Crece indignación por el homenaje de la exguerrilla de las FARC a uno de sus principales cabecillas: Julio Suárez Rojas, alias “Jorge Briceño” o “Mono Jojoy”, quien en 2010, tras la ejecución de la Operación Sodoma por las Fuerzas Militares de Colombia y la Policía Nacional, fue dado de baja junto con otros 20 guerrilleros. Este guerrillero es considerado uno de los rebeldes más radicales y violentos, y probablemente el más sanguinario de esta organización.
Miembros de la Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común (FARC), partido político de la exguerrilla, convocaron para este domingo 23 de septiembre, en la ciudad de Bogotá, un homenaje al comandante guerrillero que incluye almuerzo, partidos de fútbol y un acto político. El encuentro lleva por título “Primer Festival de los Humildes”.
Este homenaje de las FARC desde la legalidad no es nuevo. Precisamente hace un año la misma organización realizó un encuentro en la capital colombiana para conmemorar el natalicio del comandante del Bloque Oriental y miembro del secretariado de las FARC.
Pese a que en ese entonces el evento fue fuertemente criticado, igual se llevó a cabo. Una de las consignas del evento señalaba “No traicionaremos los sueños de la Colombia que clama por la paz con la justicia social”.
Los invitamos el próximo 22 de septiembre a las 11 A.M. al Cementerio El Apogeo a un homenaje al defensor de los humildes, Jorge Briceño. pic.twitter.com/sEPubEDPdn
— FARC (@PartidoFARC) September 19, 2017
¿Es acertada la decisión de las FARC?
PanAm Post habló con el politólogo David Zanabria sobre el homenaje de las FARC desde la legalidad al Mono Jojoy. A su juicio, esto es contraproducente, pues lo que hace no es sumar sino restar legitimidad y representación al exgrupo guerrillero.
“Las FARC ahora como partido político se ha encargado de retroceder democraticamente, ya que este tipo de decisiones representan una burla a las miles de víctimas que dejó el accionar de guerra de Jojoy, por ejemplo. Lo que debe hacer las FARC es ocuparse de cuestiones democráticas y legales, no venerar a terroristas que hicieron parte de su actividad guerrillera”.
Añadió que este tipo de homenajes no permiten que las FARC logré conectarse con los colombianos más allá de sus bases y de la presencia histórica en los territorios.
“Esto genera una resistencia que fue evidenciada cuando Timochenko se lanzó como candidato a la presidencia. La gente no soportó esto y tuvo que renunciar. A las FARC le cuesta dejar su mensaje beligerante y conectarse con otro público”, concluyo.
El prontuario criminal de Mono Jojoy
Mono Jojoy, quien hizo parte del Secretariado de las FARC, era descrito por quienes lo conocían como un hombre de actitud violenta y de drásticas decisiones. Las autoridades lo señalaban de ser el encargado de planear y ejecutar acciones terroristas contra instalaciones de la fuerza pública y estamentos gubernamentales.
En 1994 se registró su accionar delictivo, exactamente en la región de la Sierra de la Macarena, donde ordenó un ataque terrorista en el que murieron 24 soldados. Asimismo, para ese año planeó y dirigió el asesinato del general del Ejército Carlos Julio Gil Colorado en Villavicencio y el secuestro del senador liberal Rodrigo Turbay Cote, quien falleció en cautiverio.
Dirigió acciones terroristas en 1995 contra la base de Antinarcóticos en San José del Guaviare. Tres años después ordenó el ataque a la base militar en La Uribe, en el departamento del Meta, donde fueron asesinados 28 militares y 30 más fueron heridos.
En 2001 ordenó el secuestro del exgobernador del Meta Alan Jara, quien luego de pasar ocho años en cautiverio fue liberado. En ese mismo año (2009) comandó el secuestro del senador liberal Luis Eladio Pérez Bonilla, quien fue liberado para la misma fecha.
En febrero de 2002 ordenó el secuestro del avión de la aerolínea Aires donde iba el senador Eduardo Géchem Turbay y en el mismo año se ordenó el secuestro de la entonces candidata presidencial Íngrid Betancourt. Por estas razones, el presidente Andrés Pastrana decretó el fin de la zona de distensión en la que se adelantaban negociaciones de paz con el grupo guerrillero.
Para el mismo año, la Fiscalía lo responsabilizó de haber ordenado arrojar un cilindro bomba contra la iglesia de Bojayá (Chocó), lo que dejó un saldo de 119 personas muertas y 44 heridos. De igual modo, se le acusa de haber ordenado los asesinatos de los misioneros norteamericanos Stephen Evert Wells y Thimothy Van Dick.
Al tiempo, fue también acusado por la Fiscalía de ser el presunto responsable del secuestro del niño Emmanuel, hijo de la política Clara Rojas, quien nació en cautiverio.
Estados Unidos lo pidió en extradición, dado que este jefe guerrillero manejaba gran parte de los negocios lucrativos del narco. La Interpol emitió una circular roja desde el 30 de julio de 2002 exigiendo su captura.
Los “campos de secuestrados” de las FARC se le atribuyen a este hombre, quien dedicó su vida al crimen.
Tuvo por lo menos 62 órdenes de captura y 5 condenas. La mayoría de los delitos que se le imputaban era por homicidio múltiple, lesiones personales, terrorismo, secuestro extorsivo, concierto para delinquir y homicidio con fines de terroristas. Se le condenó a pagar más de 200 año de cárcel.