Si sumamos todo lo que pudiéramos estimar que se produjo en valor presente de productos y servicios durante un año y lo dividimos entre la población, tendremos un Producto Interno Bruto per cápita. No es una estadística que carezca de problemas. Entro otros, que la producción intermedia se descontará para obtener un aproximado de producto neto, restando al valor de bienes de consumo actuales, el de unos bienes intermedios que se emplearan en otros bienes de consumo futuros. Pero es una medida aproximada del consumo presente real. Si comparamos el PIB per cápita año a año, con ciertas previsiones estadísticas tendremos una curva que nos dirá si la población aumento más que el producto, empobreciéndose en promedio la gente. O si el producto aumentó más que la población y por con ello se enriquecieron en promedio las personas.
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En Venezuela esa curva presenta varias décadas de notable crecimiento sostenido desde principios del siglo pasado hasta mediados de su década de los 70. En los 60 el crecimiento se ralentizó. A mediados de los 70 empezó una caída sostenida que no se ha revertido en tendencia hasta la fecha. Si se toma la población económicamente activa, en lugar de la población total, y el capital no residencial en lugar del producto, para estimar el capital invertido por trabajador, obtenemos otra curva de acumulación y des-acumulación, esta vez de capital. Y muy próxima a la anterior.
En los últimos tres años despareció poco menos de un tercio del PIB venezolano. Entre la llegada del chavismo al poder y el presente cayó el producto aproximadamente dos tercios. Lo acelerado del desastre presente oculta fácilmente que es la última y más radical fase de un proceso más largo. Llegamos a una economía Maltusiana. La población crece más aprisa que los recursos y amenaza la hambruna. Tratándose de un país que pasó de receptor neto de inmigrantes a exportador neto de emigrantes, incluso ilegales. El problema no es tanto que seamos más, sino que se produce mucho menos. Y como todo esto se inicia en los 70 del siglo pasado, tendríamos que identificar lo que cambio en la economía venezolana esa década. Sin descartar que el fenómeno tuviera causas anteriores que comenzaran a manifestarse entonces.
En agosto de 1975 se decretó la Ley que Reserva al Estado la Industria de los Hidrocarburos y en enero de 1976 se puso esta en vigor, naciendo una Industria petrolera monopolio del Estado. Los ingresos del Estado venezolano ya eran mayoritariamente patrimoniales desde que el petróleo pasó a ser la principal actividad económica del país en el primer tercio del siglo pasado. Lo que cambio en los años 70, fue que la principal industria del país, la que representaba cerca de la mitad del PIB y más de la mitad del ingreso externo pasó al control directo del Estado. Estado que estatizó o creo otras grandes empresas gubernamentales en áreas asociadas a la minería, como las industrias del acero y el aluminio. Además de bancos, navieras, y diversidad de empresas de producción y distribución de bienes y servicios. En Venezuela antes de los años 70 las empresas del Estado eran la excepción. A partir de entonces fueron la norma.
La pregunta no es qué causó el empobrecimiento. Fue la estatización de los sectores claves de la economía. La pregunta es cómo una gigantesca inversión gubernamental en industrias estratégicas, finanzas y transporte, pudo ser la causa de un empobrecimiento sostenido de varias décadas en un país petrolero que contó con recursos para inversiones hasta anteayer. Ya no es así, pero lo fue por casi un siglo. Y hasta hace apenas un par de años. Vimos una gran inversión en empresas gubernamentales en toda la estructura de producción, muy especialmente en los estadios más alejados del consumo final. Justamente la mayor inversión pública de nuestra historia se concentró en el período que inicia la caída del ingreso por habitante en Venezuela.
Como la más aceptada definición de socialismo en economía es “control estatal de los medios de producción”. Y empezaría el socialismo con control directo de medios considerados estratégicos, e indirecto del resto. Dejando espacio para un sector privado en economías socialistas. En Venezuela lo que vimos junto con al comienzo del empobrecimiento a largo plazo fue el inicio de una economía socialista. Hay dos momentos críticos. En la década de los 70 del siglo pasado la economía pasó a ser socialista, en términos de control directo del Estado sobre medios estratégicos. La principal industria exportadora y con ella la mayoría de las divisas. El resultado de la estatización de las industrias del petróleo, el hierro, el aluminio, etc., junto a la abundante inversión gubernamental, fue el empobrecimiento sostenido de la población a largo plazo. El segundo gran impulso al socialismo ocurre durante la prolongada bonanza de precios del petróleo con que el chavismo pudo encubrir los efectos de la destrucción concienzuda de un débil y poco competitivo aparato económico privado. Y el resultado es la miseria.
La clave de la curva es que durante las caídas de los periodos negativos superan el alza de los de crecimiento. Crecimiento que ocurre única y exclusivamente durante periodos de altos precios del crudo. Obviamente, las finanzas públicas sufrieron en los momentos de bajos precios petroleros el efecto de compromisos de gasto y endeudamiento asumidos con altos ingresos petroleros. Pero en la década de los 90 observamos un fugaz momento en que el crecimiento económico privado y la diversificación de exportaciones acompañan un período de bajos precios del petróleo. Momento fugaz en que la economía se hizo menos socialista mediante privatizaciones hoy revertidas, y recuperó en pocos años gran parte del atraso tecnológico acumulado. Tímida reforma, producto de la debacle financiera del fisco, exhibió contradicciones económicas internas y problemas políticos insuperables. Pero fue el único momento en que vislumbramos la posibilidad de revertir el rumbo a la miseria actual.