EnglishMás de un lector ha denigrado como “ideas políticas derechistas” mis argumentos en temas tales como el salario mínimo, regulaciones gubernamentales, o el alcance del gobierno. Esa etiqueta muestra la incongruencia filosófica del repertorio político americano. En nuestras confusas e inconsistentes afiliaciones políticas, a menudo abogamos por mayores libertades personales mientras que, al mismo tiempo, apoyamos un mayor papel del gobierno en nuestras vidas. No logramos entender que, por definición, un gobierno amplificado implica libertades disminuidas.
La pregunta fundamental en filosofía política se basa en la relación apropiada entre el Estado y los individuos. ¿Cuál debe ser el papel del gobierno en nuestras vidas?
Para algunos, el gobierno debe jugar un papel amplio y activo, utilizando su monopolio del poder coercitivo para lograr una sociedad más igualitaria. En nuestra clasificación política americana, esa es la idea de la Izquierda. Para otros, el papel del gobierno debe estar sujeto a la conceptualización de los Padres Fundadores de un gobierno limitado, preocupado fundamentalmente por la protección de nuestras vidas, libertades y propiedad. Identificamos esas ideas como la Derecha política.
Sobre esas caricaturas de nuestro espectro político etiquetamos despreocupadamente de “liberal” a la Izquierda y “conservadora” a la Derecha. Esos motes son del todo filosóficamente incoherentes.
El liberalismo ha sido asociado históricamente con el gobierno limitado y la preeminencia soberana del individuo, sus libertades y derechos. El término fue acuñado a comienzos de los 1800 en las Cortes de Cádiz, España, donde los llamados Liberales introdujeron reformas que, entre otras cosas, reemplazaron los privilegios feudales con la libertad de contrato, reconocieron los derechos de los dueños de las propiedades, como también favorecieron a la clase media comerciante emergente, eliminando cláusulas exclusivas para la Iglesia y la nobleza. De esa manera, el liberalismo español encarnó la idea del gobierno limitado, término que posteriormente se convirtió en la palabra clave asociada con la filosofía de John Locke, Adam Smith y Thomas Jefferson.
En oposición a eso, el conservadurismo histórico sostiene que es la sociedad que antecede y prima sobre el individuo. Por consiguiente, según la visión conservadora, el poder debe ser conferido no a los individuos, sino a las instituciones, con el Estado (o la Iglesia) como la más alta de ellas. Históricamente, el conservadurismo ha abogado por más gobierno, para que éste complemente al individuo imperfecto. En las Cortes españolas aquellos defensores del poder del Estado eran llamados Serviles, ellos representaban los privilegios de los llamados realistas y estaban a favor del poder absoluto del monarca Fernando VII.
En actualidad, en la mayor parte del mundo, el liberalismo continúa defendiendo el valor supremo del individuo, mientras que el conservadurismo, él del Estado. Sin embargo, lamentablemente, en Estados Unidos el significado del liberalismo ha evolucionado a través del tiempo hasta significar algo sustancialmente opuesto a sus raíces históricas. Según el uso más frecuente, es el liberalismo y la Izquierda los que defienden un mayor papel del gobierno, y el conservadurismo y la Derecha que abogan por el gobierno limitado.
En esta clasificación política, ¿dónde colocamos a los Republicanos que están a favor de una menor participación del Estado en la esfera económica, pero al mismo tiempo consienten con el control gubernamental en asuntos sociales? ¿Son liberales o conservadores? ¿O con qué estereotipo político asociamos a los Demócratas que quieren al gobierno fuera de nuestra vida privada (como debería ser) pero no obstante votan por las extensas regulaciones gubernamentales a los negocios? ¿Cuál es finalmente nuestra afiliación partidista si somos fiscalmente conservadores y socialmente liberales? En otras palabras, ¿cómo puede alguien desear al mismo tiempo más y menos libertades personales?
Es uno de los axiomas políticos, que el control sobre el uso del lenguajey el discurso permite controlar la discusión. Gobernantes totalitarios, como Vladimir Lenin en Rusia, Mao Zedong en China, la familia Kim en Corea del Norte, los hermanos Castro en Cuba, y otros, entendieron muy bien que el poder de nombrar las cosas era equivalente al poder de crear la percepción sobre la realidad. Joseph Goebbels, Ministro de Propaganda en la Alemania nazi, que despreciaba al capitalismo y a los judíos, utilizaba los estereotipos con una terrible eficiencia llamando continuamente a los judíos como materialistas y menos que humanos, todo aquellos al servicio del horror del Holocausto.
Las etiquetas políticas son expresiones abreviadas de opiniones políticas. Históricamente, los auténticos liberales —los que han apoyado consistentemente las libertades individuales, los mercados libres y el gobierno limitado— creen que los liberales americanos les han robado el nombre que los identifica con el objetivo de manipular y redefinir el lenguaje político en sus propios términos. Frustrados por esta apropiación indebida del nombre, los liberales han buscado recuperar su identidad con una retirada a la retaguardia, adoptando términos como liberales clásicos, liberales de mercado, o libertarios.
Sin embargo, una mejor estrategia podría ser pasar a una ofensiva filosófica y de ideas, reclamar nuestro derecho histórico a la terminología liberal, e imitando la actitud arrogante de los liberales americanos, etiquetarlos a ellos como corresponde, como los serviles.