
El presidente del Banco Central de la República Argentina (BCRA), Federico Sturzenegger, dio un discurso el 21 de marzo en el cierre del XX Taller de Economía Internacional y Finanzas. Su exposición se centró en recalcar dos tareas fundamentales: 1) Garantizar la igualdad de oportunidades y 2) estimular el crecimiento económico. Aquí nos centraremos en el segundo punto. En este marco, el presidente de la entidad recordó que los países que lograron bajar su tasa de inflación por debajo del umbral del 20% de manera sostenida, han duplicado su tasa de crecimiento promedio en los años subsiguientes. El documento escrito del discurso de Sturzenegger, invita en este punto a ver el Apartado “Inflación y crecimiento de largo plazo” en el Informe de Política Monetaria de Octubre 2016.
Yendo a dicho documento, y bajo la premisa de que disminuir la inflación sostenidamente impacta positivamente en el crecimiento económico, pueden sacarse algunas conclusiones interesantes. En primer lugar, vale la pena destacar las consecuencias de tener una elevada inflación. Luego, reflexionar sobre algunos casos exitosos. Por último, preguntarnos si a Argentina le alcanza con reducir la inflación para lograr un crecimiento sostenido.
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Comenzando con las consecuencias (que son muchas) de una elevada inflación, sin dudas la más grave es la alteración en los precios relativos. Esto quiere decir que las personas pierden noción de cuánto valen las cosas realmente debido a que los precios fluctúan al alza continuamente. Los precios transmiten información y cuando la inflación se activa, introduce ruido tanto a productores como a consumidores a esta información tan útil para la toma de decisiones. Es en este contexto cuando algunos empresarios aprovechan para incrementar sus precios. No es el objetivo evaluar la ética de dicho comportamiento en este artículo.
Lo que sí está claro es que si el gobierno anterior no hubiera financiado el elevado gasto público con emisión monetaria, la inflación sería mucho menor y no tendríamos los problemas que traen la variación en los precios relativos. En concreto, cuánto más baja sea la inflación, más informados están consumidores y productores; por ende, menor es el margen para jugar al arbitraje de precios por parte de los empresarios. Si realmente tan alta era la preocupación por dicha situación, el mejor remedio hubiera sido no inflar la moneda para que los consumidores posean una mejor inflación.
El otro gran problema de tener una inflación elevada es que las personas buscan otras reservas de valor (dólar, euros, oro, acciones, bonos internacionales, etc.) y además se fugan capitales. En este sentido, por su historia, Argentina juega en las grandes ligas a la hora de evaluar la pérdida del valor de la moneda. No es casualidad que le hayamos sacado trece ceros a lo largo de cinco monedas distintas. ¿Quién va a confiar en la moneda local con estos antecedentes? Profundizando aún más, ¿en qué termina todo esto? En un sistema financiero debilitado. El presidente del BCRA menciona en su discurso que el tamaño del sector financiero de Argentina es del 12% de su PBI, mientras que en Chile representa el 90%, en Brasil el 60% y en Bolivia el 50%. Debido a la debilidad de la moneda doméstica, el sistema financiero local se debilita. ¿Por qué es importante fortalecer lo más posible el sistema financiero? Para que aquellas personas con ideas que necesiten financiamiento para llevarlas a cabo, puedan obtener los créditos del sistema financiero y fomentar el proceso de creación de riqueza.
En tercer lugar, ¿cuáles son los beneficios que tuvieron aquellos países que lograron una reducción de la inflación exitosamente? En este sentido, la evidencia empírica que revela el BCRA es positiva. La mayoría de los países (el 61%) que lograron tener al menos una década con tasa de inflación promedio inferior al 10% sin haber experimentado inflaciones superiores al 50%, han tenido buenos resultados. El 61% de los países que lograron cumplir este objetivo, pasaron de un crecimiento promedio del 3.09% anual a uno de 3.78%. Sin embargo, un mayor impacto se vio en aquellos países que tenían inflaciones más altas y la redujeron por debajo del 20% durante una década. En este caso, el crecimiento del PBI promedio anual pasó de ser 2.31% a 3,89%. Además, este cambio ocurrió para el 81% de los países que generaron la desinflación mencionada. Si bien puede observarse una alta correlación, siempre debemos recordar que correlación no es sinónimo de causalidad. Esto nos lleva al tercer punto, ¿Un proceso de desinflación exitoso generará estos cambios positivos en el caso de Argentina?
Desde luego que nadie puede saber con certeza absoluta esta respuesta. No obstante, la situación en Argentina se encuentra demasiado complicada como para responder a esta correlación. Sí, es importante bajar la inflación para lograr un crecimiento sostenido. Sí, el BCRA está haciendo un buen trabajo al respecto, más allá de que probablemente no cumplan su meta 2017 (17% dic/dic). Sin embargo, hay muchas otras variables tan importantes (o más) que la inflación, que aún dejan mucho que desear.
En primer lugar, el déficit fiscal aún no genera certezas de que pueda reducirse. Además, se hace mucho hincapié en el déficit primario quedando en el olvido el déficit total. El gasto público no se reduce y este punto es clave para el crecimiento de la economía también. Aunque el BCRA logre una performance muy exitoso reduciendo la inflación, si no va acompañado de una reducción del déficit fiscal, se dificultará cada vez más sentar las bases para un crecimiento sostenido. Así como el déficit fiscal debe disminuir, también lo debe hacer la presión tributaria que continúa en niveles record. Las inversiones privadas ponen mucho ojo en la presión tributaria y ésta no cede. Por último, la calidad institucional aún continúa muy dañada en Argentina. Si bien es cierto que el gobierno de Cambiemos al inicio de su gestión tomó decisiones positivas al respecto (eliminación del cepo, justicia independiente, el pago a los holdouts), no se continuó avanzando en este aspecto. Las instituciones no son un tema menor, son la base de la pirámide para que luego las políticas fiscales y monetarias tengan un mayor efecto.
Por ende, por más que la política monetaria logre reducir la inflación e incluso cumplir la meta 2019 (5% anual) y lograr mantenerse por una década en esos rangos, si no se solucionan los problemas de fondo el impacto en el crecimiento se encontrará reducido.