EnglishLa semana pasada, la emisora estatal china CCTV América ofreció un repaso de las políticas de desarrollo cubanas ejecutadas durante las últimas décadas, en el que describieron un “enfoque más liberalizador” que “daba la bienvenida a las inversiones”. El presentador, Phillip Yin, llegó incluso a decir que “las reformas económicas y un impulso para reducir la corrupción [sin risas] han ayudado a aliviar algunas de las preocupaciones de los inversionistas extranjeros”.
Tal vez no se dieran cuenta de a quién entrevistaban cuando llamaron a José Azel para desarrollar la causa. Un académico veterano del Instituto de Estudios Cubanos y Cubano-Americanos y autor de Mañana en Cuba, Azel destrozó la noción de que Cuba es mínimamente receptiva a los inversores (ver mi reseña de su libro).
Azel explicó que antes de la revolución del General Castro, Cuba era una de las naciones más prósperas de las Américas. Hoy, está al nivel de prosperidad de Haití y disputándose con Corea del Norte por ser la nación menos económicamente libre del planeta, de acuerdo con la Fundación Heritage.
En línea con su reciente artículo en el PanAm Post, Azel dijo que ninguna de las llamadas “reformas” — como permitir “181 actividades poco significativas” para auto emplearse — va a ayudar mucho. “Restricciones de todo tipo siguen igual”, y Azel no sabe “de ninguna compañía seria que vaya a invertir en Cuba”. Tal vez sea así porque “no es invertir en Cuba; es invertir con Cuba”, dado que toda inversión extranjera solo tiene lugar con el ejército de Cuba como accionista mayoritario. Azel también señaló que las empresas extranjeras ni siquiera pueden emplear a sus propios trabajadores. En vez de eso, deben solicitarlos al gobierno de Cuba, cuyos agentes asignan entonces a alguien para la tarea. En un acto de esclavitud moderna, los oficiales cubanos reciben entonces los salarios y se quedan con aproximadamente el 90 por ciento antes de pagar al trabajador. En términos de reforma inmediata, si estuviera al mando, Azel abogó por la unión monetaria (en su libro, recomienda la dolarización). “Después, simplemente permitir la libertad; permitir a la gente que invierta libremente — no a ser un socio minoritario.”
Traducido por Víctor Marín Vayá.