Como en cualquier socialismo revolucionario, en Venezuela la censura y la propaganda son claves para la consolidación de la dictadura. Totalitarios más que autoritarios, pretenden gobernar el pensamiento de cada individuo. Para eso no hay policía política que alcance sin que cada cual sea el de sí mismo y de su vecino.
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El autoritarismo se conforma con vencer, el totalitarismo se exige convencer para prevalecer; y prevalecería de no ser por su inviabilidad económica. Para convencer, el totalitarismo usa censura y propaganda. En Venezuela su dictadura apenas se desenmascara tras década y media en el poder. Son los plazos del proyecto. Ganar el gobierno electoralmente, rehacer el orden político mediante una asamblea constituyente, lograr una constitución larga, confusa, plena de derechos sociales impracticables y mutuamente contradictorios. Y sobre todo, poderes públicos novedosos, re-ensamblables en un sistema totalitario.
El Foro de Sao Paulo
Es un proyecto continental. La respuesta del totalitarismo cubano al colapso de su patrón soviético. Cooptar la iniciativa continental de un dirigente tan corrupto y maleable como popular y hábil, Ignacio Lula da Silva, para controlar sus alianzas de izquierdas con núcleos de cuadros leales a La Habana. Alcanzar el poder por medios electorales y construir el totalitarismo revolucionario mediante un populismo autoritario. Lento comparado con la vía armada exitosa. Rápido cuando la vía armada no tiene esperanza. Explica el tipo de acuerdo de paz que buscaron en Colombia y su sorpresa ante la bofetada que recibieron en el plebiscito.
Es ganar el gobierno para tomar el poder. La diferencia entre el gobierno y el poder es clave para ellos. Como anula el control partidista del máximo tribunal una asamblea nacional de mayoría opositora en Venezuela lo muestra.
Su proyecto continental funcionó con materias primas al alza. Ahora enfrenta su peor momento; perdió gobiernos que estaban cerca del objetivo –el poder dictatorial desde el gobierno democrático– Su estrategia con factores afines del establecimiento en Washington la desmoronó la “sorprendente” victoria de Trump. Los enfurece. Pero la fragilidad de una dictadura en Venezuela la van solucionando, para desgracia de los venezolanos.
Es ridículo afirmar que destituir a una presidenta por evidentes actos de corrupción tras un juicio político en su Congreso es “un golpe de Estado”. El que lo digan los que reclamaban ese mismo procedimiento de destitución para Collor de Mello en el mismo Brasil lo deja en evidencia. Pero donde controlan la comunicación hegemónicamente no existe la información sino la censura y la propaganda. Ahí pueden lograr que sus seguidores crean su propaganda y el resto duden de la realidad que se les censura, y acepten al menos en parte la propaganda con que los desinforman y adoctrinan. Una “realidad” alterna de censura y propaganda es clave del totalitarismo.
La herejía leninista se transformó en ortodoxia al alcanzar el poder y desplazar a la ortodoxia original por cualquier medio. La herejía gramsciana fue adoptada en un momento desesperado por quienes la habían despreciado. Un ecologismo hipócrita como clave principal de la estrategia de cooptar “causas sociales” instrumentalizándolas al proyecto socialista revolucionario depende de una doctrina para la que la toma del poder cultural preceda y garantice la del poder político. Eso es Gramsci, era su única esperanza, por eso lo adoptaron y les ha funcionado.
La clave está en la guerra por los significados. El convencer para garantizar vencer, pero no convencer a la razón por medios lógicos, sino mediante la seducción emocional y la manipulación ideológica. Es pues convencer de que el blanco es negro y el negro, banco. Difícil, más no imposible, porque los humanos, aunque capaces de razón, tenemos mucho más de irracional de lo que nos gusta admitir.
El problema de la oposición política venezolana es que es socialista. De un socialismo moderado y democrático contrario al proyecto totalitario del socialismo en el poder, pero socialista. Y es un problema porque eso los ha incapacitado en la batalla de los significados, que es la clave de la guerra de la propaganda.
Los graves problemas que sufrimos los venezolanos: escasez de alimentos, y más de medicinas, colapso de los servicios e infraestructura, inseguridad e inflación desbordadas, entre otros, los causa quien gobierna intentando materializar lo inviable, el socialismo. El grueso de la población, adoctrinada en las previas décadas de socialismo moderado, da por buenas las falsedades del socialismo en sentido amplio. Creen que el Estado puede planificar y gobernar la economía. Eso permite al gobierno atribuir su fracaso a causas imaginarias. Y el responsable de impedirlo sería el socialismo opositor. Difícilmente impedirá que el contrario convenza a muchos de que el blanco es negro, pues también lo cree.
La tragedia de lo que Mesa de la Unidad democrática firma con una dictadura en proceso de consolidación excede el cálculo político. Los chavistas no cumplirán aquello que amenace con quitarles el poder, y se aferraran a lo que obtuvieron de la MUD para legitimar su propaganda. La MUD perdió una guerra de la propaganda que ni entiende. Creen jugar una partida por el gobierno. Ignoran que la guerra es por el poder. Admitir la supuesta “guerra económica” inexistente, el inexistente “sabotaje” e ignorar la causa real del desastre que en cualquier economía producen las incautaciones de empresas, el control de precios y el racionamiento de divisas, fue la decisiva rendición. El resto, aunque muchos no lo entiendan, era secundario. La justificación propagandística de la dictadura es la imaginaria guerra económica, la MUD la ha legitimado ingenua y torpemente rindiéndose en la guerra de la propaganda a cambio de un par de avances ilusorios que se desvanecerán. En política, juego sucio por naturaleza, peor que un crimen, es un error. Fue su error, pero las consecuencias las sufriremos todos.