EnglishUltimamente se aprecia en algunos referentes del mundo financiero una frase que dice algo así: “la tecnología de bitcoin es interesante, pero no así la moneda o su uso como depósito de valor”.
Para comprender a que se refieren, separemos a bitcoin en dos partes:
1) Bitcoin como moneda: se trata de la unidad digital que transferimos entre usuarios, que podemos utilizar como medio de pago o ahorro, y cuyo precio es definido por su oferta y demanda. Por estos días cotiza a US$235 y se caracteriza por su independencia de Gobiernos y corporaciones, pero también por la volatilidad de su valor al compararlo con las monedas tradicionales.
2) Bitcoin como tecnología: es el denominado blockchain o cadena de bloques. Se trata de una base de datos distribuida que originalmente se pensó para registrar los movimientos de bitcoins de una cuenta a otra, pero que tiene gran potencial para otros usos, gracias a su almacenamiento descentralizado que no requiere de confianza en quienes la actualizan o custodian (difícil de falsificar, fácil de verificar). Algunos usos pueden ser: registro de propiedad de bienes tangibles, contratos distribuidos, patentes, timestamps, verificación de contenidos, etc.
La diferenciación puede parecer válida y razonable en un principio, pero aplicarla a bitcoin presenta un problema. Sucede que mantener la base de datos distribuida tiene un costo, no solo de conectividad, sino que auditar y evitar falsificaciones en los registros implica poder de computo o procesamiento.
Para que —pese al costo que implica—, se procesen los cambios en la base de datos, existe un sistema de incentivos, que consiste en repartir bitcoins a quienes aportan poder de procesamiento (informalmente llamados “mineros“). Es aquí donde bitcoin, la moneda y la tecnología, se relacionan y se necesitan mutuamente.
El futuro nos puede encontrar con múltiples alternativas, o tal vez con una única solución como bitcoin a la cual podremos acceder todos por igual
Si el incentivo o pago a los “mineros” no fuese en bitcoins, la descentralización no sería tal. Bitcoin dejaría de ser autosustentable y su funcionamiento dependería de factores externos, como jurisdicciones, permisos especiales, monedas tradicionales, bloqueos gubernamentales, etc. Su privacidad e inclusión estarían en juego, y la censura sería una posibilidad real.
Blockchains alternativos
Que bitcoin no pueda separar su moneda de su blockchain, sin perder las prestaciones que lo caracterizan, no significa que alternativas más restrictivas y centralizadas no puedan existir.
A manera de ejemplo, el sistema bancario tradicional podría crear su propio blockchain sin una unidad monetaria nueva, ya sea para manejar el clearing bancario, como para reemplazar al sistema Swift. De hecho ya existen soluciones como Ripple y Stellar que apuntan en este sentido.
El futuro nos puede encontrar con múltiples alternativas dependiendo de sus funciones y limitaciones. O tal vez con una única solución descentralizada como bitcoin, a la cual podremos acceder todos por igual, seamos un individuo en Pakistán o un gran banco multinacional. Desconocemos la respuesta, pero lo que probablemente sea un hecho es que la tecnología que trajo bitcoin consigo llegó para quedarse.