EnglishYa no es un secreto para ningún analista económico que, en el mejor de los casos, Venezuela no contará durante el 2014 con suficientes divisas para igualar el ya deprimido volumen de importaciones del año anterior. El país, que durante el 2013 sufrió un fuerte desabastecimiento de renglones tan básicos como el papel higiénico, este año a duras penas podrá pagar por sus necesidades más elementales.
Cualquier analista que entienda las cuentas de la balanza de pagos venezolana se habrá percatado que será imposible que el gobierno de Nicolás Maduro honre la deuda de US$ 13.000 millones que debe a las empresas nacionales y extranjeras que abastecieron el país el año pasado, y al mismo tiempo cuente con recursos para cancelar las importaciones de este año.
Venezuela tiene además cerrado totalmente el crédito internacional. La deuda venezolana tiene la tasa de riesgo más alta del mundo, mayor incluso que la de Zimbabue y Ucrania.
Al mismo tiempo, el gobierno comunista en Caracas ha asfixiado a los comerciantes, quienes además de operar en la nación con la tasa de inflación más alta del mundo, deben ahora lidiar con medidas draconianas de control de precios que incluyen décadas de prisión por intentar incrementar algún precio sin permiso previo de la “Superintendencia de Protección de los Derechos Socioeconómicos del Pueblo”.
Sin llegar a la expropiación de toda la propiedad inmobiliaria, como se hizo en Cuba en 1961, Maduro ha anulado de hecho la propiedad. Los alquileres tanto de viviendas como de propiedades comerciales han sido fijados muy por debajo de los valores de mercado, y están sujetos a una congelación indefinida de facto. Nuevas regulaciones hacen que un propietario recientemente comentara que es más fácil matar a un inquilino moroso que desalojarlo de una propiedad.
Aquellas empresas, como las de alimentos o medicinas, que aún califican para la asignación de divisas por parte del gobierno, deben ahora sortear nuevas regulaciones y requisitos para llegar a obtener los preciados dólares. Estas regulaciones son tan complejas y llenas de tantos requisitos absurdos que hacen la obtención de divisas, para esas empresas supuestamente privilegiadas, tan difícil que podría ser equiparada con la frase bíblica de pasar un camello por el ojo de una aguja.
Mientras tanto, las ventas del sector comercial han caído en lo que va de año más de un 40%, mientras que las de otros sectores, como el automotriz, ya han registrado disminuciones de hasta un 80%.
A raíz de las protestas estudiantiles y las acciones callejeras lideradas por Leopoldo López, Maria Corina Machado y Antonio Ledezma, el gobierno se ha visto obligado a mostrar disposición al diálogo. De forma muy calculada, el gobierno ha estado intentando enviar un mensaje de aliento hacia el sector privado, buscando quebrar la alianza natural existente entre los pocos empresarios que aún subsisten en el país y el sector político que se ha volcado a la calle para intentar salvar a Venezuela del comunismo cubano. Para esta nueva gestión de diálogo el gobierno ha resucitado a su viejo encantador de serpientes, José Vicente Rangel, en un intento desesperado por convencer a algunos del rebaño empresarial que ese lobo disfrazado de oveja llamado Nicolás Maduro, es en realidad inofensivo.
Los empresarios venezolanos y gerentes locales de las grandes empresas multinacionales han acudido a las citas, han conversado con los ministros y han aparentado tranquilidad. Pero la verdad es que esta vez, a diferencia de otras en el pasado, nadie se ha dejado convencer por las caperucitas rojas del chavismo. Todos se dan cuenta que la única esperanza para evitar el caos económico que ya viene en camino hacia Venezuela es el desmontaje de todo el aparataje legal que Nicolás Maduro ha decretado en materia económica desde el fallecimiento de Chávez, y aún eso quizás sería insuficiente si no se detiene el desangre financiero que representa la transferencia de recursos a Cuba.
El gobierno, desesperado, reclama a los empresarios, a esos mismos a quién debe US$13.000 millones por las importaciones del año 2013, que no están importando a pesar de contar con permisos y con la promesa de pagos del gobierno. Paralelamente, intentando ganar tiempo, envía funcionarios hacia países amigos como Argentina, con chequeras y cientos de millones de dólares para comprar directamente mercancía con la que los chavistas, educados económicamente en la Habana, creen que podrán abastecer el país.
Estas nuevas misiones de funcionarios venezolanos dedicados a comprar en el exterior acabarán igual que tantas otras en el pasado reciente. Miles de millones de dólares serán utilizados en adquirir unos pocos productos a precios enormemente inflados y enriqueciendo a muchos intermediarios, casi todos extranjeros. La muestra más reciente del resultado de esos intentos desesperados por sustituir el conocimiento y práctica comercial del sector privado, está en la reciente compra por parte del Estado de papel periódico para abastecer los diarios del país.
Luego de meses sin permitir la importación de papel por parte de la prensa nacional, el gobierno decidió importar directamente el papel requerido para las rotativas de todos los diarios nacionales. Las empresas fueron obligadas a cancelar por adelantado el contravalor en bolívares que le correspondía a cada una. Al final llegó el preciado lote de papel, pero con unas características técnicas totalmente distintas a las requeridas por las rotativas de casi todos los grandes diarios del país, y por lo tanto imposible de utilizar.
Lo anterior es solo un ejemplo. Podríamos dar muchos más. Maduro ha maniatado al sector privado, lo ha asfixiado, y ahora pretende sustituirlo en momentos en los cuales Venezuela ya no cuenta con los recursos que mantuvieron a Hugo Chávez en el poder. El desabastecimiento que se ha visto hasta ahora es solo una pequeña muestra de lo que viene, y viene muy pronto.
El anuncio reciente de la apertura de una fuente “libre” de divisas que el gobierno ha bautizado como SICAD II, ha causado cierto optimismo en algunos sectores ligados al mundillo financiero caraqueño. Ellos dicen estar optimistas por la drástica disminución de la liquidez interna que ese mecanismo producirá, y por el oxígeno que el mismo dará a las empresas multinacionales que tienen miles de millones de dólares presos en el país. A mi juicio, estos analistas están equivocados, y el mecanismo anunciado acelerará el camino hacia el caos económico.
Algunas grandes multinacionales harán operaciones enormes a través del SICAD II e inicialmente sus tesoreros estarán felices de haber logrado sacar de Venezuela fondos en moneda convertible. Sin embargo, ese mismo mecanismo les va a producir a esas mismas empresas enormes pérdidas contables. Esas pérdidas serán tan grandes que una vez retirados los fondos del país ya no tendrá sentido seguir exponiéndose a los riesgos de una economía comunista. Las empresas multinacionales van estar felices, sí, pero felices de ir rumbo a la salida.
Por otra parte, la enorme reducción de la liquidez monetaria que producirá el SICAD II, tendrá el mismo efecto sobre la economía nacional que un ajuste ortodoxo del FMI, organismo tan odiado por el chavismo. En efecto, esta enorme reducción de liquidez ocurrirá justo cuando las empresas sobrevivientes en el país atraviesan por una drástica caída en ventas y una drástica disminución de márgenes por los controles de precios. El resultado será una escasez de crédito justo en el peor momento posible para muchas empresas, y el resultado será la quiebra definitiva de miles de ellas. El SICAD II tendrá al final el mismo efecto que un ajuste ortodoxo tradicional. La inflación bajará porque la actividad económica se contraerá drásticamente.
El final de esta historia será dramático. Además de haber asfixiado a la economía con controles y regulaciones, y haber despilfarrado los fondos petroleros, Maduro ahora se ha dejado convencer por un grupito del mundillo financiero caraqueño y apagará el fuego con gasolina. En lugar de iniciar un verdadero diálogo e intentar conseguir oxígeno económico a través de un desmontaje de los controles, Maduro va a enriquecer al grupito que le diseñó este esquema y, quizás para bien de todos, procederá a suicidarse económicamente.
Muchos de quienes creen que el SICAD II puede salvar al gobierno son los mismos que opinan que Leopoldo López y sus aliados fueron demasiado radicales en llamar a acciones de calle. Son muchos de los mismos que opinan que “no era el momento”. Lo que pronto sucederá en Venezuela será prueba de cuan sabia ha sido la decisión de estos valientes líderes. Venezuela está a punto de atestiguar el enorme colapso de un régimen torpe, corrupto e incapaz.