Las previsiones que arrojan los principales organismos a nivel internacional muestran una gran preocupación por la situación que vivirá España tras la disipación de la pandemia, así como los desequilibrios que presenta la economía española y que, pese a los rescates, presentarán serias dificultades para ser resueltos. Desequilibrios que, como hemos ido analizando a lo largo de esta crisis, nacen con una contracción económica que ya se sitúa como una de las peores contracciones del conjunto de economías que integran el planeta, pero que todavía no se han situado en su nivel definitivo, al observarse posibles situaciones que, como los rebrotes, podrían lastrar aún más esta contracción.
En este sentido, hablamos de una contracción que, como establece el Fondo Monetario Internacional (FMI) en su última actualización del informe WEO, ya recoge una caída del PIB que, en el mejor de los casos, podría situarse en torno al -12 % del PIB español. Una contracción sin precedentes en la historia reciente de nuestro país, que podría verse agravada ante ese rebrote, dejando escenarios que, como establece el mismo organismo multilateral, llegarían a situar la contracción en hasta el -19 % del PIB. Una contracción que, entonces, dejaría unos desequilibrios aún más preocupantes, tal y como ha establecido la OCDE, que situaba a la economía española como la más dañada del mundo si se produjesen escenarios de rebrotes que obligasen a confinar la economía de nuevo.
Así, ante semejante contracción, los desequilibrios macroeconómicos que presenta la economía española seguirían esa senda de ensanchamiento, dificultando la recuperación futura de la economía española; una recuperación que si ya se esperaba gradual, podría ser aún más tras una situación en la que estos desequilibrios continuasen deteriorándose. En este sentido, comenzando por el nivel de deuda, la situación que prevén los organismos internacionales sitúan la ratio deuda-PIB en el 122 %, en el primer escenario, así como un déficit que podría llegar a situarse en el 10 %. Todo ello con un desempleo que se iría por encima del 20 %. Sin embargo, de darse rebrotes, el escenario planteado podría incrementar el nivel de deuda hasta niveles del 135 % del PIB, con un déficit cercano al 15 %, así como un desempleo que, ante semejante deterioro, podría ascender por encima del 40 % en muchos de los territorios que integran el país.
Y esto es lo que tratamos de analizar en este artículo. Pues tras la publicación de los datos que recoge la Encuesta de Población Activa (EPA) del segundo trimestre, el empleo en España ha sufrido un mazazo sin precedentes. Un mazazo que, atendiendo a la serie histórica, supone el peor segundo trimestre desde el año 2012 en lo que a cifra de parados se refiere, así como el peor dato de la historia, superando incluso a los observados durante la crisis de 2008, si lo miramos desde el punto de vista de la ocupación. En resumen, lo que deja la big picture es un panorama en el que se observa un incremento notable del paro, con un registro de 55 000 nuevos parados, quedando por detrás de los 63 000 registrados en el segundo trimestre del ejercicio 2012; así como, por otro lado, una destrucción de empleos que, sin contar con precedentes, supera el millón de puestos de empleo destruidos.
Como se puede observar, con los datos en la mano, el mazazo que se ha llevado el mercado laboral español tras verse sacudido por la pandemia ha sido muy destacable. Hablamos de una tasa de paro que, ante el nuevo incremento, asciende hasta el 15,3 %. Y todo ello, cabe resaltar y así lo ha hecho el Instituto Nacional de Estadística (INE), teniendo en cuenta que hablamos de la destrucción de más de un millón de empleos entre los que no se contabilizan los ERTE. Unos ERTE que, debido a que se consideran una suspensión del empleo y no una extinción, no computan hasta que se hace efectivo y tiene una duración superior a tres meses; por lo tanto, hablamos de una situación que, a futuro, en el análisis en el que se computen dichos ERTE, la destrucción que hoy se recoge y que se cifra en los 1 074 000 puestos de empleo se quedará corta con la prevista tras computar los ERTE que acaben en despido.
Para analizar esto, el INE también ha destacado el fuerte descenso que han vivido las horas efectivas de trabajo realizadas, donde el descenso respecto al primer trimestre es superior al 20 %, situándose en el registro en el 22,5 %. Además, otro aspecto destacable y que ha resaltado el INE de esos 55 000 nuevos parados es el hecho que representa la capacidad de uso de dicho tecnicismo. Es decir, dado que para ser parado se deben cumplir una serie de criterios, no podemos considerar parado a todo el mundo, sino a aquellos que cumplan con los criterios que establece la OIT. Sin embargo, para compensar esto, el INE ofrece también el registro de inactivos, donde sí computan estos sin necesidad de requerimientos. Con base en este cómputo, hablamos de un incremento en el número de inactivos que se cifra en 1 062 800 personas más.
Entre algunos aspectos resaltables de esta EPA, cabría mencionar el incremento que ha vivido el teletrabajo; la mayor parcialidad del empleo en estos momentos; la gran destrucción del empleo que ha vivido el sector servicios, y que concentra gran parte del empleo destruido; la mayor destrucción de empleo en el caso de los hombres; un liderazgo de Cataluña y Madrid como las autonomías que más empleo han destruido; o el propio incremento de las familias que poseen a todos sus miembros en situación de desempleo, que se ha incrementado en casi 75 000 hogares. Datos que, junto a los anteriormente expuestos, recogen una EPA para enmarcar en la historia de nuestra democracia, así como en la historia de, prácticamente, nuestra existencia.