EnglishEl disparate intelectual de la planificación económica centralizada, presuntamente murió con la caída del Comunismo que comenzó con las revoluciones de 1989 y la subsecuente disolución de la Unión Soviética. Sin embargo, la izquierda norteamericana continúa haciendo el amor con la idea fallecida del intervencionismo estatal en los asuntos económicos.
El colaborador de El Nuevo Herald, Orestes Rodríguez, ha calificado a esta historia de amor como “necrofilia ideológica”. Los cadáveres de la planificación central permanecen insepultos en países como China, Vietnam, Corea del Norte y Cuba, aunque su descomposición intelectual resulta evidente.
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¿Cómo explicamos entonces la popularidad del intervencionismo económico gubernamental mostrado, por ejemplo, en el apoyo juvenil al socialista aspirante a candidato presidencial Bernie Sanders?
La abundante evidencia del fracaso del colectivismo es ignorada por Sanders y sus seguidores. Pasando por alto toda evidencia empírica, Sanders, que prefirió a la Unión Soviética para su luna de miel, y ha expresado admiración por Fidel Castro, es un creyente sincero en el Estado intrusivo, coercitivo y paternalista.
Una explicación sobre cómo solemos utilizar simplificaciones heurísticas, algo así como una regla general, para hacernos criterios ignorando toda evidencia empírica, la ofrece Daniel Kahneman, quien ganó el Premio Nobel de Economía en 2002 por su trabajo sobre toma de decisiones.
El profesor Kahneman nos pide considerar a Steve, un individuo que ha sido descrito por sus vecinos de la siguiente manera: “Steve es muy tímido e introvertido, servicial, pero con poco interés en las personas o el mundo de la realidad. Un alma tímida y ordenada, con necesidad de orden y estructura, y pasión por los detalles”. ¿Es más probable que Steve sea un bibliotecario o un granjero?
La mayoría de nosotros reconoce en Steve el estereotipo característico del bibliotecario, y probablemente decidiremos de manera heurística que Steve es un bibliotecario. Haciéndolo, ignoramos las consideraciones estadísticas relevantes. Si pensamos en eso, probablemente nos daremos cuenta que en Estados Unidos hay muchos más granjeros que bibliotecarios.
Un poco de investigación revelaría que hay más de 20 granjeros por cada bibliotecario. Nuestra inclinación nos llevó a considerar, erróneamente, que era más probable que Steve fuera bibliotecario, cuando la estadística evidenciaba más probabilidad de que fuera granjero.
El Gobierno buscado por Bernie Sanders
Sanders y sus seguidores arguyen que el poder coercitivo del Gobierno debe utilizarse para abordar directamente los problemas sociales. Sí, todos queremos vivir en una sociedad justa, pero encargarle al Gobierno, digamos, una distribución predeterminada de recursos, sólo puede lograrse violando derechos individuales. El Gobierno concebido por Sanders es externo y paternalista, y requiere libertad disminuida e injusticias.
Si bajo la lógica de algún quimérico cálculo socialista, ciertos bienes se garantizarán a determinados individuos, entonces habrá que forzar a otras personas a que paguen por aquellos bienes. Esta concepción de los derechos es inherentemente injusta, requiriendo que el Estado trate a los individuos de manera diferente.
La realidad demuestra que la mayoría de los jóvenes estudiantes idealistas, satanizan los negocios interpretándolos como una búsqueda del interés propio que estimula y recompensa conductas egoístas. Bien, pero de ahí no se debe derivar que los negocios exploten a sus clientes. En un sistema de libre empresa, las ganancias no se obtienen perjudicando a los consumidores, sino innovando y creando.
Esta reflexión se lleva a cabo, mientras quien escribe observa a los estudiantes en los campus universitarios utilizando camisetas de Bernie Sanders, absortos en juegos electrónicos en sus iPads capitalistas, y discutiendo con sus padres a través de sus iPhones.