
English La naturaleza perversa y oscura del Sistema de la Reserva Federal estadounidense está, de manera gradual, comenzando a masificarse. En 2009, el libro End the Fed del exintegrante de la Cámara de Representante de Estados Unidos Ron Paul (R-TX) alcanzó la lista de los libros más vendidos del New York Times, y el grito de protesta “End the Fed!” ya es conocido por muchos.

Sin embargo, con la presencia disipada de Ron Paul (ya dejó su cargo) y sin una auditoría seria a la institución cuasigubernamental, y menos aún su eliminación directa, cabe preguntarse cómo se puede capitalizar el incremento de la comprensión del fenómeno. Los trabajos de G. Edward Griffin y Murray Rothbard sentaron las bases históricas con La Criatura de Jekyll Island y Los Orígenes de la Reserva Federal, respectivamente, pero sus loables trabajos han fracasado en cautivar a un público más amplio.
Todavía se necesitan documentales, libros y organizaciones que provean mensajes tanto accesibles para el hombre de a pie como rigurosos ante el escrutinio de académicos y especialistas —tal como lo hace el Proyecto Moneda Fuerte de Atlas Network, el Independent Review, y el Instituto Mises. Una mayor conciencia sobre el tema preparará el camino para la adopción de alternativas viables, no gubernamentales, como Bitcoin o monedas digitales respaldadas por oro.
¿Corbett al rescate?
Con esta realidad en mente, vi el documental de James Corbett Un siglo de esclavitud: La historia de la Reserva Federal, estrenado a comienzos de julio pasado. Uno puede escucharlo en su versión en audio, que es lo que hice mientras conducía y —luego de entregar billetes de la Reserva Federal— visitaba el lugar donde comenzó todo: Jekyll Island, Georgia

Corbett es el conductor de un podcast y se autodenomina un periodista de “fuentes abiertas de inteligencia”. Vive en Japón y se sostiene con donaciones de su audiencia. Una vez que uno supera su voz distintiva —y por momentos robótica—, la profundidad minuciosa de su investigación es la característica más destacada de la película. En 90 minutos reúne una gran cantidad de detalles, y su sitio web ofrece la transcripción de las 13.000 palabras que componen el documental.
Su sitio web también ofrece folletos (ver más abajo), para que la gente pueda fácilmente difundir las ideas, además de descargas de audio y video. El contenido gratuito afirma el deseo de Corbett de no solo informar, sino de motivar a la gente para lograr un cambio.
Entonces, el indicador por el cual se puede evaluar Un siglo de esclavitud, es (1) si concienciará a nuevos sectores demográficos y (2) si motivará el activismo en los que ya están convencidos.
Hablando como parte del último grupo, es en el segundo punto donde la película tiene algo que ofrecer. Podemos quedarnos fácilmente envueltos en los temas populares del día, mientras que los problemas de la Fed se mantienen al margen del radar de noticias, excepto por informes sumamente técnicos sobre Operaciones de Mercado Abierto. El documental de Corbett despertará a los espectadores de su letargo al reafirmar la urgencia y la naturaleza de gran alcance del problema.
Al comienzo hay un clip narrativo del Alan Greenspan, presidente de la Reserva Federal entre 1987 y 2006: “No hay otra agencia del Gobierno que pueda anular las acciones que tomamos”, y su sucesor Ben Bernanke replica la necesidad de “independencia”. Después de todo, la Fed es un cártel con un monopolio en la oferta de dinero en Estados Unidos y otros países — “un banda de ladrones bien organizadas”, en palabras de Corbett.
En particular, Corbett se enfoca en derribar la benigna historia de la Fed “contada por los que triunfan”, e incluye la historia de la reunión secreta de 1910 en Jekyll Island, con un cameo de G. Edward Griffin. Luego, junto al fracaso de la Fed en frenar los ciclos económicos, presenta las ramificaciones de la protegida institución que van mucho más allá del simple amiguismo: cómo promueve la desmesurada influencia de la industria financiera sobre el Gobierno federal de Estados Unidos, y la tendencia del país a gastar en exceso y librar guerras —sin mencionar el impuesto inflacionario redistributivo sobre todos los que poseen dólares estadounidenses.
El gran “pero”
Sin embargo, el predominio de un lenguaje apocalíptico e impreciso es inmediato, y probablemente genere rechazo en muchas personas, en especial a aquellos que no están acostumbrados al estilo antiestablishment de Corbett. Aquí es donde Un Siglo de Esclavitud está lejos de contribuir con el primer criterio: la atracción de nuevos sectores demográficos.
La narración de Corbett comienza de la siguiente manera: “Durante toda nuestra vida, nos cuentan que la economía es aburrida, gris, que no vale la pena el tiempo que lleva comprenderla; y toda nuestra vida, nos han mentido” —seguido de una potente explosión que termina con el llanto de un bebé.
Los que toman contacto por primera vez con el tema probablemente no ignoren estos elementos y simplemente lo descartarán como un conspiranoico
Cuando escucho declaraciones radicales como esa, sensacionalistas y en muchos casos falsas, siento la presencia de un sofista. La historia de la Fed es cautivante por si sola, sin la necesidad de estos giros dramáticos. Los que toman contacto por primera vez con el tema probablemente no ignoren estos elementos y simplemente lo descartarán como un conspiranoico.
“Guerra, pobreza, revolución; todas ellas dependen de la economía”, continúa. “Y la economía descansa en un concepto clave: dinero”. Antes del tercer minuto de su documental, Corbett ya espanta a varios economistas. Como Lionel Robbins explicó en 1932, la escasez es el principio subyacente de la economía: la “relación entre unos fines dados y medios escasos”.
Tenemos la suerte de tener a varios economistas adherentes a la banca libre en nuestros tiempos, incluyendo a Lawrence White y George Selgin. Ambos escriben en un blog y colaboran con los medios masivos, sin embargo, no son mencionado por Corbett en ningún momento. En su lugar, Corbett presentan a no especialistas como Michel Chossudovsky del poco creíble anticapitalista Centro para lnvestigación sobre la Globalización, y a Andrew Gavin Marshall del Hampton Institute, una institución abiertamente marxista y de la “clase trabajadora”, ambos en Canadá.
Peor aún, algunas de las afirmaciones de Corbett exudan condescendencia con el público en general: “Ni una sola persona entre 100”, dice, “podría contestar… preguntas elementales sobre el dinero”. Con apenas un par de videos de YouTube, Corbett busca explicar por qué los estadounidenses son supuestamente tan ignorantes acerca de la Reserva Federal y asuntos de economía monetaria, y afirma que la ignorancia es planificada.
Si hubiese analizado encuestas sobre el tema, podría haber encontrado que un 70% de los estadounidenses apoyan una auditoría pública sobre la Fed, y un 16% quiere eliminarla por completo. En 2010, una encuesta de Bloomberg mostraba que solamente un 37% de los encuestados favorecía el estado actual de la Reserva Federal.
Cualidades que podrían equilibrar la balanza
El desafío de un documental sobre un tema tan importante y abarcativo como la Fed no es una tarea sencilla, particularmente debido al peligro de perderse en detalles técnicos y especulaciones fantasiosas. Aunque con más éxito a la hora de generar atención, la pelicula dirigida por Aaron Russo America: De la Libertad al Fascismo (2006) cayó presa de la falta de precisión, y The Money Masters, con 3,5 horas de duración, solamente resulta atractiva para los que ya están convencidos.
El momento en que se estrena Un Siglo de Esclavitud es su gracia salvadora y mayor ventaja sobre otras películas y presentaciones. La iniciativa de Corbett llega en una encrucijada crítica: el final de la Gran Recesión y el ascenso de monedas alternativas.
Los bancos centrales no son un elemento fijo, inamovible; más bien, hay alternativas prácticas y rentables disponibles.
Después de describir con detalle los colosales salvatajes a la industria financiera, Corbett le dedica los últimos 10-15 minutos al próximo paso, medios de intercambio que pueden convertir a la banca central en algo obsoleto. Aquí es donde la película brilla y comunica optimismo, que los bancos centrales no son un elemento fijo, inamovible; más bien, hay alternativas prácticas y rentables disponibles.
Corbett luego nos pregunta a cada uno de nosotros: ¿Tomará el desafío “una población informada, participativa y activa que coopera para crear alternativas viables… o será contestada por la misma oligarquía bancaria que ha estado controlando la oferta de dinero… por generaciones?”
Con esta película Corbett busca aportar a la primera vía, pero si realmente cumple con su objetivo o genera rechazo es algo que todavía queda por verse.
http://youtu.be/5IJeemTQ7Vk