El miércoles, 14 de marzo el INDEC dio a conocer los datos de inflación correspondientes al mes de febrero con un incremento de los precios del 2,4 % mensual y del 25,4 % en términos anuales.
Recordando que la meta de inflación es del 15 % para diciembre de este año, la pregunta es si en los diez meses que le restan al año se logrará reducir lo suficiente la inflación para alcanzar dicha meta. En este sentido, el cumplimiento de ésta luce difícil. Pero si se toma en cuenta la expectativa del mercado en cuanto a la evolución de la inflación, el difícil se transforma en prácticamente imposible.
En este marco, el artículo plantea evaluar dos escenarios. En el primer escenario, propongo que olvidemos por un momento las expectativas del mercado para los próximos meses. Así, para que la meta sea cumplida, a partir de marzo la inflación debería ser del 1 % mensual en lo que resta del año.
Esta cifra luce difícil de alcanzar si se tiene en cuenta que el promedio mensual de los últimos 12 meses ronda en torno al 1.9 %. En síntesis, la cifra que haría converger hacia la meta del 15 % aún se encuentra distante.
En un segundo escenario, y sólo a modo de ejercicio, supongamos que se cumplen las proyecciones de inflación que se publican en el “Relevamiento de Expectativas del Mercado” que publica el Banco Central. Según la entidad, se proyectan cifras de inflación mensual superiores al 1 % para el lapso marzo-agosto (fecha hasta la que se publican pronósticos al día de hoy). Esto no hace más que ratificar que el objetivo del 1 % está más lejos que cerca.
De esta manera, tomando como ciertas las proyecciones del mercado acerca de la evolución de los precios, queda claro que esta tarea difícil se vuelve prácticamente imposible. En este segundo escenario, se espera una inflación de 1.7 % mensual para marzo, de 1.9 % para abril, 1.4 % para mayo y junio y de 1.3 % para julio y agosto.
Si esto se cumpliera, la inflación mensual a partir de septiembre para poder alcanzar la meta debería ser del 0.2b % mensual, lo que ya toma un tono de chiste más que de realidad.
Lo verdaderamente trágico de estos dos escenarios es que, con solo dos datos del año (enero y febrero), el Banco Central ya no tiene ninguna credibilidad en el cumplimiento de la meta. El mercado espera una inflación para finales de año en torno a 19.9 %; es decir, un 5 % mayor a la meta buscada.
Ambos escenarios pueden verse resumidos en el siguiente gráfico que, si bien a primera vista parece complejo, es sencillo. En la primera parte (I) pueden observarse los datos de inflación mensual (en barras negras) y anual (en línea negra) llegando al 25.4 % de febrero. A partir de allí, en (II) se bifurcan los caminos de los dos escenarios. En azul muestra el escenario de inflaciones mensuales de 1% (en barras) y su correspondiente inflación anual arriba en línea azul punteada.
También puede observarse el otro escenario en esta sección, en donde suponemos (sólo a modo de ejercicio) que las expectativas de inflación publicadas por el Banco Central se cumplen. Esto se identifica con inflaciones mensuales en barras rojas y la evolución de los precios anual en línea roja punteada.
Por último, en la sección (III) llegamos al final del recorrido en donde bajo el primer escenario continúa la inflación mensual de 1 % en barras azules. En cuanto al segundo escenario, dado que las proyecciones de las expectativas de mercado llegan hasta agosto, a partir de septiembre se observa que el nivel de inflación que se necesitaría para alcanzar la tan ansiada meta es un fantasioso 0.2 % mensual (en barras naranja).
Por último, en esta sección también podemos observar la distancia entre la meta y la expectativa de inflación de mercado para diciembre 2018 de 19.9% anual, superando la meta del 15 %.
Este ejercicio nos lleva a preguntarnos (una vez más) si la estrategia de metas de inflación es la adecuada para la situación de Argentina. Una economía que posee una débil demanda de dinero (producto de una historia de inflación que nunca afloja) y con un nivel de pobreza en torno al 30 %, siendo ellos quienes más sufren con mayor impacto los efectos inflacionarios, quizás sea más prudente trabajar sobre los agregados monetarios que generan un impacto más directo sobre la oferta monetaria en lugar de utilizar la tasa de interés, en donde el impacto es indirecto.
En el régimen de metas de inflación es indispensable, las expectativas ya no parecieran estar funcionando correctamente ya que cada vez las expectativas de inflación son mayores.
Como si esto fuera poco, la dominancia fiscal obliga al Banco Central a emitir demasiado dinero y sólo absorbe parte del exceso monetario generando una expansión monetaria que finalmente genera que la inflación no ceda. Esto es algo que puede comenzar a cambiar este año con la noticia de que el gobierno buscará endeudarse más en el mercado doméstico en lugar del internacional este año.
En conclusión, por segundo año consecutivo no se cumplirá con las metas de inflación. Ojalá la política monetaria logre reaccionar a tiempo para que la inflación retome su rumbo descendente y vuelva a bajar, aunque no sea al ritmo que espera el gobierno.