Ecuador es como un bosque que se está incendiando y Lenín Moreno como la persona atrapada que conoce la ruta de escape, pero decide irse por otro camino. La semana pasada, el gobierno ecuatoriano anunció medidas económicas para sacar a Ecuador de la recesión económica en la que se encuentra.
Dentro de su plan, se encuentran la reducción del tamaño del Estado, impulso a iniciativas privadas, y reducción de subsidios; no obstante, también se habla de incrementar el gasto a través de créditos. Entonces, ¿Es coherente este plan?
En primer lugar, es necesario reconocer los aspectos positivos de estas medidas. Cuando inició el período de gobierno de Moreno, había 40 ministerios y secretarías, en los meses posteriores se redujo ese número y llegaron a 27. Con este nuevo decreto, se espera llegar a 20; con lo cual, se estima una reducción de 1,500 empleos en el sector público.
La reducción del aparataje estatal es una buena señal; por años, se criticó al gobierno de Rafael Correa un excesivo gasto público por el mantenimiento de estos ministerios, y finalmente, se están empezando a ir. Además, se busca eliminar proveedores únicos en las compras públicas estatales, mediante concursos transparentes para contratar a los mejores ofertantes, para que estos precios sean igual o más bajos que los de mercado.
También, se busca atraer inversión extranjera, gracias a la Ley de Fomento Productivo. A su vez, se priorizará el Régimen Común de Contratación, y no el Régimen Especial; de este modo, se empezarán a eliminar privilegios y monopolios en muchas áreas estatales. Finalmente, se están haciendo gestiones para la repatriación del dinero involucrado en los casos de corrupción, lo cual es muy importante debido al mensaje de justicia que le brindará al país.
Estas medidas económicas anunciadas hablan de un ahorro anual de 1000 millones de dólares aproximadamente. Sin embargo, también se menciona una entrega de créditos por 1300 millones de dólares para la generación de empleo, y la subida del bono de desarrollo humano por alrededor de 124 millones.
El problema con los créditos es que son medidas contraproducentes; muchas veces se subsidia proyectos improductivos o ineficientes que, al final del día, se traduce en una tasa de morosidad muy alta. Si ponemos ambas cifras en la balanza, el resultado da un saldo negativo entre el ahorro y el gasto. ¿Qué estamos ahorrando en realidad?
Al gobierno de Lenín Moreno hay que reconocerle que realiza un buen diagnóstico de la enfermedad, pero la operación que se está realizando no va acorde con la situación. Se están atacando problemas estructurales que no terminan de cimentar las bases para el crecimiento.
Estas medidas económicas parecen ser un plan muy flojo en coherencia, que continúa con la incertidumbre del país. Es cierto, que Moreno heredó muchas deudas de su predecesor, y justamente por esa misma razón es que no deberían darse meras soluciones parciales. La cantidad que se “ahorraría” no representa un cambio significativo en las cuentas. Aunque su plan apunte en la dirección correcta, se queda a medio camino.
Con este plan de acción del gobierno no se impulsará el crecimiento económico del país. Esto se debe a que las medidas son netamente fiscales para poder mantener el gasto público y que las finanzas no colapsen. Lo que se ve es un ajuste fiscal necesario para recuperar el equilibrio dentro de las finanzas estatales.
No se vaya a caer en el error de pensar que estas medidas son de reactivación económica. Para llegar a ese crecimiento y apagar el incendio, es necesario atraer mayor inversión privada, abrir mucho más las puertas comerciales, y reducir de manera eficiente la carga tributaria y el gasto público.