La última vez que estuve en Brasil, hubo un escándalo de corrupción difundido en todos los canales de televisión. No recuerdo las circunstancias exactas, sólo que era un político de alto rango, distinguido, un gobernador del estado al parecer. Con una cámara oculta, este servidor público fue filmado aceptando un gran soborno, luego del cual procedía a guardarse el dinero ilícito en sus calcetines.
Un avance rápido hasta esta reciente estancia y las protestas populares sin precedentes en las calles de aquí. Las numerosas denuncias sobre corrupción trajeron al loco sonriente, embutidor de calcetines a mi mente de nuevo. Cuando indagué a una amiga acerca de esto, mi pregunta: ” ¿Fue a la cárcel?” -la hizo reír bastante y fuerte-. No, no seas ingenuo, -respondió- ningún político de alto nivel se vería nunca en una cárcel por corrupción, aunque haya sido filmado con las manos en la masa – o en sus calcetines.
Y por supuesto, este es el problema, la corrupción es endémica, y la noción de un gobierno grande también lo es. Todo el mundo sabe que para llevar un proyecto a cabo, esto conllevaría hacer “pagos informales” de algún tipo.
¿Por qué sobre la faz de la tierra una serie de estadios de fútbol costaría tres veces más como en Brasil o en Sudáfrica? Y ¿por qué uno de los BRICs fracasa estrepitosamente en modernizar sus puertos para dar cabida a la multiplicación del comercio?
Ahora, lo que temo que podría pasar es que caiga en la típica perorata del gringo en Brasil, lo cual no es positivo ya que evidentemente molestaría a los brasileños. Nos guste o no, nuestro lugar de nacimiento constituye al menos una parte de nuestra identidad, y la crítica al mismo nos puede afectar. Así es que, permítanme ser claro, me encanta Brasil; lo quiero tanto que estoy ligado a su pueblo por matrimonio. Lo amo tanto que paso en Brasil al menos dos meses al año, viajo y socializo, me gustaría vivir ahí, amo Brasil. (Probablemente me encantaría el resto de América Latina, también, si tuviera la oportunidad).
Los brasileños no nacen con la burocracia en los cordones umbilicales, ellos vienen al mundo honesta y honradamente como el que más. No veo la burocorrupción aquí como si fuese causada por el carácter de los brasileños, así como tampoco que el empapado clima de Gran Bretaña fuese causado por los británicos; sí afecta al carácter, sí afecta a la forma en que vivimos, pero es sólo una parte del medio ambiente. Afortunadamente para Brasil, la “tecnología” para cambiar ese entorno está a la mano; en tanto que Reino Unido no tendrá tanta suerte.
Podríamos hacer algunas conjeturas acerca de cómo este lugar llegó a ser así. Tal vez fue el rol de Brasil como fuente de materias primas para el imperio portugués. La burocracia impuesta creó un sistema para ser manipulado y eludido, mientras que la naturaleza explotadora del imperialismo fomentó una actitud de suma cero. También podríamos apuntar a la imposición de una élite propietaria. Pero, las razones históricas son un tanto académicas; esta es la situación que tenemos, y con ella debemos trabajar.
Dilma Rousseff, presidente de Brasil, apareció en la televisión ayer en la noche. Teniendo en cuenta que una multitud se había aglomerado en el edificio del congreso sólo unos días antes, este no era un discurso para provocar un cambio de estado de ánimo masivo. La manifestación fue buena, dijo, pero si hubiera existido más violencia, una fuerza grande habría sido utilizada para sofocarla.
Todo el petro-dinero, presumiblemente de los nuevos vastos pero aún no explotados yacimientos pre-salinos de petróleo, sería utilizado para la educación; sin embargo todos saben que esta es otra carta de la corrupción. En verdad, el dinero del petróleo entraría al gobierno, pero cuánto en realidad terminaría en las escuelas, eso es otro asunto. Hubo una propuesta para importar médicos del extranjero; pero todo el mundo sabe lo que significa un acuerdo de acogida con el gobierno cubano para este fin. Entonces, con el estereotipo de que de que el fútbol une a la gente, el Mundial de Fútbol era una cosa buena y, además, el Brasil ha ganado cinco veces.
Tuve el privilegio de conversar con tres generaciones de brasileños y escuchar su opinión. Para la persona de ochenta años de edad, apenas aumentó el interés, los gobiernos vienen, los gobiernos van; algunos son elegidos, otros vienen por la fuerza. De cualquier manera, no importa, los gobiernos hacen lo que quieren, y no hacen lo que dicen que harán. Para la persona de sesenta años de edad, fue algo ridículo y le ocasionó repulsión. Sí, ella puede considerar su voto, puede intentar encontrar un partido político para apoyar, pero, aún así, realmente, ¿qué diferencia habría? Para mi esposa brasileña, sin embargo, era diferente: tenía la misma repugnancia, hizo el mismo movimiento de la cabeza, pero esta vez había esperanza también; debido a que ella sabe que hay una solución real y realista.
Para hacer crecer el pan mientras se lo hornea es necesario agregar un poco de levadura. La levadura no es costosa y no ocupa mucho espacio en el tazón, pero añadirla altera completamente el crecimiento, la textura y la calidad del pan. Pero el pan no aumentará su tamaño si se cubre el tazón antes de añadir la levadura.
Hace unos años, China añadió levadura a su economía. Ellos crearon las Zonas Económicas Especiales que tenían reglas diferentes -reglas más favorables con las empresas que en el resto de China-. Estas zonas no sólo crecieron por sí mismas, sino que también sirvieron como ejemplo y como interrupción beneficiosa para el antiguo régimen en el resto de China.
Probablemente no sería posible en la práctica para un político brasileño hacer cambios significativos en el sistema actual, aún si quisiera. Incluso si una persona valiente y de principios batalla en su camino hacia los puestos más altos, una vez que esté allí se estaría librando una lucha atrincherada de intereses especiales todos los días de su carrera. Luego, cuando su carrera termine, alguien más podría venir para deshacer todo su buen trabajo.
Así que esta es la razón por la que las Ciudades Modelo (PDF) serían de gran beneficio para Brasil. Estas áreas -terrenos despoblados en un principio- que serían muy pequeñas en comparación con el gran tamaño del país, tendrían autonomía sobre algunas o todas las normas que crean. Estas normas favorecerían particularmente la creación de riqueza a través de la iniciativa empresarial y la innovación. Ellas tienen sus propias instituciones, como los tribunales de derecho civil.
Es decir que los habitantes de estas zonas todavía serían brasileños dentro de Brasil, pero toda la burocracia y las instituciones que están bloqueadas en ciclos de corrupción estarían detenidas en las fronteras de dichas áreas.
Brasil es el lugar ideal para albergar dichas zonas. Su gran tamaño y baja densidad poblacional hace que estas zonas puedan ser creadas en varias ubicaciones. Esto permitiría competir a los residentes y negocios, tanto entre sí como con la amplia nación de Brasil. Esa presión para competir luego impulsará mejoras en la gobernabilidad de Brasil.
En las recientes protestas se vio una pancarta que decía “Si van a importar médicos cubanos para mejorar la salud, quiero políticos suecos para acabar con la corrupción en Brasil”. Ese concepto, de paracaidismo en un mejor gobierno, no podría ocurrir en todo Brasil de una sola vez. Sin embargo, podría darse en algunos lugares pequeños de Brasil en la actualidad. Y esa sería la pizca de levadura que permita a Brasil llegar a ser la nación que siempre debió haber sido.
Traducido por Melania Osorio De La Torre.