La ciudad de Summit (New Jersey) tiene un problema de parqueo. Necesita asegurar parqueo en su Estación de Tránsito a quienes viajan en tren diariamente para trabajar en New York. Tienen 2,809 espacios de parqueo que, en días laborales, normalmente están ocupados desde las 8:15 AM, y necesitan 200-400 espacios adicionales para cubrir la demanda diaria.
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Funcionarios de la ciudad consideraron convertir un lote existente con 100 espacios en un estacionamiento erigido de 400 espacios. La edificación proyectada costaría unos USD $10millones. Alternativamente, estudiaron comprar tierras para otro estacionamiento de 100 espacios a un costo de 5-7 millones dólares.
Como reportó Wall Street Journal, apareció alguien con una idea creativa que resolvía los problemas de parqueo de Summit a un costo aproximado de USD $1,670 anuales por espacio de parqueo.
La solución: la ciudad subsidia residentes locales para viajar con Uber hacia y desde la estación de trenes, eliminando así la necesidad de parqueos adicionales. El programa piloto ofrece a los residentes viajes con Uber hacia y desde la estación a USD $4 diarios -el costo del parqueo en la estación- con el beneficio de ahorrar tiempo y no necesitar buscar parqueo.
La ciudad estima que el costo anual por utilizar Uber será de alrededor de USD $1,670 por viajero. El programa, inicialmente limitado a 100 personas, vendió todas sus capacidades antes de comenzar y actualmente añade nombres a una lista de espera.
Mi propósito compartiendo esta historia, hay muchas otras, es destacar cómo gobiernos innovadores pueden beneficiarse de asociaciones privadas/públicas pensando fuera de su caja de soluciones burocráticas.
Del otro lado, gobiernos que favorecen el estatismo económico dejan de beneficiarse de tecnologías disruptivas que fluyen orgánicamente de emprendedores y actividades de libre mercado. Ese es el caso de algunos países latinoamericanos que, aunque estructuralmente democráticos, no son en la práctica democracias liberales.
Los cientistas políticos utilizan la expresión “democracia liberal” para encapsular dos conceptos diferentes. Genéricamente, democracia se refiere al sistema de gobierno donde los ciudadanos ejercen el poder directamente, o eligen representantes a los cuerpos de gobierno.
Liberal, como utilizado en “democracia liberal”, denota una filosofía política de gobierno limitado, enfatizando Estado de Derecho, sociedad abierta, igual protección de derechos humanos y civiles, libertades civiles y políticas, libertades de expresión, prensa y religión, y mercados libres.
Pero el discurso de algunos gobiernos democráticamente electos, pero no liberales, es que instituciones liberales –como la libertad de prensa y mercados- obstaculizan gobernar con efectividad. Desde su punto de vista, las instituciones liberales minan la habilidad gubernamental para promover el bienestar de la ciudadanía; entonces los gobiernos deben restringir las actividades económicas privadas y, consecuentemente, innovaciones disruptivas como Uber.
Mientras escribo, Uber, que realiza más de un millón de viajes diarios en el mundo, no tiene marco legal en la mayoría de los países de América Latina y ha sido fuerte, y a veces violentamente, rechazado por poderosos sindicatos en toda la región. En Colombia, por ejemplo, se considera ilegal en Bogotá, Barranquilla, Medellín y Cali. En Argentina, un tribunal ordenó inicialmente actuar para detener las operaciones en Buenos Aires al día siguiente que Uber comenzara sus servicios.
El punto central es que la antipatía hacia tecnologías disruptivas del libre mercado actúa contra el desarrollo de ingeniosas asociaciones privadas/públicas que pueden ser útiles enfrentando muchos problemas de la región. Las preferencias políticas parecen ser por grandiosos y carísimos planes -como el costoso estacionamiento estructurado considerado por la ciudad de Summit- más que por tecnologías que potencian a la población, como Uber.
Para desencadenar el poder creativo del libre mercado para resolver problemas, las naciones necesitan entender que no basta con elegir democráticamente a sus líderes. Ser democracia es condición necesaria, pero no suficiente. La prosperidad económica fluye del fundamental fortalecimiento de las libertades individuales promovidas por las democracias liberales.