English Cuando el comunismo colapsó en la Unión Soviética y en Europa del Este, en 1990, los cubano-americanos, las compañías americanas y los turistas pensaban que en Cuba el comunismo también iba a colapsar. En aquel entonces, todos me recuerdan por decirles “¡no preparen las maletas!”
Con el reciente discurso del presidente Obama sobre cambios en las relaciones entre Cuba y los Estados Unidos, una atmósfera similar de optimismo se está generando. Pero mis advertencias de la década de 1990 todavía son válidas.
Hay cuatro razones por las cuales no debemos ilusionarnos. La primera es que el régimen militar de Raúl Castro no va a ofrecer concesiones reales a los Estados Unidos. Castro continúa siendo un líder estalinista aliado a Irán, Rusia, Corea del Norte y Venezuela, al igual que sigue apoyando a grupos terroristas como Hamas, Hezbollah y ETA. Castro no es Den Chao Ping, o reformista o creyente en reformas de mercado. Para él y sus aliados militares, la manera más efectiva de transferir y mantener el control del poder es sin grandes reformas políticas, lo que indica que la situación de los derechos humanos solo va a deteriorarse aún más y se le va hacer difícil a Obama justificar futuras concesiones hacia Cuba.
La segunda razón es que el presidente tiene que enfrentar una fuerte oposición en el Congreso antes de darle a los hermanos Castro concesiones unilaterales. Una coalición poderosa de Republicanos y Demócratas no permitirá que el presidente ofrezca concesiones que exijan poco de los Castro. La modificación o abolición de la Ley Helms-Burton, la cual codifica el embargo, es poco probable, ya que necesita el apoyo del Congreso.
La tercera, los retos de la política exterior en 2015 van a mantener al presidente muy ocupado. El presidente no va a tener tiempo para Cuba con situaciones como las relaciones con Rusia, conflictos con Irán, violencia e inestabilidad en Irak, y un incremento del terrorismo doméstico y global.
Finalmente, disolver el embargo es un proceso complicado y lento. El laberinto de leyes y regulaciones en la Ley Helms-Burton requiere tiempo, dedicación y esfuerzo.
Como por ejemplo, antes de normalizar las relaciones, se tiene que resolver el problema de la confiscación de propiedades americanas y cubanas por el gobierno de Castro. Un grupo de sofisticados abogados americanos y cubano-americanos están preparados para, en ese momento, asistir a cortes americanas contra el gobierno de Cuba y con el conocimiento para establecer nuevas demandas que frenarían el proceso de comercio e inversiones en la isla. Ésto es solo uno de las complicaciones que deben ser resueltas antes de normalizar las relaciones con Cuba.
Por ahora, la Sección de Intereses en Cuba pudiera ser transformada en una embajada, y miles más de americanos podrán visitar la isla, algo que tendrá poco impacto en la vida cotidiana de los cubanos.
Por décadas, millones de turistas europeos, canadienses y latinoamericanos han ido a Cuba y nada ha cambiado, Cuba sigue siendo un país pobre y bajo un sistema represivo. Si pensamos que los turistas americanos pudieran influenciar a la sociedad cubana, entonces los deberíamos mandar también a Corea del Norte, Irán y Venezuela.
Es una ironía que mientras los Estados Unidos impone sanciones a algunos de estos países, se las quita a Cuba. Esto envía un peligroso mensaje: que los Estados Unidos están dispuestos a aceptar las mismas dictaduras militares en América Latina que rechazaron durante los últimos 40 años. Esta nueva política con Cuba coincide con nuestro apoyo a los militares en Egipto, y pone en peligro nuestro compromiso con los derechos humanos y las libertades en el mundo.
Publicado originalmente en el número 228 de la revista Focus on Cuba del Instituto de Estudios Cubanos y Cubano Americanos de la Universidad de Miami.