ser cierto. Al respecto, el portal TalCual publicó un artículo durísimo contra la OPE de Machado donde señaló varios de los focos que consideran “inviables”, pero los argumentos tienen lagunas.
En el artículo se señala que Venezuela es un “país depauperado, cuyo principal efecto sobre los países vecinos es la migración masiva e ilegal, lo cual han intentado los demás países con políticas de regulación o restricción migratoria”. En ese sentido, subrayan que “el país no es prioridad para nadie que no sean los venezolanos afectados por la crisis económica, humanitaria y política”. Esto es falso. Si fuera así, Maduro y varios jerarcas del chavismo como Tareck El Aissami y Diosdado Cabello no tendrían precios en sus cabezas por narcoterroristas, por eso Alex Saab está en un proceso de extradición a los EE. UU, por eso se ha aprobado la operación antinarcótico más grande de la historia de Cccidente.
Hay indicios para creer que la comunidad internacional entiende que esto se trata de un conglomerado criminal que ha llegado demasiado lejos. Incluso, se ha revelado que el presidente estadounidense, Donald Trump, estuvo interesado en intervenir Venezuela o lo veía con buenos ojos.
Para rebatir el principal argumento contra la propuesta necesitamos aplicar la lógica y la practicidad con la máxima del costo-beneficio. Luis Emilio Bruni pregunta: ¿qué beneficio les trae a los países liberar a Venezuela bajo el argumento de “crisis humanitaria compleja”? La respuesta es clara: poquísimo, sería una acción de caridad, y eso no sirve; ahora, replantea: ¿qué beneficio tienen los aliados si se les plantea que, “por la seguridad del hemisferio”, es necesario activar una coalición multilateral para deponer a una de las organizaciones criminales más peligrosas del mundo? Esto es el poder de los adjetivos.
Esta idea es realista porque es la verdad, se comprueba en los hechos, pero necesita venderse. Y aquí ya la hipótesis de la imposibilidad cambia su juego: ¿es imposible porque no se va a aceptar o es imposible porque los actores políticos no quieren crear la posibilidad? Bruni explica que esto va más allá de lo posible, “cuando tienes el diagnóstico acertado, entiendes que esto ya no radica en lo posible y lo imposible, sino en lo necesario”, y Venezuela, para ser libre, independiente y soberana, necesitará una Operación de Paz y Estabilización.
Otra de las críticas hacia la OPE es que no hay garantías de “redemocratización”, esto también resulta una afirmación sorpresiva: ¿qué acción garantizaría una redemocratización en Venezuela? Esta crítica se percibe ensañada puesto que nada garantiza tal cosa en Venezuela, ya que es un caso único y extremadamente complejo. Ahora, con las experiencias vividas, si hay algo seguro: si se siguen cometiendo los mismos errores de siempre jamás vamos a lograr recuperar ni una sola institución. Esto es, simplemente, una cuestión de prioridades, ¿qué necesitamos? ¿redemocratizar o recuperar nuestra soberanía y el Estado de Derecho? Claramente la prioridad debe ser recuperar la soberanía primero, sin eso y sin el Estado de Derecho no hay redemocratización, y los primeros solo se lograrían con una acción de fuerza.
Reduccionismo, burla y caricaturización de una propuesta importante
El reduccionismo es una de las cosas que más daño le ha hecho a esta propuesta, explicó el consultor en estrategias para gestión de riesgos Alberto Ray al PanAm Post. Ray señala que resulta torpe e indignante calificar a una acción de esta dimensión como “pedir una pizza” o espetar que no es posible “ver marines desembarcando en costas venezolanas”, eso es un argumento absurdo. La OPE de Machado es legítima porque, en efecto, se contempla en el Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca; es, de hecho, una obligación del tratado.
“Un ataque armado por parte de cualquier Estado contra un Estado americano será considerado como un ataque contra todos los Estados americanos”, espeta el tratado. “En consecuencia cada una de dichas partes contratantes se compromete a ayudar a hacer frente al ataque, en ejercicio del derecho inmanente de legítima defensa individual o colectiva que reconoce el artículo 51 de la Carta de las Naciones Unidas”.
El TIAR, si bien no es un elemento mágico, es un mecanismo de presión que inicia con sanciones que pueden ir in crescendo si decididamente se apuesta por una aventura diplomática para convencer a los países que en Venezuela necesitamos una acción multilateral. “Es aquí donde hemos fallado, pedimos, pero no persistimos, eso es lo que está haciendo María Corina Machado: persistir a la comunidad internacional, a los políticos y a los mismos ciudadanos”.
Esta propuesta se legitima, además, porque mucha gente apoya esto. No es pedir una salida violenta, es generar una fuerza para combatir a la cultura de la violencia que hoy domina Venezuela. Incluso, con la construcción de una amenaza real es posible lograr una salida pacífica y sin impunidad.
Tanto Ray como Bruni, coincidieron en que es una obviedad que un país no va a intervenir a otro por simplemente pedirlo. Eso es un disparate. “La propuesta de María Corina Machado no es una petición, es un caso o un primer paso para exponer un caso altamente relevante. Ontológicamente Venezuela necesita de la OPE”, explica Bruni.
“Por eso es necesario que se institucionalice, ¿cómo es eso? Que se lleve a la Corte Internacional de Justicia, donde solo los Estados pueden presentar casos. Esto es algo que, únicamente, el gobierno interino podía hacer. Con todo el derecho y la legitimidad se pudo buscar los mecanismos para contratar firmas de primerísimo nivel que elevaran este caso al siguiente escalón”, expuso el profesor.
Al conversar con los consultores y analistas queda una conclusión clara: se necesita trabajar en el caso: “El complejo caso de Venezuela, es una situación ejemplar que requiere una acción ejemplar para arreglarlo”, porque eso es lo que está sucediendo en el país: un problema sin precedentes que necesita de una formula nueva para resolverse.
Contexto
Ahora, claramente, esto no es algo fácil de lograr; requiere tiempo y ahora mismo depende de muchas situaciones: si continúa Trump o no, cómo siguen los liderazgos de Duque y Bolsonaro, cómo continuará el tema del COVID-19 en niveles sociales, económicos, etcétera. Todo eso es cierto, pero como dijo Bruni: “Es lo que se necesita, y cuando algo es necesario, hay que hacer hasta lo imposible”.
En ese sentido, Alberto Ray explicó un símil interesante: “Tan solo piénsalo, si tu madre, tu hijo o algún familiar cercano se enferma de cáncer y necesita de quimioterapia y otros medicamentos costosísimos y tú, lastimosamente, no tienes los recursos, ¿qué haces? ¿le das un tratamiento que no le surte efecto alguno y que eventualmente no evitará la muerte o te mueves y haces hasta lo imposible para encontrar los recursos y salvar a tu familiar?”. El dilema es sencillo: nos resignamos a vivir con el chavismo y aceptamos que nos venció y no podemos derrotarlo, o dejamos a un lado las excusas necias sustentadas por el egocentrismo analítico que pretende tildar a esta operación de “imposible” y, definitivamente, nos lanzamos a la construcción de esta posibilidad.
La aprobación de Andrés Pastrana
El expresidente colombiano, Andrés Pastrana, conversó con el Panam Post sobre la propuesta de María Corina Machado y la necesidad de una intervención humanitaria en Venezuela. Comentó que lo primero que hay que entender es que en Venezuela rige un Estado criminal gobernado por un narcodictador y “con los narcos no se habla”.
“Aquí hay una narcodictadura que le da cobijo al narcotráfico, es un Estado que promueve el narcotráfico. Aquí tiene usted al Cartel de los soles, a la familia presidencial, a Diosdado Cabello, Tareck El Aissami; por lo tanto, estamos hablando de un Estado criminal”.
En segunda instancia, Pastrana señaló que, según las Organizaciones de Estados Americanos, todas las intervenciones para la aplicación del TIAR que deben existir en Venezuela deben ocurrir “por pedido de la Asamblea Nacional”.
Dijo que “a la Asamblea Nacional le ha faltado cumplir con varios de los requisitos para los cuáles fue elegida”. Mencionó, por ejemplo, que la Asamblea no ha nombrado un Consejo Nacional Electoral. También destacó una acotación sobre la extradición de Alex Saab: “A mí me llama la atención que en el caso de Alex Saab, el testaferro de Nicolás Maduro, que el narcodictador llama venezolano y agente diplomático de su gobierno, fue el propio TSJ legítimo el que salió a desmentir que era venezolano y que no podía representar al pueblo de Venezuela, pero no lo ha hecho el presidente legítimo que es el que tiene que decirle al mundo: el señor Saab no nos representa”.
En ese sentido, el expresidente colombiano asentó su postura: “De acuerdo con la constitución venezolana, quién debe pedir la intervención para la aplicación del TIAR es la Asamblea Nacional venezolana, y no lo ha hecho. Fíjese lo que está pasando: se están patrocinando grupos guerrilleros en Colombia y se le está dando cobijo a la FARC y miembros del ELN, eso es una amenaza regional; patrocinan el narcotráfico, que es otra amenaza hemisférica, por el peligro del narcotráfico en Colombia, Perú, Bolivia y Venezuela; y esto de la mano del cartel más importante que nos dejó el presidente Santos, que es la FARC y junto a Hezbollah que es otra amenaza y se financia también del narcotráfico”.
Otro punto importante que plasmó Pastrana es sobre la delicada situación del Cisne Blanco: “Nadie le dio importancia que en Venezuela llegó un avión denominado el Cisne Blanco, que es el que transporta la bomba atómica, y resulta que en este hemisferio hemos firmado tratados de que no puede haber bombas nucleares en nuestros territorios; y nadie dijo nada de que este avión llegó a Venezuela”.
Por último, el expresidente espetó: “¿Por qué es necesaria la intervención? La gente se está muriendo de hambre, hay una crisis humanitaria en Venezuela y la región tiene que actuar y esto va de la mano de la pandemia: nadie tiene datos precisos de cuantos venezolanos están contaminados y que está sucediendo al interior del país. Por lo tanto, hay otro motivo para hacer la intervención humanitaria porque afecta a todo el mundo. Hoy tenemos dos millones de venezolanos en Colombia, pero están distribuidos por toda la región”.
Una crítica desmesurada contra una ruta novísima
La crítica que ha recibido la propuesta de María Corina Machado resulta exagerada y desmedida, sobre todo si se tiene en cuenta que es una vía que nunca se intentó fidedignamente y que tiene su antítesis en la ruta que han seguido los políticos tradicionales: falsos diálogos, negociaciones ocultas y falsas elecciones. Eso no ha funcionado y no servirá. La negociación es factible siempre y cuando tengas algo para imponerte a tu oponente, y cuando estás cara a cara contra criminales, la única forma de hacerles frente es con una fuerza mayor en tu balanza; sino, cualquier tipo de diálogo o negociación resultaría en una farsa que fortalecerá a Nicolás Maduro y su tiranía.
Dijo una vez Mark Twain: “Un hombre con una idea nueva es un loco hasta que la idea triunfa”. No hay que deslegitimar una propuesta que puede ser la clave para nuestra libertad.