Muchos economistas se han visto sorprendidos tras la revisión al alza que hacía ayer la Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal (AIReF) sobre las previsiones realizadas en torno a la contracción prevista del producto interior bruto (PIB) español durante el segundo trimestre. Y es que, junto a una Encuesta de Población Activa (EPA) que dejaba unos resultados insólitos para el segundo trimestre del año, la revisión al alza de unas previsiones que, por el momento, se situaban en un entorno más bien optimista, aunque ya se venía anunciando desde hace tiempo, no ha dejado a nadie indiferente. En este sentido, hablamos de una contracción que, mientras estaba prevista en el 13 % del PIB, tras la revisión, se ha situado en niveles que oscilan en torno al 20 %; una contracción sin precedentes y que, junto a una EPA desgarradora que mostraba la destrucción de más de un millón de empleos, sacude duramente a la economía española.
Así, aunque ya se venía anunciando desde hace tiempo, muchos economistas no querían hacerse a la idea de tan escalofriante dato. Una caída del PIB del 20% durante el segundo trimestre no es más que el reflejo de lo experimentado durante un trimestre que, en línea con la crónica de la pandemia, muestra esa mayor intensificación de las medidas de distanciamiento social, así como el momento en el que la pandemia mostró un comportamiento más agresivo. En este sentido, un trimestre en el que, ante la incapacidad de contener la pandemia, la economía española sufría uno de los momentos más duros, intensificando ese shock de oferta que, a priori, se mostraba más leve con la apertura de los sectores más esenciales. Unos sectores que, ante el incremento que estaba viviendo la tasa de contagio, también se vieron obligados a echar el cierre.
Así, con una economía hibernada, con el conjunto de la población activa en situación de suspensión laboral, así como el conjunto de autónomos y empresarios en una situación de cese de actividad, la economía española, obligada por la necesidad de contener un brote vírico que se le estaba yendo de las manos, tuvo que paralizar la producción. Una paralización de la producción que, ante esa necesidad de contener el virus que mencionábamos y la previsión que realiza la AIReF, podría situarse en el 20 %. Una contracción del PIB que, a priori, se situaba en niveles cercanos al 13 %, pero que, ante la necesidad de intensificar las medidas de contención, se ha disparado hasta llegar a un nivel como el citado anteriormente; muy similar, dicho sea de paso, al pronóstico realizado en el mes de abril por el compañero economista Daniel Lacalle, el cual avisó que ante una situación como la actual, el PIB del segundo trimestre podría descender en hasta un 22 %.
Pero, aun así, hablamos de unas previsiones que, pese a ser malas, no tienen porqué ser las definitivas. Es decir, el modelo que ha establecido la autoridad independiente recoge una serie de variables que, como el comportamiento del mercado laboral, los indicadores de actividad manufacturera, los índices de consumo de energía, o los afectados por ERTE, ayudan a establecer un modelo de seguimiento en tiempo real que trata de proyectar, de forma instantánea, cómo impactaría dicho contexto en los distintos niveles de PIB que tratan de proyectarse en los distintos tramos que presenta el ejercicio. Sin embargo, la AIReF también detalla que dicho modelo presenta carencias que no pueden ser recogidas. En este sentido, carencias como los rebrotes, pues son sucesos de gran impacto y que se dan como si de un fenómeno inesperado se tratase. Estos escenarios excepcionales no pueden quedar reflejados en el modelo, invalidando, de esta manera, la adopción de dicha previsión como una previsión definitiva.
Para ello, el Banco de España, por otro lado, sí ha tratado de proyectar los escenarios en los que podría situarse el PIB, en función de los distintos comportamientos de la pandemia. Si tenemos en cuenta la contracción prevista por el organismo en el interanual, estamos hablando de que el Banco de España ya hablaba de una contracción que podría situarse entre el 10 % y el 13 %; una contracción que, atendiendo a su pronóstico para el dato trimestral, se situaba en el 21,8 %. En este sentido, una contracción sin precedentes y que, a su vez, invalidaba la contracción prevista en un inicio por el Fondo Monetario Internacional (FMI), que estimaba una contracción del 8 %, posteriormente corregida al 12 %. Sin embargo, al igual que comentábamos anteriormente, debemos tener en cuenta que hablamos de uno de los escenarios posibles, pero no del escenario seguro.
Además, bajo este supuesto, tenemos otra serie de escenarios en los que, por poner un ejemplo, si tenemos en cuenta la posibilidad de que se produzcan rebrotes, la caída del PIB en el dato interanual podría llegar a situarse en el 20 %. Por otro lado, también hay escenarios en los que se cuenta con una caída del PIB del 18 %, así como una posible disipación en los meses de Navidad. En resumen, indicadores que muestran una contracción sin precedentes, pero que, ante la extremada incertidumbre que sacude al planeta, así como el desconocido comportamiento de la pandemia, no reflejan la claridad precisa como para autocomplacernos con previsiones que, probablemente, pueden cambiar en cuestión de días; basta con atender a lo que comentamos para darnos cuenta cómo, en cuestión de semanas, la propia AIReF ha pasado de pronosticar una contracción del 13 % a una del 20 %.
En resumen, hablamos de una situación en la que debemos extremar la precaución, así como adoptar las medidas necesarias para ir reactivando la economía, a la vez que dotamos de herramientas de adaptación a las empresas y seguridad a los consumidores para controlar los rebrotes. Pues a lo largo de este artículo hemos analizado la contracción prevista, así como los escenarios que se pronostican desde los distintos organismos. Sin embargo, no hemos hablado del deterioro que sufren determinadas variables ante semejantes contracciones. Deterioros que pasan por una deuda del 135 %, en escenarios en los que se produce un rebrote intenso, así como una tasa de paro que, en el peor de los casos, podría llegar a dejar a un 40 % de la población activa en situación de desempleo; indicadores que, en este caso, son los que generan conciencia en la población.