
Dora de Ampuero y Mario Vargas Llosa llevan más de 40 años de amistad. Durante todo ese tiempo, Dorita le ha pedido visitar Ecuador para que dialogue con los jóvenes sobre la importancia del liberalismo en nuestra época. El pasado 12 de noviembre, Dorita vio su sueño convertirse en realidad.
Cuenta Vargas Llosa que durante su juventud era muy afín a las ideas socialistas. Con el tiempo, y tras varias lecturas de autores como Adam Smith, Hayek o Popper, se dio cuenta que transitaba por un camino que no iba acorde con lo que él anhelaba para la sociedad. En la actualidad, aparte de sus diversos trabajos literarios, también centra su vida en la divulgación de las ideas liberales a lo largo del mundo. El escritor peruano considera que dentro de las sociedades libres existen más mecanismos para que cada vez más personas salgan de la pobreza.
A su vez, recordó la primera vez que visitó Singapur, un país pequeño que luego de un par de décadas se convirtió en una potencia económica del continente asiático. Años atrás las calles de Singapur se encontraban alrededor de fangos y cocodrilos. Hoy en día, es un país de primer mundo en donde la pobreza es casi inexistente. Todo ello gracias a la libertad económica. No obstante, este país restringe las libertades civiles; por esto, a pesar de tener una gran economía, no puede considerarse como un ejemplo de la libertad.
No hay varias libertades, hay una sola libertad que debe manifestarse en el campo político, social, cultural y económico. La libertad se basa, sobre todo, en la tolerancia. Creer en la libertad es saber que nadie tiene la razón. En el liberalismo se reconoce que no siempre se está de acuerdo en todo, y; por ello, siempre se aprende y se respeta la libertad del otro. Tal como lo expresó el premio Nobel, “La historia del liberalismo es la historia de ideas que han vencido a las armas…La libertad es la paz”.
El trabajo de Mario Vargas Llosa y de otras personas como Dora de Ampuero es importante para producir cambios en los países. Llevar un mensaje de libertad y tolerancia invita a generar sociedades abiertas. Incluso, durante el auge de los gobiernos populistas en Latinoamérica durante la década pasada, la lucha por la libertad siguió en pie. Ahora, los resultados de ese arduo trabajo se evidencia en el declive de estos gobiernos populistas.
Muchas de las críticas que recibe el liberalismo se dan porque no se entiende bien lo que es o porque muchos se llaman “liberales” olvidando lo importante que es la tolerancia y brindan una mala imagen. La mayoría de personas, incluso si tienen diferentes ideologías, buscan los mismos objetivos: Sociedades tolerantes, erradicación de la pobreza, y una vida digna. Alcanzar esas metas depende de la capacidad que tengamos para entendernos los unos con los otros y llegar a acuerdos que respondan al contexto de cada sociedad.
Por último, me quedo con esta pregunta planteada por el autor, “Si hoy todos los países pueden ser prósperos, ¿Por qué eligen mal?”. Es tiempo de dejar las barreras ideológicas y dirigir la política hacia un humanismo que genere prosperidad para todos.