El miércoles 26 de julio, la Reserva Federal de Estados Unidos (Fed por sus siglas en inglés), mantuvo sin cambios su tasa de política monetaria en un rango objetivo del 1-1,25 %. Adicionalmente, en el se expresó que se esperaba comenzar a reducir sus enorme tenencias de bonos “relativamente pronto”. El hecho de que la tasa de interés de la Fed no se haya incrementado juega a favor de Argentina.
El Gobierno de Mauricio Macri eligió una estrategia de endeudamiento para financiar el déficit fiscal. Todavía no se observan señales claras de que este vaya a reducirse. La meta del año próximo de alcanzar un déficit del 3,2 % del PBI hace referencia al déficit primario. No obstante, los pronósticos no son muy alentadores para el déficit total. Aún resta mucho trabajo por hacer desde el punto de vista fiscal. Mientras tanto, el costo del financiamiento dilata su encarecimiento brindándole más aire al gobierno de Cambiemos para financiar el gasto público vía endeudamiento.
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Sí, es cierto que la Fed tarde o temprano continuará subiendo la tasa de referencia; pero su estrategia será gradual sin presentarle mayores sobresaltos a Argentina. El gradualismo de la Fed tiene que ver con que la inflación aún no se ubica en el esperado 2 % anual que tanto ansía la Reserva Federal. En términos de desempleo y reactivación las noticias ya son buenas. La tasa de desocupación en Estados Unidos ronda el 4,3 %, cerca de un mínimo de 16 años. Además, como se esperan tres alzas de la tasa de referencia este año y ya se realizaron dos, la Fed se encuentra en una cómoda posición de wait and see antes de realizar su tercera subida. En otras palabras, muy probablemente esperarán a que la inflación tienda a acercarse al 2 % antes de volver a subir la tasa de referencia. Desde la entidad creen que es solo una cuestión de tiempo antes de que la inflación retorne a su sendero de crecimiento.
No obstante, esta noticia no debería inspirar un relajamiento en la política de endeudamiento del gobierno. Eventualmente, tarde o temprano las tasas subirán no solo cuando la inflación de Estados Unidos se acerque a su meta-objetivo, sino también porque empieza a sonar la idea de que es necesario que se incremente la tasa Fed, ya que si en el futuro ocurre otra crisis en Estados Unidos, no habría margen para bajar las tasas para generar una política anticíclica debido a que estas se encuentran en mínimos históricos. En concreto, el financiamiento irá paulatinamente encareciéndose. Al margen, aun sin un encarecimiento del financiamiento, no se puede continuar con una política de endeudamiento eternamente. El déficit debe bajar.
En este sentido es importante plantearse la viabilidad de largo plazo de un modelo de endeudamiento. Si bien el ratio heredado de deuda sobre PBI del gobierno anterior era bajo, dándole aire al endeudamiento actual, no es lo ideal que el ingreso de dólares sea debido al endeudamiento del gobierno. Los dólares que generarán crecimiento largo y sostenido son aquellos que viene de las inversiones privadas. Los dólares que ingresan por endeudamiento del gobierno se destinan para estimular la demanda agregada (a la keynesiana), mientras que dólares ingresados por Inversión Extranjera Directa (IED) tienen mayor probabilidad de impactar en la oferta agregada, siendo esta el principal motor para obtener un crecimiento sostenido. En este sentido, los números para Argentina dejan mucho que desear. En el primer semestre del año ingresaron aproximadamente USD $15.000 millones de dólares netos por parte del sector público (Nación + Provincias). Por el otro lado, la IED fue de tan solo USD $1.350 millones. La historia sería muy distinta si estos montos estuvieran invertidos. Las cifras ascienden a USD $20.125 millones y USD $2.300 millones respectivamente si se hace un análisis de acumulado a 12 meses.
Para ser justos, es cierto que se heredó una situación macroeconómica al borde de una crisis. Y el gobierno actual supo actuar rápidamente para desactivar la bomba. Sin embargo, una vez desactivada se volvió a caer en el fomento exclusivo de la demanda agregada, cortoplacista por excelencia. La preocupación no sería tan alta si se vislumbrara algún “guiño” hacia la oferta agregada. Pero nada de eso se observa aún.
¿Habrá luego de las elecciones de octubre un cambio de estrategia? Difícilmente el cambio sea sustancial. La principal fuente de financiamiento continuará siendo la deuda y el asunto pendiente continúa siendo la reducción del gasto público para que el déficit fiscal sea menor y así poder bajar simultáneamente también la elevada (récord) presión tributaria. Es esta vía, acompañada de un saneamiento institucional, lo que finalmente logrará atraer la tan esperada inversión, clave para un desarrollo a largo plazo. Continuar financiándose con deuda traerá serios problemas en el futuro. En algún momento la “fiesta internacional” terminará. Mejor entonces, ir trabajando sobre la oferta y las inversiones para cuando ese momento llegue.