EnglishEl novelista peruano y premio Nobel de Literatura Mario Vargas Llosa ironizó una vez sobre que el más grande productor de propaganda anticapitalista y antiestadounidense era, ni más ni menos, Estados Unidos. No me quedaban, de todos modos, muchas dudas al respecto; pero esta verdad cristalizó en mi cabeza recientemente, luego de leer Cuba: De Colón a Castro y más allá (5ta. Edición, 278 páginas) de Jaime Suchlicki, profesor de la Universidad de Miami; y luego, por casualidad, observado un documental de ABC News titulado Una breve historia de las relaciones entre Cuba y Estados Unidos.
Digamos que ABC entregó una versión de “la historia” que es compasiva hacia los Castro y crítica de Estados Unidos, en contraste con la contabilidad por observación que ha hecho Suchlicki. El micro de siete minutos, narrado por George Stephanopoulos, está plagado de errores y mentiras por omisión (o quizás a propósito) y pudo haber sido realizado, directamente, por el Instituto de Radio y Televisión del régimen cubano.
El micro de ABC desestima lo importante que es revisar los datos duros, o tomarse el tiempo para examinar un tema en profundidad, que es lo opuesto a aceptar reportes almibarados y superficiales. ¿Representará, entonces, un dinero bien invertido Cuba, de Suchlicki, para aquellos que deseen hacer el gasto?
La respuesta es “sí”, pero con algunas salvedades. Un esfuerzo como el de cubrir la larga y complicada historia de Cuba es un acto de equilibrio: Profundidad versus economía, objetividad contra franqueza, y “tuercas y pernos” versus interés humano. No se puede satisfacer a todos, el foco de Suchlicki sobre incontables organizaciones y acrónimos, y su intento de neutralidad, al menos en lo más grueso del libro, lo convierte en una lectura árida, a veces difícil de seguir, y este problema se amplifica por la presencia de muchos términos en español. El estilo se desvía también del de sus presentaciones orales y comentarios breves, en los cuales él suele poner sus opiniones sobre la mesa sin vacilaciones.
Dicho esto, los que tengan la voluntad de continuar hasta el final del libro serán recompensados. Cuba contiene muchos detalles y presta su mayor atención al siglo XX: La presencia estadounidense, y luego la era de los Castro.
En particular, el libro destroza mucha de la sabiduría convencional sobre Cuba, como la noción de que la destitución del hombre fuerte y dictador Fulgencio Batista (1901-1973) era contraria al deseo de las autoridades estadounidense. Estas habían estado crecientemente preocupadas con su violento régimen, e incluso le impusieron un embargo de armamentos en 1958. De la misma forma, la charada antiimperialista de Fidel Castro se desmorona cuando Suchlicki explica que Castro, simplemente “cambió la influencia general de Estados Unidos por una nueva y completa dependencia de la Unión Soviética y Europa Oriental”.
Aunque Cuba fue publicado hace más de una década, en abril de 2002, esto difícilmente se nota*. De hecho, el capítulo final de consejos y especulación por el futuro “Más allá de Castro” es el más incisivo y cautivante. En doce páginas, Suchlicki, finalmente, se sincera y ofrece las duras verdades que uno desearía que consideraran los ocupantes de la Casa Blanca.
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Con respecto a la iniciación de la diplomacia estadounidense con el régimen de los Castro, que ya puede considerarse vergonzosa, Suchlicki podría decir fácilmente “se los advertí”. Los cubanos huyen ahora de la isla en mayores cantidades, y Raúl Castro ha elevado la apuesta de su represión a la expresión libre.
Creemos que podemos negociar con ellos la mayoría de, si no todos, nuestros problemas mutuos; que podemos encontrar áreas comunes y trabajar en nuestras diferencias. Nada podría estar más lejos de la realidad… Las negociaciones con estos líderes normalmente tienen poco valor, y los acuerdos son de corta duración.
El mito que más me afecta emocionalmente, sin embargo, es la noción comunista de que el Estado se “marchitará”. El absurdo de la propiedad colectiva, sin Estado, siempre me ha desconcertado, y, explica Suchlicki, “no se encuentra en ninguna parte en Cuba”. Igualmente, en la nueva moral socialista de los Castro, el dinero iba a ser abolido, pero, aparentemente, todavía, luego de más de medio siglo, aún no han llegado allí.
Lejos de desvanecerse, el Estado bajo cuya bota padecen los cubanos de hoy es “una estructura de partido altamente intolerante y jerárquica”. Más que ninguna otra cosa, el regimen es un culto tiránico que demanda “lealtad absoluta a Fidel como supremo requerimiento ideológico”. Hasta la página de Facebook de estos apologistas se denomina “Fidelista por Siempre”.**
Así, la obra de Suchliki entrega lo que promete, aunque a veces sea difícil de recorrer; y no necesita artificios para aclarar la brutalidad del régimen de los Castro y el empobrecimiento que ha representado para el pueblo cubano. Leerla vale la inversión de tiempo, y así usted no será indiferente hacia cualquier porrista de la desinformación del marxismo en el Caribe.
*Suchlicki me informó que trabaja en una sexta edición cuando los Castro desaparezcan de escena, lo cual, dada la mortalidad humana, pudiera ocurrir en cualquier momento.
**Se han burlado de mí en esta página; y el hecho de que mis comentarios hayan sido bloqueados en ella es para mí como una medalla de honor.