Argentina ha sufrido en lo que va del año una brutal devaluación. Ya a principios de año, el peso argentino se depreciaba, luego en abril hubo un sacudón más fuerte hasta que finalmente en estos últimos meses el peso argentino se devaluó a velocidades alarmantes.
¿Qué hay detrás de esta brutal devaluación? La respuesta se puede explicar en tres pasos. En primer lugar, a mediados de marzo de este año el contexto internacional cambió. Luego, el país sufrió un problema en la oferta de dólares. Finalmente, la demanda de pesos comenzó a caer fuertemente.
Para poder entender bien qué es lo que está sucediendo, es preciso comprender qué venía pasando. Desde que el gobierno de Cambiemos asumió el poder, el financiamiento del déficit fiscal comenzó a hacerse principalmente vía endeudamiento del sector público (Nacional y provincial). De esta manera, luego de haber salido del default y saldar la deuda con los holdouts, el país pudo volver a los mercados internacionales en busca de fondeos. La buena noticia era que la tasa de interés internacional todavía era baja, aunque se sabía que Estados Unidos la incrementaría gradualmente.
De esta manera, comenzó un proceso de endeudamiento que era prácticamente inevitable ya que las otras fuentes de financiamiento se encontraban totalmente agotadas. Ya no es factible incrementar la presión tributaria mucho más, y la emisión monetaria realizada por el gobierno anterior había dejado una elevada inflación. Dado que las inversiones y los brotes verdes nunca llegaron, la apuesta era endeudarse, pero en el mientras tanto era importante bajar el gasto público para reducir el déficit, cuestión que no se hizo.
A pesar de no realizar las correcciones en las cuentas públicas, los primeros dos años de Cambiemos no tuvieron mayores problemas ya que los dólares que entraban por endeudamiento generaban dos cosas: financiar el déficit y una apreciación del tipo de cambio. En otras palabras, hasta febrero del 2018, la oferta de dólares que había en el mercado de cambios era suficiente para satisfacer la demanda de dólares (turismo y fuga de capitales).
Etapa I: Cambia el contexto internacional
Sin embargo, en marzo ocurrió el primer paso que comenzó a cambiar esta cuestión. A mediados de marzo, el dólar estadounidense comienza a apreciarse en el mundo producto que se estaban alcanzando las metas de inflación en Estados Unidos y continuaba la reducción de su hoja de balance. Además, la tasa de interés de la Fed comenzó a incrementarse y la economía ya hace rato había alcanzado el pleno empleo. Al ocurrir estos cambios en el contexto internacional, hizo que los prestamistas de Argentina comenzarán a mirar con mayor detalle los números del país.
En cuánto la lupa fue a los números fiscales y de cuenta corriente, los prestamistas se dieron cuenta que Argentina no estaba haciendo los deberes. El déficit fiscal no bajaba (terminó el 2017 en 6% del PBI) y el déficit en cuenta corriente se incrementó (alcanzó un 4.8% del PBI desde un 2.7% observado en 2016). En pocas palabras, los prestamistas dijeron “¡basta!”. Quedó en evidencia que, en términos fiscales, más que gradualismo hubo inacción. En ese momento, el dólar se ubicaba en torno a los $20.5 por dólar, pero ya se observaban intervenciones del Banco Central vendiendo dólares lo que daba la señal de que el mercado cambiario comenzaba a temblar.
Etapa II: Cae la oferta de dólares
Ante el cambio en el contexto internacional, no solo los prestamistas dejaron de prestarnos, sino que también los dólares que ingresaban por especulaciones financieras comenzaron también a darse vuelta. En este caso, también debe tenerse en cuenta que se les aplicó un impuesto a la renta financiera que seguramente ayudó a que esos capitales quieran irse. No obstante, si no se hubiera aplicado el impuesto a la renta financiera, los capitales financieros se hubieran ido igual debido al cambio en el contexto internacional. Tampoco ayudó la sequía que atraviesa el país este año, ya que son menos dólares que de no haber existido la sequía, hubieran ingresado.
Ante la caída de la oferta, el Banco Central profundizó la intervención en el mercado cambiario vendiendo más dólares y además incrementó la tasa de interés. El tipo de cambio se incrementaba, pero muy gradualmente. En mayo, la lucha se volvió más difícil. Es que los dólares que ya no se ofrecían en el mercado, además pasaron a ser demanda de dólares con lo que se acentuaba aún más el desequilibrio entre oferta y demanda de dólares. Así, contener el tipo de cambio se volvió mucho más difícil. De esta manera, el gobierno de Cambiemos decide acudir al Fondo Monetario Internacional (FMI) para calmar los mercados, cuestión que no se logró.
Etapa III: Se derrumba la demanda de pesos
Finalmente, al observarse un tipo de cambio que avanzaba sin frenos, los ahorristas se asustaron y su demanda de pesos se derrumbó. ¿Qué significa esto? Que los pesos que tienen, los utilizan para comprar dólares. En otras palabras, ante una situación donde la oferta de dólares se había vuelto insuficiente, ahora se incrementa aún más la demanda de dólares (por una caída en la demanda de pesos). Esto hizo que el tipo de cambio acelere su avance. Esta situación llevó a que tenga que volver a negociarse con el FMI ante el fracaso del plan original.
Ahora el tipo de cambio oscila en torno a los $38-40 por dólar hace 10 días hábiles. ¿Podrá el nuevo acuerdo con el Fondo calmar los mercados? En gran medida dependerá de cómo se negocie el presupuesto 2019 en estos días y de que tanto le crean los mercados a la reducción del gasto público que propone el gobierno.