A casi un año del juicio político con el que los demócratas pretendían destituir al presidente Donald Trump, surge otro elemento que desacredita la llamada trama Rusa. El fiscal federal, John Durham, descubrió que la persona que proporcionó información al exagente de inteligencia británico, Christopher Steele, para el expediente anexado a la investigación sobre la supuesta conspiración entre el equipo de campaña de Trump y Rusia —para interferir en las elecciones de 2016— fue investigado por el FBI por sospechas de ser un espía del Kremlin.
La información la hizo pública el jueves en la noche el presidente del Comité Judicial del Senado, Lindsey Graham, quien tuvo acceso a un resumen no clasificado de la investigación, elaborado por el fiscal general William Barr, según reseña el Washington Examiner. El documento revela que Igor Danchenko, identificado en julio como la fuente principal del expediente Steele, fue investigado entre 2009 y 2011 por el FBI por la sospecha de que era un agente ruso y porque podía ser “una amenaza para la seguridad nacional”.
El senador republicano destacó que a pesar de conocerse las preocupaciones con relación al informante, el FBI nunca notificó esta situación al Tribunal de Vigilancia de Inteligencia Extranjera y se utilizó el expediente de todos modos.
“Para mí, el hecho de que el FBI no haya informado al tribunal que se sospechaba que la subfuente principal era un agente ruso, es un incumplimiento de todos los deberes que las fuerzas de seguridad tienen para con el sistema judicial”, expresó Graham en un comunicado.
Expediente con “meras palabrerías”
El expediente Steele contiene alegaciones sobre una supuesta conducta indebida y colaboración entre el equipo de campaña de Donald Trump y el Gobierno ruso sobre las elecciones presidenciales de 2016, en las que Trump resultó electo. El dossier se publicó el 10 de enero de 2017 y de inmediato, su autor, Christopher Steele pasó a la clandestinidad hasta el 7 de marzo de ese año porque supuestamente temía por su vida.
Steele basó la gran mayoría de su expediente en los informes de Danchenko, quien a su vez, tenía una red de subfuentes. Sin embargo, el propio Danchenko desacreditó posteriormente las afirmaciones que hacía Steele en el documento. Cuando el FBI entrevistó durante tres días a Danchenko en enero de 2017, éste dijo que algunas de las aseveraciones que se le atribuían eran “meras palabrerías”.
La lista de irregularidades encontradas en el proceso es larga. El FBI no solo ocultó al tribunal la sospecha que tenía sobre Danchenko sino que además tomó como determinante el expediente de Steele para solicitar la orden de espionaje al equipo de campaña de Trump.
Campaña de Hillary Clinton pagó el expediente
El inspector general del Departamento de Justicia determinó que las solicitudes de orden de espionaje estaban cargadas de errores. Los más comprometedores tenían que ver con el hecho de que Steele falsificara y exagerara lo que le había dicho Danchenko. Además, concluyó que Steele había presentado rumores de Danchenko como afirmaciones creíbles.
Tras enterarse que Danchenko era socio de dos conocidos miembros de la contrainteligencia del FBI, le abrieron una investigación que arrojó elementos comprometedores. En 2006, estuvo en contacto con la embajada rusa y con un conocido oficial de inteligencia ruso. Durante las interacciones, Danchenko le dijo al oficial que quería alguna vez entrar en el servicio diplomático ruso.
A pesar de conocerse los problemas del expediente, tanto el FBI como el fiscal especial Robert Muller, renovaron las órdenes de espionaje a Carter Page. Posteriormente, el FBI admitió que no debió haber solicitado renovar las órdenes. Otro elemento que salió a la luz pública fue el hecho de que la campaña de Hillary Clinton pagó por el expediente, lo cual también omitió el FBI.
No hubo colusión entre Trump y Rusia
La situación fue más allá. El FBI consideraba que el expediente era tan significativo que presionó para incluirlo en un anexo clasificado en la Evaluación de la Comunidad de Inteligencia de enero de 2017 sobre la interferencia rusa en las elecciones de Estados Unidos.
Después de una investigación de 22 meses, el fiscal especial Robert Muller, presentó su informe final, en el que determinó que no encontró pruebas de colusión entre la campaña de Trump y Rusia.
Como la resolución no declaró al presidente “exonerado” de una posible obstrucción a la justicia, los demócratas insistían en el juicio político por abuso de poder y obstrucción al Congreso, con el único objetivo de comprometer su imagen de cara a la reelección. La mayoría republicana en el Senado garantizaba al mandatario salir airoso del intento por destituirlo.