Hablar sobre el Ejército del Pueblo Paraguayo (EPP) no es fácil, requiere de mucho rigor para no caer en la tentación de dejarse llevar por la gran cortina de humo que existe alrededor del tema y que últimamente tiene los reflectores internacionales. Por ello, conversé con colegas paraguayos de mayor experiencia en el tema y con mejor conocimiento en los detalles.
Lo primero que hay que destacar es que el EPP es un grupo de criminales. Aquí no vale el romanticismo de querer venderlos como «una consecuencia de las injusticias sociales», «la ausencia del Estado», o algo por el estilo; no. El EPP es un grupo de criminales que ha secuestrado, violado, asesinado, traficado drogas y han lavado el cerebro de niños. Todos delitos aberrantes.
Pero hay algo que se debe destacar, y esto me lo dijo un periodista paraguayo de alta trayectoria: al EPP es mejor no considerarlo un grupo guerrillero ya que esto le daría condición de «fuerza beligerante y en Paraguay no existe una guerra civil». Eso es, justamente, lo que este grupo criminal quiere ya que le da «ventajas legales internacionales». Al EPP es mejor denominarlo como una fuerza terrorista.
¿Por qué toma relevancia esta fuerza terrorista? Por dos grandes hechos. El primero, un operativo, en parte fallido, de la Fuerza de Tarea Conjunta (FTC) —un brazo de las Fuerzas Armadas paraguayas—, que intentó neutralizar a varios miembros de esta organización interceptando un campamento, pero terminó abatiendo a dos niñas de nacionalidad argentina en territorio paraguayo que fueron reclutadas por los terroristas y, supuestamente, eran familiares de una de las cabecillas. El segundo, que ocurrió hace escasos días atrás, el secuestro de un exvicepresidente paraguayo adjudicado al EPP. Luego de esto, a la familia y a los medios se les emplazó para no acabar con la vida del secuestrado.
Contexto: orígenes y el historial criminal del EPP
Resumidamente: el denominado «Ejército del Pueblo Paraguayo» surgió en la década de los noventa, teniendo en sus orígenes al partido de extrema izquierda «Movimiento Patria Libre» (MPL); que era liderado por Juan Arrom, dirigente universitario conocido por ser opositor a la dictadura stronista y otro señor llamado Anuncio Martí.
Por otra parte, un total de 8 seminaristas fueron expulsados por el Seminario Metropolitano de Asunción por profesar e inculcar la ideología «Teología de la Liberación». Pues la llevaron a un extremo inaceptable. Uno de estos seminaristas era Alcides Oviedo Britez, quién se reunió en 1993 con Arrom para empezar un nuevo proyecto político que tenía como misión luchar contra el sistema por la vía política.
Pero fueron un fracaso político. Las ideas de izquierda que profesaban no calaron; por ello, decidieron crear un brazo armado de su movimiento político porque era «imposible llegar al poder sin infraestructura y siendo de izquierda radical».
Así nació el EPP, con ideología radical y de extrema izquierda, incluso se dice que hay nexos con icónicos personajes de la política paraguaya. Como Fernando Lugo, ex presidente de la República y actual senador en función . Si bien Lugo lo ha negado, hay información que, en 1993, cuando este era obispo en San Pedro (una de las zonas donde opera el EPP, además de Concepción y Amambay); el actual líder del Frente Guasú prestó la Casa de Retiros de la con¬gregación Verbo Divino de Asunción para una reunión del MPL.
En un artículo del 2018 del diario La Nación se recogen los supuestos nexos del actual senador Lugo con el EPP y el MPL. Se menciona que, por ejemplo, Osvaldo Daniel Villalba, que es hermano de Carmen Villalba, una histórica terrorista del EPP (ex pareja de Alcides Oviedo, por cierto), viajó a Venezuela en calidad de «becado» por el Instituto Universitario Agroecológico Latinoamericano (IALA). Mismo caso de Alejandro Ramos, exlíder del EPP y actual cabecilla del autodenominado Ejército del Mariscal López (EML). Y similar a lo sucedido con Adriano Muñoz Pérez, quien fue candidato a concejal departamental de Concepción número uno por el Frente Guasu, partido de Fernando Lugo y también fue becado por IALA para ir a Venezuela.
En 1996, luego de que ya se conformara, propiamente, este brazo armado llamado EPP; los primeros miembros fueron entrenados por grupos de guerrilla de América Latina como las FARC de Colombia y el Frente Patriótico Manuel Rodríguez en Chile. Los miembros del EPP se adiestraron y se entrenaron en tácticas militares y de guerrilla; todo con el fin de, a posteriori, conseguir financiamiento mediante acciones criminales como secuestros o extorsiones. De hecho, operan de forma similar a las clásicas guerrillas latinoamericanas como las FARC o el Ejército de Liberación Nacional (ELN).
Además de los casos más recientes que rodean al EPP —el secuestro el exvicepresidente Denis y del operativo del FTC que terminó con el abatimiento de dos niñas y con la huida de los terroristas— existen otros más emblemáticos que los definen: el secuestro María Edith Bordón de Debernardi, que terminó siendo rescatada por el valor de USD $1 000 000. El famoso secuestro y asesinato de Cecilia Cubas, hija del expresidente Raúl Cubas Grau, quién fue enterrada bajo una casa de la ciudad de Ñemby. El secuestro más largo de la historia del Paraguay que es el de Edelio Morínigo, entre otros crímenes que involucraron asesinatos, violaciones y extorsiones. De estos casos vale aclarar dos puntos importantes: en el caso de Cecilia se pagó el rescate, pero aun así la asesinaron. Sobre el señor Morínigo, aun está secuestrado y los últimos informes dicen que habría muerto.
A continuación un recuadro con todos los secuestros y asesinatos del EPP en cautiverio:
Además de secuestrados, en el 2016 por ejemplo, el EPP asesinó a 8 militares paraguayos en una emboscada.
El EPP también opera en base al populismo. Extorsiona a las haciendas de la zona para no hacerles daño exigiendo una cuota mensual a ser abonada, también solicitan la compra de víveres para la subsistencia del grupo terrorista en el monte. En algunas ocasiones obligan a las familias de los secuestrados a la compra de grandes cantidades de alimento que luego las mismas deben repartir en barrios del país, utilizando el populismo barato tratando de lavar su imagen.
Lo último que ocurrió —hasta ahora lo más grave— viene del caso del exvicepresidente Óscar Denis. La fuerza terrorista emplazó a la familia de Denis y a los medios de comunicación para liberar y no asesinar a Denis con los siguientes requisitos: entregar víveres por USD $2 000 000 con el texto Gentileza del EPP. Además, piden que la prensa cubra el evento. Por si fuera poco, piden la liberación de dos líderes: Carmen Villalba y Alcides Oviedo Brítez. Sino ocurre esto, fusilaran al exvicepresidente.
? #URGENTE | La hija de Óscar Denis confirma un contacto con los integrantes del EPP tras el secuestro de su padre. Exigen que repartan a 40 comunidades USD. 50.000 hasta completar USD. 2 millones en 8 días. También que liberen a Carmen Villalba y Alcides Oviedo en 72 horas. pic.twitter.com/C15EEhPqWM
— Diario La Nación (@LaNacionPy) September 11, 2020
? Editorial de @Telefuturo tras las exigencias del grupo criminal autodenominado Ejército del Pueblo Paraguayo (EPP) a la familia del secuestrado Óscar Denis.
? EN VIVO: https://t.co/JbiqjPiFT6 #TelefuturoPy #TelediarioPy #NoBajemosLaGuardia pic.twitter.com/98QoM7WmDK
— Telefuturo (@Telefuturo) September 11, 2020
La nueva polémica y la tragedia comunicacional
El pasado 2 de septiembre se realizó una operación de la Fuerza de Tarea Conjunta (FTC) contra un campamento del EPP ubicado en un espeso bosque de la estancia Paraíso, en Yby Yaú. Esta instalación fue calificada como «el más grande» que haya encontrado la FTC. El problema es que, el operativo, al menos parcialmente, fue fallido. Se interceptó al campamento, hubo un enfrentamiento y los terroristas terminaron huyendo en el fuego cruzado. Lamentablemente, dos niñas de 11 años y algunos meses, que estaban en dicho campamento y fueron utilizadas como escudos humanos según la versión oficial, terminaron abatidas por disparos.
Saliendo un poco del hecho en sí, el Gobierno paraguayo tuvo varios errores comunicacionales notorios. Primero, ante la necesidad de presentar éxitos de gestión, se apresuraron en comunicar que se había llevado a cabo un exitoso operativo contra el EPP. Inclusive, el presidente de la República de Paraguay, Mario Abdo Benítez, se trasladó hasta Concepción para «conocer la situación y dar declaraciones oficiales» sin tener los detalles y pormenores. Craso error.
Primero se comunicó que el campamento había sido descubierto e interceptado y que, en el enfrentamiento, se dieron de baja a dos mujeres. Claro, en primera instancia, era un logro haber identificado un campamento del EPP que sirve para recabar pruebas e información (encontraron laptops, celulares, documentos, etc.). El problema llegaría después, cuando se comprobó que, las abatidas en combate eran dos niñas de 11 años de nacionalidad argentina.
Paraguay no pudo identificar a las niñas, por ello tomaron sus huellas y se apoyaron en los Gobiernos de Brasil y Argentina para poder dar con sus nombres, edades y nacionalidades. A partir de eso, ocurrió la debacle, pues las fuerzas del Estado pasaron de identificar un campamento y matar a dos terroristas a dejar huir a la gran mayoría de los criminales del EPP y asesinar a dos menores de edad extranjeras. La puesta en escena ideal para un escándalo internacional.
La maquinaria comunicacional
Empezó a moverse la noticia: «en Paraguay las fuerzas del Estado mataron a dos menores de edad de nacionalidad argentina en un operativo contra el EPP». A partir de ahí: cancillería de Argentina pidió esclarecer las trágicas muertes de estas niñas, Naciones Unidas no esperó un informe oficial para sacar un comunicado donde señalaron haber recibido información sobre una supuesta alteración de la escena del operativo. Todo esto desencadenó montañas de desinformación. Periodistas argentinos de TV Pública comenzaron a tildar al Estado paraguayo de «asesino» y señalar el suceso como un «crimen de lesa humanidad», incluso algunos tuvieron la osadía de tomar como fuente a la terrorista y miembro del EPP Carmen Villalba.
Ayer, el estado paraguayo ejecutó a dos niñas argentinas de 11 años.
Abro hilo
— Clara (@sayitoh) September 4, 2020
Se realizaron actos vandálicos contra dos consulados de Paraguay en Argentina, medios internacionales se hicieron eco de estas noticias y jamás informaron sobre el contexto, en definitiva, la batalla comunicacional internacional la ganó el EPP; y, en gran parte, por el pésimo manejo del Gobierno paraguayo.
A esto se le deben agregar dos puntos clave: 1. El gobierno, en teoría por le protocolo sanitario, enterró rápidamente los cuerpos y también quemaron las ropas de las niñas. Hecho que no hizo más que generar suspicacias. 2. Hay cosas que no cierran: ¿cómo es que se confunde el cuerpo de dos niñas de 11 años con respecto al de «dos adolescentes casi adultas»? Claramente, detrás del manejo comunicacional del tema, donde todas las miradas se alejaron del grupo terrorista que la FTC intentó capturar, hubo intereses políticos e ideológicos, pero eso no exime de culpa al equipo comunicacional estatal que quedó completamente desprotegido de la avalancha desinformativa.
Pero que existiera incompetencia comunicacional no es excusa válida para aquellos que no pasaron la noticia con su debido contexto. Primero, como ya se explicó, el EPP es un grupo terrorista que quiere alcanzar cuotas de poder mediante actividades ilícitas; además de eso, son altamente peligrosos, pues sus vínculos con el narcotráfico son notorios y reveladores, por si fuera poco, tras lo sucedido con las dos niñas, se puede comprobar de primera mano que están ejerciendo maniobras de extrema similitud con las FARC o el ELN como el reclutamiento de niños. Incluso pueden reclutar menores de diferentes nacionalidades. En síntesis, aquí los malos de la película jamás fueron las fuerzas del Estado; y el Gobierno argentino, junto a Naciones Unidas, debieron tener muchísimo más tacto y responsabilidad antes de brindar comunicados y peticiones sin objetividad y cargadas con información de claro sesgo ideológico.
Contexto del operativo
Solo para tener un poco de dimensión del operativo, hay que tener en cuenta a qué se enfrentaba la FTC: un enemigo que ha secuestrado y asesinado a más de 38 personas divididos entre civiles, policías y militares, que sabe de tácticas de combate y ha sido entrenado por las guerrillas más peligrosas de América Latina. En ese sentido, solo hay que imaginarse el lugar, un bosque en medio de una balacera, ¿cómo se puede diferenciar entre terroristas y menores utilizados como centinelas? Recuerden que así suelen utilizar a los niños estos grupos criminales. Pues, mientras los cabecillas escapan, los niños que ya pasaron por un fuerte proceso de adoctrinamiento son los primeros en caer al ser utilizados como escudos humanos.
Explicado esto, debería entenderse perfectamente que ir a reclamarle a Paraguay o al Estado paraguayo por la lamentable muerte de estas dos niñas es un exabrupto, carece de lógica y sentido común, aquí se debería estar condenando al EPP por el reclutamiento de niños y por sus actividades ilícitas. Lo que sí se le puede perfectamente recriminar al Estado y sus fuerzas es su nula efectividad para combatir al EPP. Son, prácticamente, tres décadas donde este grupo de criminales no ha parado de infundir terror y ha buscado crecer en influencia política e ideológica.
Hay quiénes señalan, incluso, que hay complicidad entre altos mandos del Estado paraguayo y los miembros del EPP. Al grupo terrorista lo han calificado de «instrumento del sistema», pues en diversas ocasiones el grupo terrorista se ha hecho sentir coincidentemente en caldeados momentos políticos, opacando noticias desde el congreso donde se han blanqueado perdidas de investidura y otros hechos deleznables de la institución. Pero claro, estas son teorías que, al fin y al cabo, lo único que hacen es debilitar la posición moral de las instituciones del Estado con referencia a las actividades terrorista.
Lo que sí es notorio y explicaría mejor por qué este grupo ha ido creciendo constantemente desde su fundación, es que simplemente la capacitación de las fuerzas de seguridad no es suficiente para hacerle frente a estos grupos del terror. Falta tecnología, estrategia y mejores herramientas. También las intenciones más contundentes de deponer a estas fuerzas criminales. Sin eso, será imposible.
Las intenciones políticas del grupo que no deben cumplirse
Según informes, el EPP recibiría sugerencias de las FARC para perpetrar sus crímenes. Y si se quiere analizar qué puede ocurrir con el Ejército del Pueblo Paraguayo lo mejor es hacer una similitud actual con las Fuerzas Armadas Revolucionarias Colombianas.
Primero, tienen un modus operandi criminal similar. Segundo, una plataforma comunicacional que, como se comprobó, opera de forma efectiva. Tercero, quiérase o no, tienen influencia política. Y esto último, es lo más peligroso de todo, ¿por qué? Porque puede llevarse a cabo algo similar a lo que ocurrió en Colombia y que, de hecho, ya tiene cierto lobby político: un fallido y falso proceso de paz.
Diferentes actores políticos y judiciales con el correr de los años han ejercido un peligroso lobby para dialogar y buscar una medición de paz con estas fuerzas terroristas. Claro, ¿quién se puede negar a una negociación de paz? Nadie, pero aquí el problema es simple: cuáles son las consecuencias que este puede traer.
Lo más básico que se debe saber es que el EPP lo primero que pedirá es impunidad y poder hacer vida política, porque eso es lo que quieren, llegar al poder e influir para poder realizar los cambios estructurales «revolucionarios» que tanto quieren. Y eso pasó en Colombia con las FARC. Santos impulsó un proceso de diálogo de paz y ahora miembros de las FARC tienen representantes en el Congreso.
El EPP, afortunadamente, aún está lejos de eso y es lo que debe impedirse a como de lugar. Por ello, las palabras de la senadora colorada Mirta Gusinky —la misma que es madre de la asesinada y secuestrada Cecilia Cubas a manos del EPP— no solo son peligrosísimas, sino totalmente irresponsables: «¿Qué quieren? ¿Cuáles son sus objetivos? Porque realmente les queremos decir (al EPP) que nadie se opone a que ellos puedan ocupar un cargo público o que tengan ambición de poder. Pero este no es el camino», dijo Gusinky después de decir que «No es secuestrando, no es matando gente que se llega al poder».
Para entender qué está mal en las palabras de la senadora es que, principalmente, con personas que secuestraron y asesinaron no se debería negociar más que su rendición. Dejar entrever que personas que comulgan con estas ideas radicales y que están dispuestos a hacer lo que sea para llegar al poder pueden acceder a cargos públicos es totalmente inmoral.
Las palabras de Gusinky sorprenden y mucho, no solo por la trágica situación que vivió a raíz del secuestro de su hija, sino porque durante años, inclusive, acusó a Lugo de estar involucrado con el suceso de Cecilia Cubas. Hasta que, años más tarde, decidieran dejar las cosas en el pasado y cerrar todo con un apretón de manos.
Quizás se vea un poco drástico y alarmista comparar el proceso colombiano de las FARC con el EPP y Paraguay. Ciertamente, son contextos drásticamente diferentes, no hay dudas, pero si hay un ápice de posibilidad de que esto pueda, de alguna u otra forma, repetirse en territorio paraguayo, debe tener un freno ciudadano de ipso facto. Ya en el 2018, Miguel Óscar Bajac Albertin, el ministro de la Corte Suprema de Justicia (CSJ), manifestó que podía hacer de intermediario en un dialogo con el EPP para «poner el fin a la violencia del norte del país».
Este tipo de declaraciones preocupan, pues el EPP es un grupo que necesita de relevancia, y si las fuerzas políticas se la dan legitimando diálogos con criminales, este grupo terrorista podrá obtener beneficios internacionales o políticos que no merecen. De ahí la relevancia de no presentarlos como fuerza beligerante.
Algunos dirán: «Nadie justifica terroristas», pues se equivocan. En pleno 2020 hay paraguayos que no creen en que el EPP existe, Naciones Unidas y un gobierno vecino (el argentino), prácticamente lavaron la cara al grupo criminal y emplazaron al Estado paraguayo; diversos medios internacionales condenaron el «vil asesinato» de las niñas. Esta fuerza narrativa puede ir escalando, en especial si el gobierno y sus fuerzas siguen cometiendo strikes comunicacionales graves.
No hay que olvidarse del dato actual: el EPP tiene secuestrado a Óscar Denis, exvicepresidente de Paraguay, a Edelio Morínigo miembro de la Policía Nacional y a un civil ganadero Félix Uribeta. De estos dos últimos no se tienen señales de vida hace bastante tiempo. Un grupo que secuestra políticos relevantes tiene mucha fuerza y, si se continúa dejando que crezca, puede empezar a representar un peligro para la seguridad nacional. No hay que confundirse, el EPP es una fuerza terrorista con nexos con las FARC, y se debe condenar.
Este reportaje fue elaborado en conjunto con el periodista Jesús Melgarejo.