No quiero pensar que nuestros políticos no están atendiendo a la situación real que vive la economía. Tampoco me gustaría pensar que esa dejadez, muy presente en la acción política, que vemos en estos momentos es producto de la muy escasa preocupación de nuestros políticos por el bienestar de su tejido empresarial y, por así decirlo su economía real. Menos aún me imagino el pensar que este tipo de escenarios se están dando por la ignorancia de nuestros políticos, así como que la acción no es más que el producto del desconocimiento.
Y no, no quiero pensar en ese tipo de escenarios, pues los problemas económicos derivados del Coronavirus no son de baja envergadura, como para que nuestros políticos se encuentren en una situación similar a las anteriormente citadas. Quiero creer que es la presión lo que les frena; el estudio riguroso de las repercusiones y la falta de tiempo para la toma de decisiones. Pues de no ser así, la que se avecina para el país y, como decía, su economía real no es, precisamente, una situación que beneficie a la sociedad.
La situación con el Coronavirus es ya trágica. Y no hablo de trágica por el número de infectados y el de fallecidos -que también-, sino por el hecho de que estamos en una situación de crisis doble: sanitaria y económica, y en la que, si algo predomina sobre el resto de cosas, es la incertidumbre. Una incertidumbre que sigue acechando a nuestra economía día tras día, a la vez que mantiene paralizados a nuestros políticos, impidiendo que estos lleven a cabo planes alternativos que traten de paliar la situación y mitigar los daños, así como los riesgos derivados de la propia situación que acontece al planeta en estos momentos.
Muchas medidas se están planteando desde el Gobierno, sin embargo, nuestros empresarios siguen preocupados ante la situación. Los datos, si miramos el caso de China, por ejemplo, ya muestran la nefasta situación para la actividad económica que genera un brote pandémico como el Coronavirus. Hablamos de unos datos de producción tan malos que, en lo que va de siglo, no se habían visto desde la Revolución Cultural China, hace 40 años. Un escenario que ya va contagiándose al resto de economías europeas, las cuales ya, algunas, incluso descuentan la recesión.
En el caso de Italia, las proyecciones son bastante lógicas. El país transalpino cerraba el pasado ejercicio con unos datos de crecimiento en su PIB que, precisamente, no mostraban crecimiento. La contracción que vivió el producto interior bruto italiano, sumado a la paralización que está viviendo el país, en un escenario donde hablamos del país más afectado de Europa, el estancamiento de su economía y la consecuente recesión si que está más que confirmada.
Algo similar ocurre con Alemania. La situación para el país germano no es muy ventajosa en estos momentos. La desaceleración económica que arrastraba la locomotora económica de la Zona Euro, en un escenario en el que la industria estaba produciendo contracciones en los PMIs, a la vez que la guerra comercial ralentizaba los flujos de comercio para un país tan dependiente de sus exportaciones como Alemania, dejó a la economía germana en un escenario muy vulnerable, el cual precisaba de crecimientos en el 2020 para remontar la actividad.
Sin embargo, ante la situación del Coronavirus y cuando la cosa comenzaba a remontar, la curva para la economía alemana vivió una drástica caída, dejándola al amparo ante posibles escenarios futuros de recesión. Desde las autoridades económicas en el país ya se ha comenzado a difundir la posible crisis para la economía alemana. Una crisis que hará que la locomotora de la Zona Euro, en línea con Europa, realice una inmersión en una recesión económica, debida principalmente a los efectos ocasionados por el Coronavirus.
Pero Italia y Alemania no son las únicas. Toda Europa, en estos momentos, se encuentra preocupada ante la situación. Toda Europa menos España. O, al menos, así lo demuestran. Y es que, mientras todos los países europeos adoptan medidas para paliar la situación, nuestro Gobierno sigue paralizado ante el avance del Coronavirus. Una paralización que nos va a pasar factura, pues como se suele decir, en situaciones como esta, cada día, incluso cada minuto, cuenta. De esta forma, si seguimos así, los efectos podrían agravarse.
El Fondo Monetario Internacional (FMI) ya ha declarado su postura ante la situación. No esperen nada de nadie, los gobiernos pertinentes deben afrontar la situación con medidas fiscales de estímulo. Unas medidas que están llegando a todos los rincones de Europa, pero que, al menos en el caso de España, siguen siendo insuficientes para tratar de evitar la situación. Aún seguimos esperando el plan de choque del Presidente Pedro Sánchez, mientras los empresarios siguen insistiendo en las medidas necesarias que, por ahora, precisa el colectivo para sortear la situación en estos momentos.
Unas medidas que se basan en aspectos claramente entendibles como puede ser la exención de cuotas e impuestos en un escenario en el que el Gobierno, por situaciones de salud pública, no les permite abrir la persiana por las mañanas. Creo que es algo muy entendible. Sin embargo, incluso habiéndolo pedido el propio sindicato de trabajadores, seguimos a la espera de una respuesta que no llega. Una respuesta que no llega y que acerca a España cada vez más a una situación de difícil salida, donde los tambores de recesión suenan cada vez con más intensidad.
El tiempo de pensar se ha acabado. Es más, el tiempo de pensar, y me atrevería a decirlo, ya se acabó hace una semana. Es hora de actuar. No podemos seguir, y menos siendo uno de los países más vulnerables de la Unión Europea -como ya aviso Eurostat-, y que la situación nos continúe superando por más tiempo. Debemos paralizar esto y no provocar que se consoliden las pérdidas que el brote vírico está generando en las empresas. Es crucial para salir de esta y para reactivarnos como economía cuando todo esto pase. El tiempo juega en nuestra contra, ¡actuemos!